viernes, 31 de mayo de 2013

CAPITULO 11


― Ya es tarde, ¿has comido algo? ― Pregunto
Me sentí avergonzada, Pedro se había levantado del sillón y yo aun seguía con los ojos cerrados, de inmediato mis mejillas cambiaron de color y mi cara mostraba desilusión. ¿Por qué?
― No, aun no― Dije abriendo los ojos y agachando la mirada.
― ¿Te parece si salimos o ya ha sido mucha calle por el día de hoy? ― Dijo tomando mi mentón para que yo pudiera mirarlo de frente.
― Como tú quieras― Dije con media sonrisa.
― Saldremos― Dicho esto el busco las llaves del coche
― Espera, solo deja arreglarme un poco― Camine hacia mi habitación pero él me detuvo
― Luces bien― Acomodó mi cabello― Ahora luces perfecta.
Odiaba que él me mirara con tanta ternura porque yo no podía corresponderle de la misma manera.

Escuche como el despertador sonaba. Lo había programado para bajar a la playa y contemplar el amanecer. Quería evitar que Pedro se pusiera como loco al descubrir que no estaba en casa, tal como había hecho el día anterior; así que deje una nota en la heladera.


Desactive la alarma de la casa con sumo cuidado para evitar que Pedro la escuchara. Una vez fuera pude notar como el cielo aun estaba obscuro, aun no pasaban de las 5:30 de la mañana. Camine hasta la roca que quedaba de frente a casa y me senté.
Las olas apenas llegaban a mis pies, el agua estaba muy fría pero me relajaba. Minutos después giré mi cabeza al sentir que alguien me miraba. Pedro venia caminando en dirección a mí.

―Vi tu nota― Dijo sonriendo― Gracias por dejarla, de otra manera no se que habría imaginado esta vez.
― Seguramente habrías imaginado que había tomado tu descabellada idea de irme a Nueva York ―
― Si, de hecho― Se sentó a mi lado. ― Me sorprende que hayas venido a esta roca. Imagine que estarías caminando por toda la orilla.
― En realidad quiero contemplar el amanecer― Le dije mientras lo miraba.
― Ya veo― Fijo su mirada en mi
Sentí como la mano de Pedro cubría la mía lentamente. Para asegurarme de que no fuera producto de mi imaginación mire hacia abajo y encontré que efectivamente su mano estaba sobre la mía. Ni siquiera supe porque pero levante mi vista y él me miraba fijamente como esperando que yo quitara mi mano y me alejara de él. Pero no lo hice. En lugar de eso me quede quieta, mirando las olas.

― Es hermoso, ¿no crees? ― Entrelazo sus dedos con los míos.
― Si, lo es― Dije en apenas un susurro.
― Paula― Se puso de pie y me miró fijamente.
― ¿Qué pasa Pedro? ― Sentí como mi corazón se aceleraba impacientemente.
Sin decir más tomo mi cara entre sus manos y la acerco a la suya. Podía sentir su respiración y su mirada tan profunda.

[PEDRO]

No había cosa que me gustara más que el tomar la cara de Paula entre mis manos, sin embargo estaba seguro de que eso cambiaría cuando probara sus labios. Llevaba meses resistiendo esa tentación, tentación que de unos días para acá se había vuelto más intensa. Ya no lo aguantaba, debía besarla y lo haría ahora. Con un movimiento suave la atraje hacia mí, al sentir como contenía la respiración, me pregunte si lo mejor sería parar, y aun cuando mi razón me dijo que sí, yo desobedecí.
Y entonces sentí el roce de sus labios, eran tan suaves y cálidos a pesar del aire frio que había a nuestro alrededor. Mis labios insistentes comenzaron a moverse, buscando el movimiento de los suyos, <<pero no lo encontraron>>
Me separe de ella sin dejar de contemplar sus ojos. Me sentía rechazado.
― No― Susurró ella― Continúa, por favor
¿Qué es lo que había dicho? ¿Acaso me había pedido que la siguiera besando? Oh sí que lo había hecho puesto que no solo lo había dicho, sino que sus ojos lo repetían una y otra vez. De inmediato volví a atrapar sus labios. Esta vez ella correspondía el beso, busque su mano derecha y la apreté con fuerza, ella puso su otra mano en mi cuello y comenzó a jugar con mi cabello. Con delicadeza la levante de la piedra y la puse contra mi cuerpo.
― Gracias― Dije chocando su frente con la mía, podía sentir el calor de su respiración.
― ¿De qué? ― Pregunto frunciendo el ceño
― No sabes cuánto había esperado por conocer el sabor de tus labios, es mucho mejor de lo que imaginaba. Ahora no se si podre contenerme de besarte a cada segundo― Roce sus labios y sentí como mi cuerpo se tensaba.
Paula solo se limitó a sonreír tímidamente

¿Qué había hecho? Esta vez había caído bajo. No tenía dudas sobre mis sentimientos hacia Pedro y por lo tanto estaba segura de que aun… no lo quería. Pero soy tan tonta que cuando él me beso por segunda vez, yo le correspondí. Esta vez había sobrepasado un límite, el pobre Pedro podría pensar que yo lo quería, que yo deseaba besarlo, que deseaba pasar todos los días de mi vida a su lado, que no quería separarme de él, cuando en lo más profundo de mi alma eso era lo que realmente anhelaba, alejarme de él. Jamás podría perdonarme a mi misma el hecho de que haya accedido a su beso… no a menos que le tiempo lograra hacer que yo me enamorara profundamente de Pedro.

― Paula, esta tarde habrá una pequeña celebración en la empresa, hemos logrado aumentar notoriamente las cifras mensuales y me gustaría que me acompañaras.
― Pedro, yo…
― Antes de que digas que no, me gustaría decirte que este evento es muy importante para mí. Pocas veces logramos algo como esto, sin mencionar que logramos firmar un contrato con Épsilon― Me miro fijamente― En serio sería maravilloso para mí que fueras conmigo.
― Puedo notar que efectivamente este avance para tu empresa es muy importante― Asentí― Aun así creo que yo no encajo en esos eventos, realmente no soy una persona que disfrute andar en fiestas.
― Lo sé, lo mencionaste en una de nuestras citas― Elevo mi mano hasta la altura de sus labios y tiernamente la cubrió con un cálido beso― Sin embargo, yo no soy el único interesado en que vayas, Carlos fue quien hizo la sugerencia, el quiere conocerte más.
Entrecerré los ojos, era obvio que no le creía ni una palabra de ello.
― ¿Por favor? ― Sonrió tiernamente― Eres mi esposa, y por tanto quiero que te sientas cómoda, yo normalmente estoy rodeado de muchas personas, por lo que me gustaría que te fueras acostumbrando.
― Esta bien― Hice una mueca― Iré contigo.
― Maravilloso― Se acerco aun más a mí, acarició mi mejilla― Gracias.
― No tienes porque agradecer, no lo merezco― El abrió su boca para lanzar una protesta― Y no digas lo contrario. Ahora contemplemos el amanecer, ¿quieres?

El se sentó en la gran roca y me jalo suavemente para que yo lo imitara. El amanecer era tan hermoso, lentamente el solo fue apareciendo, hasta quedar en la cúspide. Mi intención era disfrutarlo al máximo, pero no pude debido a que el beso que Pedro  me había dado, no dejaba de proyectarse en mi mente.


Holis! acá estoy de nuevo!! no iba a subir pero gracias a la insistencia de mara! acá tienen otro capitulo!!agradezcan!  jajaja 

@maraaldecoa_cba !!! mara! capitulo dedicado para vos espero que te guste y te vallas a dormir feliz!!!! :)

gracias por leer! hasta mañana!! 
@jesicaleiva1 




CAPITULO 10


Se saltó unos escalones y se coloco de frente a ella. Ella reacciono dando un leve brinquito.
― Paula, tu eres Paula― Dijo él con una gran sonrisa
Abrí mis ojos como dos platos… ¿Quién era el y como sabía mi nombre?
― Ese es tu nombre, ¿cierto? Paula
― Si…si― Mi voz temblaba ligeramente
― Gracias al cielo― Dijo mientras levantaba su vista.
― No quiero parecer descortés pero… con permiso
Pero entonces él me tomo suavemente del brazo, evitando que yo diera un paso.
― No espera, no tienes por qué temerme.
― Oh, yo creo que si― Desvié la mirada― Ni siquiera sé quién eres.
― Que tonto― Sonrió― Mi nombre es Carlos Rutherford, y soy amigo de Pedro
― ¿De Pedro? ― Me sorprendí― ¿En serio eres su amigo?
― Si, nos conocemos desde hace un largo tiempo y se que tu eres su esposa Paula. Pedro me ha mostrado una foto tuya.
― Oh― Exclame mientras me sonrojaba. Le tendí mi mano― Paula Chaves , un placer.
― Paula Alfonso― Me corrigió el con una sonrisa―
― Si― Dije aun con más color en mis mejillas. ― ¿Pedro esta aquí?
― No, el se ha ido hace una hora, más o menos. Te está buscando, por cierto
― Me imagino, es que le dije que estaría en casa a más tardar a las tres y ya ves son las…
― 4:20― El miró el reloj de su muñeca― ¿Qué ha pasado contigo?
― Me perdí, bueno es que…
― Maldición― El me interrumpió
― ¿Pasa algo? ― Pregunté confundida
― Pedro me esta esperando… bueno nos está. Vamos te llevare a casa― Dijo quitándome las bolsas de la mano― El esta como loco.
― Me has dicho que son amigos desde hace varios años y ¿apenas lo notas? ― Mostré una sonrisa divertida
El me miro y negó con su cabeza al tiempo que reía.
Casi corrimos hasta su coche. Una vez que el arranco me coloque el cinturón de seguridad y sentí como me relajaba. Al fin estaría en casa… bueno en casa de pedro.

