viernes, 28 de junio de 2013

CAPITULO 73 2ª PARTE





― Extraño mi juventud― Suspiró Fede― Hola hermanos, cuñada.
― ¿De qué hablas? ¡Aun eres joven! ― Dije mientras apoyaba mi mano en su hombro.
― Siempre tan linda― Sonrió― Veo porque tu matrimonio con Pedro ha funcionado.
― ¿Por qué? ― Preguntó Pedro.
― Eres un gruñon de lo peor, estas obsesionado con tu empresa, a veces eres inmaduro, caprichoso…
― Ya entendí, ¿el punto es? ― Pedro entrecerró sus ojos.
― Tu esposa es tan linda y agradable que te tolera… si yo fuera mujer....
― Serias una mujer muy fea― Interrumpió Mati― Jamás saldría contigo.

Todos explotamos en carcajadas, incluso Fede.

― Siempre con tu humor Matias pero no, eso no es lo que iba a decir― Soltó una última carcajada― Si yo fuera mujer, ya te habría botado, Pepe
― ¿Gracias? ― Pedro hizo un gesto gracioso―
― Yo así te quiero, amor― Lo abrace por detrás y él colocó sus manos sobre las mías― Y mucho.
― ¿Lo ves? Tienes suerte― Dijeron Mati y Fede  al mismo tiempo.
― Sí, soy el hombre más afortunado― Elevó mis manos a su boca y las beso.
― Ustedes también son afortunados, chicos― Comencé a decir― Lore y Alice los aguantan día con día… que valor.
― Eso no da risa, Paula― Matias cruzó los brazos― Has perdido encanto.
Una vez más, comenzamos a reír y de pronto sentí como alguien me abrazaba por las piernas. Benja.

― Hola pequeño― Dije mirándolo ― ¿Qué pasa?
― ¡Abrazo!
Fede se puso a su altura y lo tomó entre sus brazos.
― ¿Quién es mi sobrino favorito?
― ¡Ese soy yo! ― Sonrió― Vamos tío Fede juguemos.
Fede giró a Benja y quedo de cabeza, comenzó a reír.
― Me toca pasar tiempo con el cumpleañero― Dijo Matias.
Benja sonrió y acerco sus brazos a Mati. Los tres comenzaron a caminar hacia el resto de los invitados. Yo los seguía con la mirada cuando sentí un beso en la mejilla. Miré hacia un lado y contemplé a Pepe.
― benja adora a tus hermanos
― Si, lo he notado, y ellos lo adoran a él
Pedro tomó mi mano y caminamos juntos hacia los demás.
― ¡Gonza,Zai! ― Me acerqué a ellos y los abracé― Me da mucho gusto que estén aquí
― A mi no, odio las fiestas infantiles― Dijo Gonzalo a manera de broma― ¿Dónde está el diablillo de mi sobrino?
― Juega con Fede.
― Bien, esperare a darle su regalo, estoy seguro que le fascinara― Gonzalo inclino su cabeza― Hola Pepe!
― Hola Gonza!― Lo abrazó y dio unas palmaditas en su espalda― Que gusto que hayan venido!
― Lo sé, Gonza es el payasito sorpresa de la fiesta― Dijo Zaira―
― Siempre tan bromista― Dijo Gonza y beso a Zai, su esposa―
― Bueno, ¿les parece si comemos? ― Pregunté―
― Vamos― Pedro me abrazó por detrás y me condujo con el resto de la familia.

Todos estaban ahí. La familia Alfonso, la familia Chaves y amigos cercanos, como Carlos Rutherford, Dora, Jose, Vicky y su novio, Keyla y su pequeña Jasmin. Entre risas y pláticas, la comida transcurría. Alegría se respiraba en el aire.
Al terminar de comer, miré a Pedro y el tomo mi mano al tiempo que asentía. Nos pusimos de pie.