― Perdona por arrebatarte las bolsas… no quiero que pienses que estoy igual de loco que Pedro― Dijo él mientras sonreía
― No te preocupes― Le regrese la sonrisa― Si no me hubieras reconocido, no sé cómo hubiera logrado llegar a casa.
― Hablando de eso. Ahora si dime porque es que te has perdido.
Le conté lo que había pasado, el hecho de que no traía llaves y todo lo demás. El solo me contesto que no era tanto mi culpa sino también de pedro ya que él había pasado por desapercibido lo mismo que yo.
Su celular comenzó a sonar.
― Es pedro― Dijo mirando el identificador― ¿Ya estas más tranquilo?― Contestó
― No, estoy peor. ¿En dónde demonios estas?
― Pensé que bromeabas con lo de peor. En este momento voy conduciendo, no puedo hablar mucho, pero tranquilo, ya sé como resolveremos esto.
― ¿Cómo? ― Pregunto Pedro confundido.
― Ya te lo diré al llegar a tu casa… estoy a dos minutos. Ve abriendo la puerta, por favor.
― De acuerdo―
Ambos colgaron el teléfono.
― ¿Está todo bien? ― Pregunte algo nerviosa.
― Para nada― El negó con la cabeza― Pedro piensa que tomaste un vuelo directamente a Nueva York. Lo que indica que no está pensando con inteligencia, a mí se me hubiera ocurrido primeramente el hecho de que no te di las llaves de la casa. ― Dijo entre risas.
― ¿En serio ha pensado que me fui a Nueva York? ― Fruncí el ceño, estaba desconcertada.
― Si― Apretó los labios― Bien, llegamos.

La puerta estaba abierta, Carlos entro y estacionó el coche muy cerca de la puerta de la casa.
― pedro no está en ninguna de las ventanas― Dijo Carlos verificando la zona― ¿Me harías un favor?
― Después del que tú has hecho por mí, seguro.
― Quédate aquí por un momento. Recuéstate en el asiento, para que pedro no te vea― Hiso una mueca
Aun cuando no entendía bien que tenía en mente, le hice caso.
Carlos bajo del coche y tomo las bolsas consigo. Luego observe como entraba por la puerta y la cerraba tras de él.

― Pedro― Lo llamo con lo que casi era un grito
El salió rápido de su habitación.
― Al fin llegas― Dirigió una mirada a las bolsas que descansaban junto a los pies de Carlos― ¿Te detuviste a comprar ropa?―Lo fulmino con la mirada.
― Algo así. Escucha, ya todo está resuelto. Ella no se ha ido a Nueva York, sigue aquí en Hawái
― ¿Dónde lo has averiguado? ― Pregunto Pedro mientras se acercaba a su amigo.
― Tengo mis contactos― Dijo sonriente― Antes de mostrarte algo quiero que te relajes, ¿puedes hacerlo?
― Lo dudo― Contesto Pedro mientras ponía los ojos en blanco.
― Entonces no te ayudare―
― Esta bien, está bien Carlos ya estoy relajado. ― Dejo caer sus hombros.
― ¿La quieres demasiado, verdad? ―
― ¿A qué viene esa pregunta? ― Contesto Pedro con enfado.
― No te veo relajado― Levanto sus cejas― Solo respóndeme.
― Si, la quiero como no tienes idea― Pedro agachó su mirada― Es por eso que no quiero perderla, ayúdame por favor.
Carlos mostro una sonrisa de satisfacción.
― Iré a mi coche, he olvidado algo, al regresar te contare todo. Mientras…― Miro a su alrededor― Mientras toma asiento.
Pedro asintió y se sentó.

Carlos se apresuro a regresar a su coche.
― ¿Qué ha pasado? ― Pregunte ansiosa.
― Ese hombre te quiere como no tienes idea, Paula―
Fruncí el ceño, puesto que no entendía porque lo decía.
― Cree lo que te digo. Pedro está enamorado de ti. Ahora ve, el te está esperando― Dijo abriendo mi puerta y sonriendo.
― Gracias Carlos― Le regale una media sonrisa
― Quita esa cara de confusión, no tienes por qué dudar lo que acabo de decirte.
Camine hasta la puerta, que estaba entre abierta y sentí como se formaba un nudo en mi estomago. Carlos, por su parte, encendió el motor del coche y arranco.

― ¿Qué? ― Espeto Pedro al escuchar el motor del coche de su amigo. Se levanto en seguida y abrió la puerta de un jalón. Se quedo paralizado cuando vio a Paula frente a sus ojos. Ella tenía sus manos entrelazadas, señal de que estaba nerviosa. Además sus ojos estaban brillosos y su cabello levemente despeinado.



[PEDRO]

Encontré su mirada con la mía y pude saber que tenía miedo… miedo de mí.
Se veía tan vulnerable que no pude resistir más y la abracé con todas mis fuerzas, no solo porque yo así lo sentí, sino que escuche como ella contuvo el aire por unos segundos, así que relaje el abrazo. Instintivamente sentí como ella puso sus delicadas manos en mi espalda. No tenía intención en dejarla de abrazar, al menos no en un largo rato. Segundos después sentí como ella intentaba separarse de mí, por lo que deje de abrazarla y la mire directo a los ojos. Ella entreabrió su boca en señal de que quería hablar pero yo coloque el dedo índice en sus labios. Tomándola de la mano la conduje hasta el sillón. Una vez ahí, nos sentamos. Yo simplemente no sabía por dónde comenzar.

― Me preocupe cuando no te vi en casa― Dije finalmente.

[PAULA]

― Yo, jamás tuve intenciones de regresar a Nueva York, nunca paso por mi mente― Dije pasando saliva―
― Carlos te lo ha contado― Dijo sintiéndose avergonzado al haber pensado que ella era capaz de eso.
― Si, pero no tiene nada de malo que hayas pensado así. Te he dado motivos de sobra― Sentí como el apretaba levemente mi mano.
― Aun así fui un tonto por pensarlo, se que estás de acuerdo conmigo.
El tenía razón, yo estaba de acuerdo, pero obviamente no pensaba decírselo.
― Lo que paso fue que no regrese a casa porque no tenía llaves, y tampoco sabía el código de seguridad. Por eso fui a buscarte a la empresa, pero no te encontré. Sin embargo tuve mucha suerte ya que en este momento Carlos salía de la oficina y me reconoció.
― Le debo una― Dijo Pedro sonriendo.
― Ambos le debemos una―
<<Ese hombre te quiere como no tienes idea, Paula>>

Esas palabras vinieron a mi mente y mire fijamente a Pedro, aunque él se encontraba mirando al piso.
― Entonces fue mi culpa, por no haberte dado las llaves…
― No es tu culpa― Lo interrumpí― Tu te ofreciste a traerme a casa y yo me negué.
Pedro sonrió en sus adentros porque por primera vez ella había usado el término, a casa y no a tu casa.
― Bueno, olvidemos todo esto― Dijo mientras levantaba la vista y la dirigía hacia mí, percatándose así de que yo lo miraba fijamente.

Pedro se acerco con determinación a Paula, pero cuando estuvo tan cerca de su cara que podía rozar su nariz con la de ella, se detuvo. El noto como ella cerro sus ojos y se inclinaba levemente hacia él. El retrocedió un poco y observo sus labios, sus parpados cerrados, su nariz. Se acerco nuevamente y pudo sentir la respiración relajada de ella. Quería besarla, pero si lo hacía seria aprovecharse del momento. Así que con suma ternura deposito un beso en su frente y luego otro en el mentón. Después se levanto del sillón.

Graciass!....

@Jesicaleiva1 


jueves, 30 de mayo de 2013

CAPITULO 9


Pedro trato de tranquilizarse para pensar con claridad, pero no podía. Llamo a casa y Dora respondió
― Buenas tardes, residen…
Él ni siquiera la dejo terminar.
― Dora― Intento sonar calmado― ¿Has recibido alguna llamada de Paula?
― No, para nada… ¿pasa algo? ― Ella sabía que las cosas no estaban bien
― No nada, solo que… le había pedido que te llamara para preguntarte algo― Pedro dudo― 

Hablamos luego Dora.

Pedro no le dio tiempo de decir algo más pues ya había colgado el teléfono. Reviso el identificador de llamadas… tal vez así encontraría algo.

Estaba segura de que mínimo ya había transcurrido media hora desde que no me movía de donde estaba. La gente me dedicaba miradas escandalizadas. Y entonces se me ocurrió algo.
Hice la seña a un taxi para que se detuviera
― Buenas tardes señorita, ¿A dónde la llevo? ― Abría la puerta para que ingresara en el taxi.
― Es algo complicado― Hice una mueca
― No se preocupe, llevo viviendo aquí toda mi vida, conozco el territorio como la palma de mi mano.
― Lo que pasa es que…― Dude en seguir
― Luce preocupada, ¿se encuentra bien? ― Pregunto el hombre mientras subía las bolsas en el taxi.
― Si― Le sonreí― Créame que si logra ayudarme le estaré muy agradecida― El subió al taxi y yo igual
― Usted dígame― Dijo prestándome atención.
― ¿Sabe cuáles son las empresas más importantes de aquí? Vaya tal vez no las más importantes pero… destacadas.
El hombre hizo una mueca, al parecer estaba recordando.
― Se me ocurren varias, sin embargo solo dos destacan: Interworld business y Sheppards.
Regrese en el tiempo para tratar de recordar una de las primeras pláticas que tuve con Pedro en donde él había mencionado el nombre de su empresa. Interworld dijo una vocecita en mi cabeza a manera de eco… ¡Interworld!

― Interworld business― Murmuré― ¿Sabe quién es el dueño? ― Tenia una esperanza.
― Mi sobrino, quien trabaja ahí dice que el dueño casi nunca está en la empresa, ya que pasa la mayor del tiempo en la de Nueva York… pero varias veces ha mencionado su nombre― El hombre entrecerró sus ojos― Pemi…Pedrum…Alfonso

Estaba salvada.

― ¡Pedro Alfonso! ― Dije sonriendo―
― Si… Pedro Alfonso― El hombre sonrió ampliamente― Sabia que no estaba tan lejos.
― ¿Puede llevarme a esa empresa, por favor? ―
― Por supuesto, en poco tiempo usted estará en su destino― Puso el vehículo en marcha
Sentí como el alma me volvía al cuerpo, ahora solo esperaba que Pedro estuviera aun en la empresa, si no tendría que pasar por la vergüenza de entrar y preguntar a alguien la dirección de su casa.

Carlos estaba dando las últimas órdenes a Martina para el evento del día de mañana, cuando su teléfono sonó.
― Bueno Martina, es todo, puedes retirarte. Hasta mañana―
― Hasta mañana Carlos― Dijo ella sonriendo.
― ¿Hola? ― Contesto Carlos por teléfono.
―  maldición Carlos, ¿por qué no has contestado al primer timbre?
― Pedro, relájate. ¿Qué diablos te pasa? ― Dijo Carlos con el ceño fruncido y sin comprender la molestia de su amigo
― Paula―
― Deja tu molestia a un lado y explícate.
― Carlos, en este momento más que estar molesto, estoy angustiado― Pedro estaba atropellando las palabras.
― ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ― Pregunto levantándose de la silla.
― Llegue a la casa y Paula no está― Pedro gruño―
― ¿Y tienes idea de donde esta? ―
― Tengo una teoría― Tomo aire― Creo que se ha regresado a Nueva York, ha aprovechado que la deje sola―
Pedro murmuro algo que Carlos no logro escuchar a la perfección, pero estaba seguro de que no era una palabra muy bonita.
― Debes tranquilizarte. Iré a tu casa en este mismo momento y te ayudare a encontrarla― Carlos estaba a punto de colgar. Pero la voz de Pedro lo detuvo
― Gracias, amigo―
― No me agradezcas si no hasta cuando la hayamos traído de vuelta a tu vida― Colgó
Pedro sabía que a Carlos no le tomaría más de 20 minutos en llegar, 15 si conducía rápido. Sabía que tenía que tranquilizarse… pero como podría estar tranquilo si con esos 20 minutos le daba a Paula más ventaja para que se alejara.

Carlos salió a paso acelerado de su oficina, tomo su chaqueta y las llaves de su auto y fue directo a la salida.
Cuando abrió una de las puertas de cristal pudo apreciar a alguien bajando de una taxi con alrededor de unas cinco bolsas de tiendas exclusivas en la mano. Era una mujer. Y entonces la vio subir con temor uno a uno los escalones hasta llegar al último. Su cabello suelto le cubría parte de la cara.

― ¡Carlos, espera! ― La voz de Martina lo detuvo justo cuando el bajaba el primer escalón
― Que sea rápido, por favor― Dijo con enfado en su rostro
― Solo quería decirte que me ha surgido un imprevisto y lo mejor sería retirarme dentro de una hora― Ella lo miro fijamente― ¿Puedo?
― Si― Dijo el sin prestarle mucha atención, pues sabía que Pedro lo esperaba.

Martina ingreso en la empresa con una gran sonrisa de satisfacción.

Carlos en cambio con gesto molesto giro sobre sus talones y al hacerlo apreció el rostro de la mujer que estaba a un lado de él. Una mujer joven, pensó para sí.
Ella le dirigió una mirada al ver que él se quedaba mirándola fijamente. Después la desvió debido a que se sintió intimidada.

Carlos agito la cabeza para aclarar su mente y bajo a paso rápido dos escalones y entonces se detuvo. ¿Dónde la había visto antes? Carlos giró y la contempló de espaldas. ¿Dónde la había visto antes? Se repitió. Con paso atontado bajo otro escalón y entonces su mente se ilumino. Paula!!. Ella era Paula!.


@jesicaleiva1 :)


CAPITULO 8



―No, ninguna―Dije negando con la cabeza.
― Maravilloso, porque también quiero que esta noche duermas en mi habitación― Dijo él mientras se ponía de pie y caminaba hacia mí.
Abrí mis ojos como dos platos. Tenía que estar bromeando.
―Pedro, no creo…
― No está a discusión― Dijo él mientras tomaba mi sonrojado rostro entre sus manos. Acerco su boca a la mía.
Me iba a besar, estaba segura de ello.
―Solo lo hago con la intención de que por la mañana nos levantemos al mismo tiempo―Dijo rozando mi cara con su aliento.
― Pero― Dije apenas en un susurro
El dibujo una sonrisa en su rostro.
― Solo bromeaba, cariño. Me gusta ver cómo te sonrojas― Dijo liberando mi rostro de sus manos. Que descanses!
En cuanto el salió de la habitación pude sentir como mi respiración volvía a ser normal, ya no tenía que contenerla. Y se había marchado…una vez más sin darme un beso.


A la mañana siguiente me levante a las 7:00 con la intención de tomar un relajante baño y alistarme para desayunar con Pedro. Una vez que estuve lista salí de mi habitación y fui directo a la sala. Minutos después el apareció con una sonrisa.
― ¿Nos vamos? ― Pregunto mientras me ofrecía su mano, dude por un momento pero la tome.
Llegamos a un restaurant en donde había mesas al aire libre, todo era demasiado relajante. Tomaron nuestra orden y disfrutamos de la comida sin cruzar palabra. Al terminar,Pedro cruzo sus manos y me lanzo una mirada.
― ¿Pasa algo? ― Pregunte al tiempo que daba el último sorbo a mi jugo de naranja
― No, nada― Vacilo por unos instantes― Te llevare a casa
― Pensé que…
Obligue a mi boca callar. No podía decirle a Pedro que pensaba que lo acompañaría a la empresa, esa idea era ridícula, lo más seguro es que el reiría.
― ¿Qué? ― Pregunto el inclinándose sobre la mesa
― Pensé que podría quedarme un momento en el centro comercial, y después ir a casa.
― El centro comercial me queda fuera del camino a la empresa― Hizo una mueca― Pero está bien, vayamos
― No. Dame un poco de independencia, déjame ir yo sola.
― Jamás habías venido a Hawái, te puedes perder― Dijo con su mirada color miel enfocada a mis ojos.
― Estaré bien, no te preocupes― Dije sonriendo
Pedro dio un gran suspiro y por un momento sintió la necesidad de llevar a Paula al coche y llevarla con él a la oficina. Pero al parecer ella no quería.


― Nos vemos en la casa… pienso llegar antes de las 3:00… quiero verte ahí― Dijo con mirada severa.
― Si, no te preocupes―
― Bueno, que tengas un lindo día― Pedro puso un bulto de billetes en mi mano
― No te he pedido dinero― Le dije con recelo
― Lo sé. Pero quiero dártelo― Dicho esto él dio media vuelta y se fue.
Como Pedro ya había pagado la cuenta, me puse de pie y salí del pequeño restaurante. Es verdad, jamás había estado en Hawái, pero para eso existían taxis. Camine hasta la acera de la calle y cuando vi venir uno, agite la mano para que se detuviera.

― ¿Si? ― Pregunto el hombre mientras se inclinaba en el asiento del copiloto.
― Hola, ¿qué tan lejano queda el centro comercial de aquí? ―
― Hay varios… pero el mejor de todos está a 15 minutos de aquí.
― Estupendo― Dije mientras había la puerta derecha trasera y subía―
― Usted no es de aquí, ¿o sí?
― No― Dije agitando mi cabeza― ¿Es muy obvio, no?
― Si― Contesto el hombre mientras ponía en marcha el vehículo.
Después de eso sello sus labios y de vez en cuando miraba por el retrovisor.
Al llegar, baje del automóvil y le pague al taxista. Era un centro comercial muy grande, y lucia lujoso. Ahora entendía el porqué Pedro había puesto semejante cantidad de dinero en mi mano, aun así no pensaba gastar ni un billete suyo.

Pedro llego a la oficina y fue directamente al escritorio a encender su ordenador. De vez en cuando Paula pasaba por su mente, y para evitarlo se concentraba en revisar cada dato del balance financiero, aun cuando ya lo había revisado dos veces y su amigo Carlos le había dicho que estaba en perfecto estado.
Afortunadamente para él, el tiempo paso volando ya eran las 2:15 de larde, decidió retirarse hasta que solo faltaran un par de minutos para las tres.
Entonces alguien llamo a su puerta

― Adelante―
― Amigo― Dijo Carlos con una gran sonrisa en su rostro― ¿Hoy no iras a comer con Paula?
― Si, pero quiero esperar un poco más. A pesar de que le dije que llegaría antes de las 3, no quiero que note mi desesperación por estar con ella
― Eso es imposible― Soltó una burla― Pedro Alfonso, te conozco desde que teníamos 15 años y puedo decirte con certeza que jamás te había visto tan enamorado como en estos momentos.
― A veces me arrepiento de ser tan abierto contigo y contarte todo― Hiso una mueca― Sabes que no hablo en serio
― Lo sé, y aunque hablaras en serio… no me importaría― Se hecho a reír― Supongo que mañana nos halagaras con tu presencia en la fiesta
― Si, por nada del mundo podría perderme la celebración del gran paso que la empresa acaba de dar. Además, una vez más me has demostrado que puedo seguir confiando en ti Carlos.
― ¡Oh por favor, no te pongas sentimental! ― Contesto el ― Y… ¿Paula vendrá contigo? ― Dijo levantando las cejas
― Ni siquiera se lo he dicho. Pero dudo que quiera acompañarme― Dio un profundo suspiro
― Tal vez si quiera… si le explicas cuán importante es para ti… digo, no a diario la empresa celebra la consolidación de una gran cantidad de dinero.
― Hoy hablare con ella― Dijo Pedro con una media sonrisa― ¿por qué te urge tanto conocerla?
― Quiero saber quién es la culpable de que Pedro Alfonso pierda la cabeza y ruegue… porque estoy casi seguro que has tenido que rogarle en algo. Pero bueno más que intrigarme como es ella físicamente, me intriga el hecho de cómo es ella en realidad, me refiero a su personalidad.
Sin darse cuenta Pedro dibujo una sonrisa en su rostro y fijo su vista en la nada.
― Por conductas como esa es que quiero conocerla― Dijo Carlos mientras le lanzaba una bola de papel a la cabeza
― ¡Hey! ― Pedro soltó una risita― Esta bien… mañana la conocerás, y solo porque se trata de ti, le rogare si insiste en no venir― Pedro se sonrojo levemente
― Tranquilo, entiendo que a veces uno debe doblegarse ante las mujeres― Estaba burlandose
― Ya te quiero ver cuando te cases Carlos― Pedro sonrió― Ya te quiero ver
― Bueno mientras eso pasa… ¿qué dices si salimos por una copa? ¿Crees que tu linda Paula se enoje?
― No creo que le importe, sin embargo pasaré a comprar un traje para mí y… un vestido para ella. No hemos traído con nosotros ropa de etiqueta.
― Que buen esposo eres― Le dió unos golpecitos en la espalda y soltando unas carcajadas.
― Deja de burlarte Carlos y dime… ¿Qué color crees que vaya bien con ella y el evento?
― Me la has descrito, pero no recuerdo bien como es― Dijo mientras hacia una mueca― ¿Tienes alguna foto de ella?
― Creo que tengo una por aquí― Comenzó a inspeccionar su móvil― Aquí esta
― Vaya amigo no eres nada tonto― Carlos mirabalafoto― Creo que cualquier color le iría bien… pero para el evento mmm trata de no elegir un rojo o un azul metálico
Pedro frunció el ceño
― Me refiero a que elijas algo más reservado, recatado. ― Sonrió― Como un amarillo brillante
― Carlos― Dijo rodando los ojos― Bueno gracias por la no-ayuda. Nos vemos mañana.
― Hasta la fiesta… recuerda que mañana nadie trabajara… quise ser un buen representante tuyo y les di el día libre
― Bien hecho. Bueno hasta mañana― Pedro salió de la oficina y regreso a paso rápido asomando su cabeza por la puerta― Oye…
― A las 3:00 en punto― Contesto Carlos mientras miraba su expresión
― Gracias― Dicho esto Pedro camino hasta el estacionamiento y subió al coche. Él sabia donde encontrar el vestido perfecto para Paula, y también su traje.

[PAULA]


Mire mi reloj y ya eran las 2:45 de la tarde, lo mejor sería ir a casa, si Pedro llegaba y no me encontraba… explotaría de puro coraje.
Con las bolsas en mano de todo lo que había comprado, me dirigí a la salida a esperar un taxi y de repente me quede paralizada… ¿Cómo pude haber sido tan tonta?
En primera no sabía la dirección de la casa de Pedro, en segunda… no traía llaves y mucho menos sabía el código de seguridad… y en tercera… no tenía un teléfono para llamarle Pedro y aunque lo tuviera no me seria de gran ayuda puesto que no sabía el número telefónico de él.
¿Cómo saldría de esta? En la mañana Pedro me había sugerido llevarme a casa y yo no quise… después yo misma me negué a pedirle que me llevara a la empresa con el… esta vez mi rechazo tuvo consecuencias. Estaba parada en un centro comercial, sin saber qué hacer.

Pedro ya había comprado la ropa que ambos necesitaban. Llego a casa y al entrar no escucho ruido alguno, solo el lejano oleaje del océano. Reviso cada una de las habitaciones y estancias de la casa y no había rastro alguno de Paula.
― Maldición― Un escalofrió le recorrió el cuerpo y lo único que se le ocurría era que ella se había ido, había aprovechado la oportunidad para alejarse de él.



CAPITULO 7




―Paula, despierta― Dijo mientras la sacudía tiernamente.
― Pedro― Dije mientras estrujaba mis ojos para que se adaptaran a la luz
― He notado que duermes mucho― Por un momento dudo lo que iba decir pero no pudo callar― ¿Te sientes mal... deprimida, tal vez?―Preguntó Pedro con un gran pesar.
― No, no, para nada― Le conteste mientras me incorporaba.
― Es un alivio― Dijo mientras tomaba mi cara entre sus manos― ¿Tienes hambre? He salido de la oficina corriendo porque no me había percatado de la hora. Opino que vayamos a un restaurante y después caminemos un momento en la playa ¿Qué dices?
Pude ver el entusiasmo reflejado en sus ojos, pero la verdad era que no me sentía con ánimos de salir.
― No tengo muchas ganas de salir― Dije agachando la cabeza― Lo lamento
Pedro se levanto de la cama y me lanzo una mirada fría. Era más que obvio que se había percatado de que yo quería estar lo más lejos posible de él.
― No quiero rogarte y mucho menos discutir así que ordenare algo de comida y después si no te molesta saldré.
― Esta bien― Respondí en voz baja.
Me quede en la habitación dando vueltas, hasta que me anime a salir.
― Pedro― Dije caminando hacia él, que se encontraba viendo televisión en la sala.
― ¿Qué pasa? ― Preguntó girando su cabeza para verme de frente.
― He cam…― Pero entonces se escucho el timbre de la casa.
El me hizo una seña con la mano para que esperara. La comida había llegado, Pedro salió disparado hacia la puerta de entrada y después de unos minutos regreso con dos bolsas en la mano.
― Espero que te gusten los mariscos― Dijo mientras pasaba junto a mi
― Si, son deliciosos― Lo seguí, hasta que llagamos a la piscina.
― Comeremos aquí afuera, te hará bien un poco de aire fresco―Retiró la silla para que yo me sentara.
― Gracias―
― De nada. Esto es tuyo― Me pasó una bolsa― Es muy rico, cada que vengo aquí lo cómo. Espero que te guste.
El platillo lucia delicioso, no dude en probarlo.
―Esta delicioso, gracias por ordenar por mi―
El solo asintió y siguió comiendo. Acabo primero que yo y se puso a da vueltas alrededor de la piscina, pasaron unos 15 minutos y entonces habló.
― Iré a la playa― Dirigió su vista hacia las olas que mojaban la arena― Estaré ahí― Señaló una gran roca― No muy lejos… por si me necesitas
― Yo voy contigo― Tome la última cucharada que quedaba en mi plato―
― No quiero obligarte a nada― Respondió serio― Así que será mejor que te quedes aquí tal como habías dicho―


Habiendo dicho eso dio media vuelta y desapareció.

Me sentí horrible en ese momento. Estuve a punto de salir corriendo e interceptarlo en su camino, pero simplemente mis pies no se podían mover.

Recogí los platos vacios de la mesa de playa y los lleve a la basura. Luego de haber limpiado todo, me quede mirando a la roca que Pedro había dicho, en espera de que apareciera y no pasaron más de diez minutos cuando lo hizo. Ahí estaba el, caminando descalzo, sentándose en la roca y dejando que las olas mojaran sus pies.
No podía despegar la vista de él, algo me lo impedía. Cuando note que el giraba su cabeza, me agache para evitar que me viera. Si yo podía verlo desde aquí, lo más posible es que el también me pudiera ver. Los últimos rayos solares del día chocaban contra su cuerpo y el parecía disfrutarlo. Quise bajar hasta donde estaba pero no encontré nada para decir cuando me encontrara frente a él. Pedro se quitó su camisa, dejando ver su cuerpo bien formado. Un calor recorrió mi cuerpo cuando recordé que horas antes lo había visto igual, pero más cerca.
En seguida desabrocho su pantalón y debajo traía unas bermudas. Ni siquiera había notado que Pedro se había cambiado desde antes de comer.
Entonces una mujer apareció en la escena, caminando hacia Pedro. Ella iba moviendo su cuerpo de manera sensual y dejaba que el viento jugara con su cabello. Cuando se sentó al lado de Pedro, no pude evitar maldecir. No por el hecho de que sintiera celos… sino porque eso no hubiera pasado si tan solo hubiera dejado mi antipatía a un lado y lo hubiera acompañado.
Pedro miró hacia su casa y pudo ver a su esposa que tenia los brazos cruzados y miraba al cielo, el estaba seguro de que lo había visto charlando con la mujer que estaba a su lado.

Paula sintió que cuando Pedro llegará a casa lo primero que harían seria discutir, por lo que se alejo de ahí para evitar más cosas que la orillaran a eso.

Alrededor de dos horas después Pedro apareció en casa.
Fue directo a su habitación a tomar una ducha, al salir se puso una ropa cómoda y fue a la habitación de Paula.

Entró y no la vio por ningún lado, pero entonces escucho un ruido en el baño y decidió quedarse ahí en espera de que saliera. Y ella lo hizo.
― Mañana iré a la empresa temprano, por lo que necesito que te levantes temprano― Dijo mientras entrecerraba sus ojos.
― ¿Necesitas que te levante? ―Pregunte sin entender exactamente a qué se refería.
El rió levemente.
― No, nada de eso. Pero quiero que desayunemos juntos. ¿Tienes una objeción? ―


miércoles, 29 de mayo de 2013

CAPITULO 6




Pedro iba en su convertible, llevaba puestos sus lentes y el fuerte aire jugaba con su cabello. En el trayecto no pudo evitar recodar la bella sonrisa de Paula… esa sonrisa formada por sus labios, los cuales él deseaba probar. Desde la primera vez que la vio añoro el día en que sus labios y los de ella estuvieran juntos…pero jamás imagino que le costaría tanto trabajo…el carecía de paciencia y no le daba pena admitirlo.
― Pronto sentiré tus labios― Dijo en voz alta seguido de una sonrisa.
Llego a la empresa, al entrar todos lo recibieron como lo que era… el dueño y jefe. La secretaria, de nombre Martina siempre había sentido cierta atracción hacia él, y en una ocasión el se había acercado a ella… pero después de haber conocido a Paula, nunca más le dio esperanzas a Martina.

―Pedro, es agradable tenerte aquí― Le saludo Martina mientras sonreía de forma seductora.―
―Gracias Martina― Pedro pensó en levantar la mano y enseñarle su anillo de matrimonio, pero pensó que sería muy bajo de su parte― Puedes decirle a Carlos que pase a mi oficina, ¿por favor?
― Por supuesto― Contesto ella mientras levantaba el teléfono.
― Te extrañaba― Se refirió Pedro a su oficina mientras se sentaba en su silla de trabajo. ― Este escritorio necesita algo… necesita una foto de Paula― Pensó en voz alta.

― Amigo― Dijo Carlos mientras entraba― ¡Me alegro tanto de que estés aquí! ―
Pedro se levanto y lo abrazó dándole unos golpecitos en la espalda.
― Espera un momento― Dijo Carlos mientras entrecerraba los ojos― Vuelve a levantar tu mano izquierda.
Pedro la levanto mientras sonreía
― No lo puedo creer… Pedro Alfonso… ¡te has casado! ― Carlos volvió a abrazarlo― Cuando me dijiste que estabas a punto de casarte con… esa chica ¡jamás pensé que hablaras en serio!
― Eso explica el porqué de tu ausencia en la ceremonia― Bromeo Pedro.
― Pensé que estabas jugando... no pensaba gastar dinero en un boleto de avión para que cuando llegara escuchara un: era broma. Debiste insistirme con que era cierto… así no me lo habría perdido. Aun así muchas felicidades― Carlos tomó asiento― Y bien, ¿cuál es su nombre?
― Gracias por tu felicitación. Se llama Paula Alfonso― Una amplia sonrisa apareció en su rostro― Anteriormente Paula Chaves.
― No dejaste de hablarme de ella durante 3 meses… y mira finalmente te has casado con ella. Apuesto a que son muy felices.
― Algo así― Dijo Pedro haciendo una mueca― Apenas nos casamos ayer y digamos que las cosas no han resultado tal como lo esperaba… bueno si, pero solo las cosas malas―
― No te preocupes… con el tiempo tendrán una relación llena de amor― Dijo Carlos comprendiendo las palabras de su amigo Pedro.


Pedro le había contado todo a Carlos. Para Pedro Carlos más allá de ser un amigo era un confidente.

― La hubieras traído. Pasado mañana habrá una fiesta de etiqueta ― Dijo Carlos
― ¿Qué celebramos? ― Preguntó Pedro con entusiasmo
― En lo que va del año hemos duplicado las ganancias y además firmamos contrato con Épsilon, ya sabes, la empresa que tanto deseabas.
― Estoy impactado― Dijo Pedro abriendo sus ojos como dos platos― Buen trabajo Carlos, y bueno para tu información, Paula ha venido conmigo… solo que se ha quedado en casa.
― De veras que te gusta estar cerca de ella el mayor tiempo posible, no has aguantado dejarla en Nueva York por tres días― Negó con la cabeza a manera de burla.
― Ni tres, ni dos, ni siquiera un día podría estar sin ella― Admitió Pedro― Es más, le he mentido diciéndole que tengo que estar aquí dos semanas
― Muy mal… apenas llevan un día de casados y ya has dicho una mentira Pedro― Su amigo soltó una carcajada. ― ¿Para qué le has dicho que son dos semanas?
― Porque en parte… quiero disfrutar de Hawái en compañía de ella… ya sabes como una luna de miel.

Carlos levantó las cejas con picardía.

― ¿No te ha bastado con la noche de bodas? ― Pregunto él con voz ronca, siempre bromeaba así con Pedro― Dale un respiro, hermano
Ambos rieron.Pedro miro fijamente hacia unos papeles que tenía en su escritorio.
―Te vas a sorprender por lo que te voy a decir pero― Hizo una pausa para mirar a su amigo― No paso nada ayer, no la toque, ni siquiera dormimos en la misma cama.
― ¿Qué? ― Carlos salto de su silla― Pero si la deseas desde que la conoces, como es que ahora que tienes derecho porque es tu esposa, no has aprovechado― Estaba sorprendido.
― Lo sé, se que yo mismo te decía que muchas veces tuve que controlar mis impulsos… pero la verdad es que quiero que cuando suceda sea porque ambos quisimos y no solo yo― Aclaro Pedro mientras se servía un vaso con agua.
― En eso tienes razón― Coincidió su amigo―
― Tú sabes que quiero tener familia― Dijo Pedro con media sonrisa
― Si, pero no tan pronto. También se que en este momento solo quieres demostrarle tu amor― Su amigo tenía una gran sonrisa.
― Así es― Contesto el antes de beber el agua de su vaso.
Ellos siguieron charlando mientras se ponían a trabajar. El tiempo voló, ya eran las 4:00 de la tarde y Pedro no se percato de ello, hasta que Carlos se lo dijo.
― Es muy tarde y Paula esta sin comer, le prometí que comeríamos juntos. ― Dijo saliendo de la oficina― Nos vemos.

Pedro condujo un poco rápido, anisaba llegar a casa y encontrarse con su esposa. Estacionó el coche y entro a paso rápido.
― Paula― La llamo varias veces pero no obtuvo respuesta.
Camino hasta la habitación de su esposa y ahí la encontró dormida.
Es tan hermosa pensó Pedro. Una vez más, pero sin que ella lo notará, la beso en la frente.



CAPITULO 5




― ¿Tienes una casa aquí? ― Me quedé boquiabierta.
― Claro― Dijo él mientras me miraba― Soy un hombre de negocios, y por tanto precavido. Procuro tener una casa en los lugares a donde más viajo.
― Eso habla bien de ti― Dije mientras subíamos a un taxi.
El se limito a asentir y darle la dirección al taxista.
Pedro había dicho que el trayecto del aeropuerto a su casa era largo, que tomaba alrededor de 50 minutos llegar. Para no aburrirme decidí bajar el cristal de la ventanilla y sentir la brisa del mar.
― ¡Wow que linda casa! ― Exclame cuando ante mis ojos apareció una casa lujosa, no muy grande pero bonita. Lucia demasiado cálida a causa de los colores veraniegos.
Pedro se acerco a mi ventanilla y miró a través de ella.
― Me alegra que te guste… porque ahí es donde nos quedaremos― Dijo el sonriendo
― ¿Esa… esa es tu… casa? ― Pregunté balbuceando.
― Desde ahora, nuestra casa― Tomo mi mano y la apretó con cuidado
Sentí como una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo.

Al bajar del taxi, el aun sostenía mi mano y el amable conductor hizo el favor de bajar las maletas. Pedro soltó mi mano y dio un par de billetes al hombre, luego, juntos caminamos hasta el gran portón de la casa. Pedro introdujo unos números y este se abrió. Caminamos hasta la puerta de la casa, cuando el introdujo la llave, una sensación de alegría apareció en mi cara. Podía apostar que la casa era preciosa, al igual que la de Nueva York.
El me cedió el paso y apenas había entrado cuando me quede paraliza ante tanta belleza.

― ¿Linda, no? ― Pregunto él mientras ponía las maletas a un lado.
― Demasiado linda, diría yo― Caminé hacia la sala de estar.
― Me ha llevado un par de años de arduo trabajo construirla. He necesitado miles y miles de dólares, pero han valido la pena. ― Camino hacia donde yo estaba y encendió el aire acondicionado― A pesar de que solo es de un piso, cuenta con dos habitaciones, perfectas para nuestra situación― Soltó una risa
― Si― Dije riendo― ¿Acaso ya predecías que te casarías con una mujer que no dormiría en el mismo cuarto que tú?
― No, para nada. Siempre pensé que mi esposa y yo dormiríamos juntos… pero ya ves las cosas cambian― Sonrío con pesar
― Si que lo hacen― Desvie la mirada― ¿Podrías mostrarme la casa entera? ―


Lo hizo. El me llevo por un extenso recorrido. Sin duda alguna el amaba esta casa, se sentía orgulloso de haberla construido con todo el esfuerzo que hacía en su empresa. Había una piscina, era de gran tamaño y el fondo era azul, desde ahí se podía observar la playa. Luego me llevo a la que sería mi habitación, era preciosa, la paredes eran color arena. En seguida me mostro su habitación y dijo que como él sí tenía televisión… yo era bienvenida a cualquier hora del día.

― Bueno tomaré una ducha― Dijo mientras abría la llave de la regadera― Tengo que ir a la empresa
― Oh… pensé que irías hasta mañana― Le pasé una toalla.
― No… entre más rápido acuda, mejor. ― Me gustaría que me acompañaras, así, al salir de la empresa podríamos ir a comer a algún restaurante
― No te molestes… yo puedo comer aquí― Dije con media sonrisa― Además… si te acompañara a la empresa, solo sería un estorbo.
― Te equivocas...tu nunca serás un estorbo para mí― Me miro con sus lindos ojos color café.
― Aun así… creo que será mejor que me quede aquí a desempacar mis cosas― Hice una mueca― Pero podrías avisarme cuando salgas de la empresa… yo podría ir y después, si quieres, vamos juntos a comer.
― Mejor yo vengo por ti― Dijo él mientras se quitaba la camisa
Por más que trate de no mirarlo… me fue imposible al igual que evitar que mis mejillas se pusieran rojas y que comenzara a hablar torpemente.
― Es…está bien… digo si es que… que no es una molestia para ti… porque si lo es… pues yo puedo comer en algún lado…no muy lejos de aquí...pero bueno tu… tú decides.
Pedro rió ante la actitud de su esposa, ella era increíblemente inocente, solo con verlo sin camisa se había sonrojado y eso a él le causaba gracia. Caminó hacia ella y la estrecho entre sus brazos.
― Eres tan tierna― Me susurro al odio
Sentí como mis rodillas temblaban, era como si no pudieran sostenerme más.
― Sabes… emmm… no…es muy común que reciba el abrazo de alguien sin camisa― Dije temblando
― Acostúmbrate― Dijo él mientras me daba un beso en la mejilla.
― Creo que no podré― Me alejé de el― Bueno te dejo para que te arregles, no quiero que por mi culpa llegues tarde― Salí casi casi corriendo de la habitación.
Pedro lanzó una carcajada bastante audible y eso hizo que me sonrojara aun más.
No tardo mucho en salir de su habitación. Lucía atractivo… vestía un traje y el calzado Italiano que yo había empacado.

― ¿No te gustan las corbatas? ― Note que no llevaba puesta una―
― Si, pero no empacaste una― Sonrió
― Que tonta… lo olvide― Dije rodando los ojos
― Al menos te molestaste en empacar otras cosas― Metió el celular en su bolsillo― Me hubiera gustado ver tu cara cuando te topaste con mi ropa interior― Lanzo una mirada traviesa
― Reí y me sonrojé demasiado… ya me has visto así antes― Reí
― Tienes razón― Posó su pequeña boca en mi frente― Regresaré lo más pronto posible
―Que te vaya bien, Pedro― Dije olfateando el perfume tan delicioso que llevaba
― Gracias―A continuación abrió un cajón y saco unas llaves, lo miré confundida. ―Tengo un lindo convertible esperándome en la parte trasera― Dijo con un brillo en sus ojos― Te gustara, estoy seguro de ello.
Yo solo le sonreí y el salió. Pude ver como un coche salía de la casa, si que era elegante... era color negro. Pedro acelero y pronto desapareció de mi vista.

Fui a mi habitación a desempacar mis cosas y una vez que termine me recosté boca arriba mientras observaba el techo. Recordé el cálido beso que Pedro había puesto en mi mejilla y después recordé el de mi frente. Curiosamente no me había besado en la boca… aun cuando la boda termino y se escucho: Puede besar a la novia, el solo rozo mis labios… eso era lo más cercano a un beso que había recibido de él. ¿Por qué no me querrá besar? Fue lo último que pensé antes de que mis ojos se cerraran y cayera en un profundo sueño.


sábado, 25 de mayo de 2013

CAPITULO 4


―Adelante― Dijo con voz cansada
Paula entro por la puerta y no pudo evitar pasar los ojos por toda la recamara de su esposo. Realmente era hermosa era dos o más veces más grande que la suya, era más que obvio que a Pedro le gustaba tener espacio para caminar.
― Oh… veo que has venido― Dijo el incorporándose― Dime cuáles son tus razones para no ir al viaje conmigo
Respiré profundamente
― Ninguna, he cambiado de parecer, si iré contigo― Había decidido seguir el consejo de Dora
Pedro estaba totalmente sorprendido, jamás pensó que ella cedería tan fácilmente.
― ¿Por qué? ― Quiso saber el
― Te molesta el hecho de que no quiera ir… y si cambio de opinión… también te molesta. Realmente no te entiendo, Pedro.
El soltó una carcajada
― El vuelo sale a las 7:00… por lo que ya te imaginaras a qué hora debes levantarte. No necesitas hacer maletas… solo tu presencia
― ¿Será un viaje de ida y vuelta?― Pregunté con entusiasmo
― No, de hecho permaneceremos haya durante dos semanas― Puso sus brazos detrás de la nuca y se recargo en la cabecera de la cama
― Dos semanas… es mucho tiempo como para no llevar maletas.
― Te comprare ropa y todo lo que quieras en Hawái… el clima es impredecible, por eso.
― De acuerdo, bueno me retiro―
― No tan rápido― Dijo Pedro dando una palmada en la cama.
Me quedé paralizada, di media vuelta para quedar de frente a el

― Hoy es nuestro primer día como casados y me gustaría que… me acompañes un momento.
Sentí como la sangre se me acumulaba en mis mejillas.

Pedro no tenía ninguna mala intención, como las que ella estaba pensando… el solo quería divertirse un rato haciéndola sonrojarse.
― Así que ven a ver televisión un rato― Dijo el riendo debido a mi expresión facial.
Me relajé y deje caer los hombros. Camine hasta la cama y me senté en la orilla.
― ¿Qué te apetece ver? ― Preguntó mientras día la televisión
― Lo que tú quieras está bien―
― ¿Estás segura de ello? ― Preguntó el con tono sensual
Ella pudo sentir como sus pies comenzaban a temblar, no había duda alguna estaba nerviosa y asustada. Se puso de pie y observo la cara de diversión que Pedro tenia.
― Solo bromeo… es divertido burlarse de los débiles… como tu― Dijo él mientras cambiaba de canal― No pienso obligarte a nada… tu sabes a lo que me refiero
Me sentí terrible
― Ahora toma asiento y dime qué quieres ver―
― Me gustaría una película― Dije al fin
― Bueno, entonces abre ese estante― Lo señaló― Tengo alrededor de 200 títulos para escoger
Cuando abrí el estante me di cuenta de que Pedro no exagero cuando dijo que tenía alrededor de 200 títulos… pues posiblemente tenía 300.
Elegí 50 First dates
― Buena elección, Adam Sandler es un maravilloso actor― Dijo Pedro mientras introducía la película en el reproductor. ― Al menos tenemos gustos parecidos en películas―

No negaré que cuando la película comenzó, me sentía incomoda pero conforme los minutos pasaban tomé confianza y hasta me recosté en la cama. Pedro no paraba de reír… su risa era cálida y graciosa, en ocasiones me provocaba más risa la manera en que el reía que la película. Pero cuando faltaba poco para que terminara, no escuche más a Pedro, supuse que había dejado de prestar atención a la película y ocupado su atención en algo más, como el viaje del día siguiente.
La película termino, me puse de pie y miré a Pedro… para mi sorpresa, el se encontraba dormido. Su rostro lucia tan diferente… tan tranquilo, sus parpados descansaban y pude notar que su boca era pequeña y bien definida.

Fui a mi habitación, a pesar de que él me había dicho que no hiciera maletas, decidí hacer una… pues no quería que el gastara dinero en mi. Cuando acabe de organizar todo para el viaje, fui hasta su habitación y note que aun dormía… solo que había girado su cuerpo hacia el lado izquierdo. Se vía tan apacible… parecía un niño pequeño.
Abrí el ropero y me encontré con una gran cantidad de ropa, desde trajes sastres hasta unos jeans demasiado casuales. Pensaba que solo las mujeres acostumbraban tener toneladas de ropa, pero al parecer estaba equivocada.
Tome solo ropa cómoda, dos pares de calzado, unos tenis y unos zapatos. Abrí un cajón y encontré sus calcetines, decidí tomar 5 pares… luego abrí el otro cajón y me encontré con sus bóxers…solté una risita y al mismo tiempo sentí como me sonrojaba. De ellos solo tome un puño y salí de la habitación. Ya en mi habitación me puse a doblar las prendas para que cupieran en la maleta que quedaba vacía. Había llegado a casa con dos maletas grandes, que Pedro me había reglado días antes. < Para que lleves a casa algo de tu ropa> Me había dicho.

Tarde media hora en organizar su maleta, pero cuando al fin acabe mire el reloj y eran las 9:00 de la noche… el llevaba dormido aproximadamente 2 horas. Fui a la habitación para ver si había despertado… pero no era así. Toqué su frente para asegurarme de que no estuviera enfermo o algo así, pero él se encontraba en perfecto estado.
Le quite los zapatos y desabroche el primer botón de su camisa… aun llevaba puesta la misma de la boda. Tome una cobija del ropero y lo tape. Como pude acomode su almohada, la cual ya estaba casi en el suelo. El comenzó a moverse y entreabrió sus ojos.
― Tranquilo, descansa― Le dije mientras daba unas palmaditas en su hombro.
De inmediato el cerro sus ojos, estaba bastante cansado.
Apague las luces y baje a la sala, ahí se encontraba Dora viendo la televisión.

― Hola Dora― Dije sentándome a su lado
― Paula, no te había visto en un buen rato―
― Estaba haciendo las maletas… y antes de eso pase un rato con Pedro, viendo una película― Le sonreí.
― ¿Y dónde está el? ―
― Se ha quedado dormido… ya lo eh acobijado ―
― Que buena eres, la noche está fresca, si no lo hubieras hecho el pobre hubiera pasado frio―
― Si― Solté una risa― Iré por una manzana y después me iré a dormir, mañana saldremos muy temprano de aquí.
― Me imagino, será mejor que Pedro haya puesto su alarma, si no, no se levantara―
― Yo pondré la mía, por si acaso― Le sonreí― Bueno hasta mañana Dora―
― Que descanses― Dijo ella con una sonrisa.
Fui a la cocina por una manzana, luego subí a mi habitación y después de tomar una ducha me entregue a los brazos de Morfeo, aun cuando apenas eran las 9:45 de la noche.

Pedro despertó a las 5 de la mañana, había tenido un sueño demasiado placentero, cuando se dio cuenta de que aun llevaba la ropa del día anterior tallo sus ojos mientras trataba de recordar porque. Ni siquiera recordaba haber tomado una cobija, mucho menos quitado se los zapatos. Y fue entonces cuando recordó la imagen nublosa de Paula, cuando le acomodaba las almohadas.

― Al menos tuvo compasión de mi― Dijo levantándose de la cama mientras caminada derecho al baño.
Una vez que estuvo listo, salió de su habitación con celular en mano y fue a la de Paula. Abrió la puerta con sumo cuidado pero solo se encontró con una cama tendida y vacía; supuso que estaría abajo, así que con paso rápido fue escaleras abajo y se encontró con dos maletas al pie de la puerta.

Paula salió de la cocina con una leve sonrisa

― Te has levantado― Dije mirándolo― Y arreglado. ¿Has dormido bien?
― Te ordene que no hicieras maletas― Me reprochó el
Jamás pensé que le molestaría tanto, después de todo yo solo quería evitar que gastara dinero. Aunque en el fondo también lo había hecho con la intención de que se molestara por el hecho de desobedecer sus órdenes.
― Lo lamento, yo…
― No― Dijo el acercándose a mi― Discúlpame tu a mí. Esos no son los modales que me inculco mi familia. Sí, he dormido bien… gracias por la cobija― Dijo con una media sonrisa.
― De nada― Asentí
― Dora, ¿jose puede llevarnos? ― Pregunto Pedro mientras agarraba una de las maletas
― Por supuesto, de hecho ya esta esperándolos en el coche.
― Bien― Pedro tomó la otra maleta
― Déjame ayudarte― Corrí hacia el
― No― Negó con la cabeza― ¿Pero por qué dos maletas?
― Una es tuya… espero que no te moleste el hecho de que haya inspeccionado tu ropero― Mis mejillas se tiñeron de rojo.
― En lo absoluto, gracias…ahora vámonos― Giró hacia Dora― Nos vemos en dos semanas, Dora
― ¡Que tengan un buen viaje! ― Dijo agitando su mano
― Gracias― Le sonreí.

No acostumbraba mucho a viajar en avión, siendo honesta solo lo había hecho dos o tres veces. Pero esta vez fue la peor de todas. Para empezar, era demasiado temprano y a pesar de que no tenía sueño, cerraba mis ojos a manera de relajación. Pedro no cruzó palabra conmigo, salvo cuando me pregunto si deseaba algo de beber o comer.
El viaje fue largo, pero al fin bajamos del avión
― ¿En qué hotel nos quedaremos? ― Pregunte mientras trataba de seguir el paso de Pedro
― En ninguno. Nos quedaremos en mi casa.




viernes, 24 de mayo de 2013

CAPITULO 3




― Pedro― Dijo Dora llamando a la puerta del despacho
― Adelante Dora―
― La comida esta lista― Frunció el ceño― Pensé que Paula estaba aquí contigo.
― Esta en su habitación― Dijo el levantándose de su silla― Iré a avisarle que baje a comer
― Bien, los espero en el comedor… lo he preparado de una manera especial para ambos― Dibujo una sonrisa en su rostro.
― Gracias― Le agradeció Pedro cuando paso junto a ella.

El subió hasta la habitación de Paula, cuando estuvo frente a la puerta se quedo callado para ver si escuchaba algo, pero al no escuchar nada decidió entrar sin tocar. Cuando la vio recostaba en la cama una sonrisa aprecio en su rostro. Se hinco a su lado y la observo durante un momento… fue entonces cuando se dio cuenta de que ella había llorado. La sonrisa de Pedro había desaparecido, se maldijo a sí mismo puesto que sabía que él era el causante de ese llanto.

― Paula― Dijo sacudiéndola bruscamente
Al sentir que alguien me sacudía abrí mis ojos con preocupación
― ¿Pasa algo? ― Fue lo primero que pregunte
― La comida esta lista, bajemos― Pedro se puso de pie
― No…te
― No me digas que no tienes hambre porque es un comentario que ignorare… te espero afuera, no tardes.
― Esta bien― Caminé hacia el cuarto de baño.
Al salir de la habitación, pude observar como Pedro se encontraba recargado en el barandal de la escalera de forma atractiva, caminé hasta el.
― Listo―
Pedro me miro de arriba abajo de manera detenida.
― No me he hecho nada― Le dije enojada, por la manera en la que él me había mirado.
― No hace falta que te arregles para que yo te mire… siempre me has parecido atractiva al natural. Además si hiciste algo… borraste los rastros de la humedad de tus ojos.
Paula sintió como sus mejillas se teñían de color rojo escarlata. Abrió la boca para pedirle que se guardara ese tipo de comentarios pero el celular de Pedro sonó y el dio media vuelta entrando en su habitación. Ella no lo esperaría, así que bajo hasta el comedor y ahí se encontró con un hermoso arreglo florar y una cristalería cara.

― Wow, que bonito―
― Oh Paula… no te oí bajar― Dora llevaba la comida a la mesa― me alegra que te guste, lo he hecho yo misma.
―Tienes mucho talento Dora― Le sonreí― Es precioso
― Gracias, ahora por favor toma asiento― Me senté― Y ¿Dónde has dejado a Pedro? ―
― El recibió una llamada telefónica y se ha quedado en su habitación.
― Ya veo― Dijo Dora pensativa― ¿Quieres comenzar a comer de una vez?
― No, será mejor que espere a Pedro… quiero evitar discusiones―
― Eres muy inteligente― Dora rio― El te quiere
En eso Pedro entro al comedor.
― ¿Quién la quiere, Dora? ― Pregunto el recorriendo la silla para tomar asiento.
― Tu cariño, tú la quieres― Dora tenía una gran sonrisa mientras lo miraba
Pedro prefirió no dar comentario alguno ante la afirmación de Dora.
― Paula― Me llamo él para atraer mi atención
― ¿Si? ― Pregunté con nerviosismo
― Mañana mismo salimos de viaje a Hawái― El tenia una sonrisa en su rostro.
― ¿Mañana? ― Repetí perpleja― Pensé que no tendríamos luna de miel
Pedro rio en un tono alto
― ¿Para que gastar dinero en una luna de miel cuando ninguno de los dos la merecemos? ―
Lo miré confundida, ahora sí que no entendía nada.
― Entonces…
― Es un viaje de negocios― Dijo Pedro antes de dar un sorbo a su copa― Acabo de enterarme con la llamada que conteste… por cierto, no tuviste la paciencia suficiente para esperarme.
― No entiendo entonces porque he de acompañarte― Respondí enojada― Ni siquiera sé cómo funciona tu empresa
― Eso ya lo sé― El me dirigió una mirada intensa― Pero eres mi esposa y quiero que estés enterada de mi vida laboral. Además es tu obligación pasar tiempo conmigo
― Eso era antes, en estos tiempos….
― No me importa como es en estos tiempos― Me interrumpió― El punto es que quiero que vengas conmigo… es una orden no una propuesta
Quería comenzar a pelear… quería dejarle en claro que no lo dejaría pasar por encima de mí.
― Pues yo no quiero ir― Dije poniéndome de pie― No me puedes obligar
― Claro que si― Dijo Pedro también poniéndose de pie, provocando que me intimidara― Dora preparo esta comida con mucho gusto… así que siéntate y come... fin de la discusión― Respiro profundamente para tratar de tranquilizarse.
― Al menos…
― He dicho fin de la discusión― Me dirigió una mirada que hizo que agachara la vista.
― Al menos déjame hablar contigo después de comer
― Lo pensare― Llevo un bocado de lasaña a su boca
Miré mi plato y luego a Dora, quien me miraba con tristeza, decidí dirigirle una sonrisa antes de probar el platillo.
― Esta deliciosa, Dora― Dije al fin tomando otro bocado.
― Gracias, me retiro― Dijo con un intento de sonrisa, que más bien era una mueca.

De vez en cuando miraba a Pedro, pero él ni siquiera despegaba la vista de su plato. Al terminar, se puso de pie y me miro fijamente.
― ¿Pasa algo? ― Pregunté fingiendo inocencia
― Te espero en mi habitación para hablar del tema, estoy cansado y quiero relajarme un poco… por lo que te suplico que mínimo esperes unos minutos antes de subir― Dicho esto dio media vuelta y fue escaleras arriba.
Dora llego a recoger los platos.
― Mi niña, ¿me permites darte un consejo? ―
― Claro― Dije ayudándole a limpiar la mesa
― No discutas más con Pedro… acepta ir de viaje con el… tal vez te diviertas.
― Lo que me molesta es la manera en la que me lo dijo. Pudo habérmelo pedido amablemente―
― No discuto eso… pero después de todo, las intenciones de Pedro son buenas. El no quiere que pases tus días encerrada en esta casa
― Por eso pienso escaparme― Dora dirigió hacia mí su mirada llena de sorpresa― No te preocupes, solo bromeo, aunque ganas no me faltan
― Acompáñalo… lo más probable es que no sean muchos días, bueno ese es mi consejo, tu sabrás si lo tomas o no, Paula
― Gracias Dora, ahora déjame ayudarte a dejar la cocina impecable…Pedro ha dicho que lo deje descansar un momento―
― ¿Por qué mejor no vas al jardín? Hace unos mementos salí y el sol brilla como nunca.
― Bueno― Dije no muy convencida― Ya regreso

Paula camino hacia el jardín y cuando estuvo ahí decidió recostarse en el pasto boca arriba con los ojos cerrados. Pedro, que se encontraba en su habitación, camino hasta la ventana y mientras observaba el paisaje tan hermoso que la ventana le permitía ver, bajo la vista y pudo observar a su esposa.  no lograba explicarse que era lo que ella había despertado en el, pero cada vez que la miraba, una sonrisa aparecía en su rostro, se sentía feliz… aun cuando discutía, le encantaba admirar a su esposa quien lucía adorable con su frente fruncida.
Estuvo tentado a gritarle desde su ventana… pero no lo hizo ya que ella se puso de pie e ingreso a la casa. Pedro se recostó en la cama y cerró los ojos momentáneamente, hasta que llamaron a su puerta.




CAPITULO 2



La habitación, pensé. ¿Sería acaso que él me daría una propia? Rogaba que así fuera, pero en el fondo sabía que eso era casi imposible.............
Subimos las escaleras, eran alrededor de 32 escalones. Nos detuvimos frente a una puerta blanca, el giró el pomo de la puerta y cuando esta se abrió quede impactada ante la belleza de la habitación. Era grande a comparación de donde solía dormir en casa de mis padres, todo estaba decorado de manera lujosa, la habitación era beige con detalles en verde olivo… al parecer él no había olvidado mi color favorito.

― Esta será tu habitación, espero que te agrade― Dijo abriendo la ventana y amarrando las cortinas para que esas no se estuvieran moviendo.

― Es muy linda, gracias Pedro― Dije sonriendo pues en verdad estaba fascinada

Un momento… dijo ¿TU habitación? Eso significaba que ¿no compartiríamos? Mis plegarias habían sido escuchadas.

― Yo duermo en la habitación de enfrente― Dijo agachando la cabeza― Por si llegas a necesitar algo, sabes dónde encontrarme.

― Gracias― Dije con timidez.

No podía creer que desde que llegue a esta casa la única palabra que decía era gracias… si seguía así el no tardaría en recalcármelo.

― Vayamos abajo, quiero que conozcas a Dora y a José― Dijo empujándome con la mano a la salida― Ahora eres mi esposa y por tanto ellos están a tus servicios.

Cuando llegamos a la cocina ambos estaban sentados en unas sillas y cuando nos vieron entrar se pusieron de pie con una gran sonrisa.

― Ella es Dora, es quien se encarga básicamente de todos las labores domesticas de la casa y en especial de cocinar. Ha sido como una madre para mí, por lo que espero que sepas llevar una buena relación con ella.

Dora caminó hacia mí y me dio un abrazo cálido.

― Bienvenida a casa, cariño― Dijo con amabilidad.

― Gracias― Dije una vez más.

― El es jose, su esposo. Como ya te imaginaras él es como mi padre, pero no solo eso, también es mi amigo. El mantiene los jardines siempre verdes, además realiza trabajos de carpintería y muchas cosas más.

― Mucho gusto, señorita, estoy a sus ordenes― Dijo estrechando mi mando

― Gracias― Me preocupe cuando escuche como Pedro daba un respiro profundo, era obvio que estaba cansado de escucharme decir esa palabra.

― El camino de la Iglesia para acá es largo, ¿deseas algo de beber Paula?

Abrí mi boca a manera de sorpresa puesto que Dora sabia mi nombre.

― Hemos escuchado mucho de ti― Dijo Dora mirando a Pedro

― No, gracias estoy bien―

Dora rio levemente.

― No seas tímida― Dijo Dora llenando un vaso de agua

― Acostúmbrate Dora, Paula no habla mucho, o al menos no en el día de hoy.

― Lo lamento, Pedro― Dije apenada.

― No tienes porque disculparte― Aclaro su garganta― Dora, ¿te importaría si Paula se queda un momento aquí contigo?

― En absoluto. Pero por favor no me digas que vas a trabajar…acabas de casarte― Dijo Dora con cara de enfado.

― Solo iré al despacho a revisar unos papeles, no tardo más de 10 minutos― Dijo él con una media sonrisa.

Dora solo dio un pequeño gruñido y Pedro desapareció de la cocina, al igual que jose quien dijo que tenía unas cosas que hacer.

― Cariño puedes tenerme confianza, tenlo por seguro. Ahora toma asiento, platiquemos―

Me senté regalándole una sonrisa, luego coloque mis brazos sobre la isla.

― Hoy preparare Lasaña, la comida favorita de ambos, según me dijo Pedro― Dijo sacando todos los utensilios de cocina.

― No deberías molestarte―

― ¡Oh, claro que sí! No todos los días Pedro se casa… además se ve que eres muy linda tanto por dentro como por fuera.

― Gracias― Me sonroje

― Por favor no me agradezcas de todo― Dijo ella sonriendo

― De acuerdo…Dora… ― Dude por un momento ― ¿Solo viven ustedes tres en esta casa tan grande? ―

― Oh no… mi hija victoria también vive aquí… solo que aun no sale de vacaciones de la escuela, pero pronto estará aquí― Dijo mientras guardaba los platos en la alacena.

― Oh, ya veo. ―

― Paula… se que Pedro puede parecer una persona mala, sin sentimientos, pero créeme que él no es así, te lo digo yo que lo he visto crecer. Dale un tiempo para que te muestre en realidad como es… estoy segura que terminaras amándolo― Dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.

Me quede callada y cuando estaba a punto de hacerle una pregunta, Pedro entro a la cocina.

― Ya regrese― Dijo sentándose a mi lado― ¿Han encontrado un buen tema para conversar?

― Algo así― Dijo Dora mirándome.

― ¿Te parece si vamos un rato al jardín en lo que la comida esta lista? ― Pregunto rozando mi mano.

― Yo… preferiría ir a mi habitación a desempacar― Dije levantándome. La verdad es que no quería pasar tiempo con el

― Yo puedo hacerlo― Se ofreció Dora

― Es muy amable de tu parte pero estoy acostumbrada a hacer todo yo sola― Hice una mueca― Espero no te ofendas

― Dora, por favor encárgate de sus cosas― Dijo Pedro con voz recia.

― Pero…

El no me dejo seguir hablando, se levanto de su asiento, me tomo con delicadeza del brazo y atravesando la cocina me llevo directo al jardín.

― No me importa a lo que este acostumbrada― Dijo colocándose enfrente de mí― Ahora las cosas serán diferentes, te guste o no.

― Yo solo quería ahorrarle trabajo a Dora― Dije en apenas un susurro

― Pero ya has visto que para ella no es ningún problema, ¿o no? ―

― Si… yo… lo lamento―

― Deja de disculparte por todo― Me tomo por los hombros― No soy tu dueño o amo como para que te sientas con la responsabilidad de pedir disculpas

Lo mire perpleja.






CAPITULO 1



― Acepto-
A pesar de que ya habían pasado dos horas, esa era la única palabra que seguía retumbando en mi cabeza.

Me había casado y con honestidad podía decir que me sentía completamente infeliz. Es increíble como mi vida estaba dando un giro de 360 grados.

Aun no estaba lista para casarme, sin embargo ahora me encontraba atada a alguien, a alguien a quien ni siquiera amaba… ni quería un poco.

― Es un buen hombre, no te faltara nada con el― Me había dicho mi mamá semanas atrás después de que él me propuso matrimonio enfrente de su familia y mi familia.

Y ella tenía razón, nada me faltaría puesto que él era millonario. Estuve a punto de abrir la boca para decirle que me faltaría amor… pero no lo hice porque no quería comenzar a discutir.

Ahora me encontraba en el mismo coche que él, en el asiento del copiloto con mi cabeza recargada contra el vidrio, pensando en todo lo que paso desde que lo conocí aquel día en la tienda de relojes de mi madre. Hubiera jurado que era la primera vez que nos veíamos, pero al parecer no era así puesto que él había ido a la tienda no con el propósito de comprar un reloj, sino invitarme a salir.

El coche se detuvo, pero yo ni siquiera lo note, no sino hasta el momento en que vi su silueta a través del cristal. Me incorpore y el abrió la puerta ofreciéndome su mano, la cual tome para ayudarme a bajar. El se dirigió al baúl para sacar un par de maletas mías, luego juntos caminamos hasta la entrada, el abrió la puerta y ya adentro coloco la maletas en el piso.

― Bienvenida a tu nueva casa Paula ― Dijo él con una media sonrisa.

― Gracias― Fue todo lo que pude decir debido a que mi voz temblaba.

― Te presentare a dos personas muy importantes para mí, pero antes llevaremos tus maletas a la habitación.

La habitación, pensé. ¿Sería acaso que él me daría una propia? Rogaba que así fuera, pero en el fondo sabía que eso era casi imposible.





SINOPSIS



#La vida siempre esta dándonos sorpresas, algunas veces no logramos acostumbrarnos a ellas pero otras veces si; como en el caso de esta historia.

¿Qué pasaría si alguien esta profundamente enamorado de ti y tu de esa persona, pero por orgullo decides mantenerlo en secreto?

Aun sin amarlo un poco, Paula había contraído matrimonio con el, segura de que ninguno de los dos sentía algo por el otro.

Sin embargo, el la quería demasiado y ahora que al fin había logrado casarse con ella, no se separaría jamás, ni siquiera cuando ella demostrara una y otra vez que no era feliz a su lado.

Pero él, Pedro Alfonso  estaba seguro de que con el tiempo ella llegaría no solo a quererlo, sino a amarlo.

Después de todo esta acostumbrado a lograr todo lo que se propusiera, prueba de ello era que Paula Chaves ya era su esposa.#