― Familia hay algo que deben saber― Pedro elevó su voz para llamar la atención.
De pronto todos guardaron silencio y fijaron sus miradas en nosotros.
― Nos enteramos hace un par de días pero quisimos esperar hasta hoy para que todos ustedes lo supieran― Me miró y sonrió
― Dilo conmigo― Susurre― Por favor
Pedro sonrió y beso mi mejilla.
―Paula y yo…
Hubo un pequeño silencio.
― ¡Seremos padres por segunda vez! ― Dije con una inmensa sonrisa― ¡Estoy embarazada!
Una avalancha humana nos abrazó y felicitó. Apenas y podía respirar entre tantos brazos alrededor mío.
― Felicidades hija― Mamá y papá me abrazaron― ¡Otro nieto o nieta!
― Gracias― Los abracé fuertemente― Los quiero.
Estiré mi mano y sujeté la de Pedro quien de inmediato se unió al abrazo, al igual que la señora Ana y el señor Horacio.
El resto de la fiesta transcurrió con gran entusiasmo. Nadie paro de reír y divertirse. El sol comenzó a ocultarse y los invitados se despidieron, prometiendo reunirse muy pronto.

Después de limpiar con ayuda de Victoria y Dora, entré a la casa y Benja corrió a abrazarme.
― ¡Mami! ― Gritó― ¿Jugamos?
― Jugaremos mañana porque ahora es hora de dormir, así que andando― Tomé su manita y comencé a subir los escalones―
― Pero mamá no tengo sueño― Contraatacó―
― Ha sido un día agitado, estoy segura que si tienes sueño.
― No es verdad― Bostezó―
― ¿Y entonces que ha sido eso? ― Pregunte con una sonrisa mientras abría la puerta de su habitación―
― Tal vez si tenga un poquito de sueño, pero tendrán que leerme un cuento.
― Trato hecho ― Comencé a vestirlo con su pijama― ¿Peter Pan está bien?
― Si― Sonrió― ¡Tú serás Wendy y Papá será Peter!
― De acuerdo, iré por él, mientras cepíllate los dientes, ¿quieres?

Benja salió corriendo en dirección al baño. Entre a la habitación contigua y Pedro estaba recostado en la cama. Con paso lento caminé hasta él y lo besé en la mejilla, abrió sus ojos y dibujó una sonrisa en su boca.

― Hola linda― Acarició mi mejilla― ¿Pasa algo?
― Benja quiere escuchar el cuento de Peter Pan― Me senté― Pero veo que estas cansado, será mejor que le cuente uno en el cual no necesite de tu ayuda.
― No estoy cansado, solo pensaba en algunas cosas.
― ¿En qué? ― Pregunté curiosa― ¿En mi? ― Sonreí.
― Así es, en ti― Se levantó― Siempre pienso en ti, no hay día en que no lo haga
Miré a Pedro y sentí mis mejillas teñirse de rojo.
―Es increíble. Han pasado cuatro años y sigues sonrojándote, me encantas.
― Y tú a mi ― Sonreí―
― Bueno Wendy, ¿estás lista? ― Tomó mis manos y de un tirón me levantó de la cama― Vayamos al nunca jamás.

Cuando entramos a la habitación Benja ya estaba en su cama y tenía un sombrero de pirata en su cabeza.

― ¡Han llegado! ― Comenzó a saltar y nos tendió el libro―Desde el principio.
― Muy bien― Aclaré mi garganta― Peter Pan decidió visitar la casa de los Darling porque ahí había gente que creía en él.
― La Sra. Darling pensaba que Peter Pan era el espíritu de la juventud― Continuó Pedro― Juan y Miguel pensaban que Peter Pan era una persona de verdad…

Pedro y yo leíamos el cuento juntos y cuando habían diálogos entre Peter y Wendy, los actuábamos. Los lindos ojitos de Benja resplandecían y una gran sonrisa permanecía en sus labios. Minutos después miré el reloj y eran las 10:00 pm, Benja  no tardaría en quedarse dormido.

― “¿No es maravilloso?” dijo Wendy, mirando por la ventana. “¿Ven que bien navega el barco?” ― Dije con una sonrisa―
Apenas comenzaba el párrafo final cuando Pedro cerró el libro. Levanté la vista y él hizo un ademán con la mano en dirección a Benja. Nuestro pequeño ya estaba profundamente dormido. Camine hasta él y lo arropé, se movió ligeramente.
― Descansa pequeño― Besé su frente― Feliz cumpleaños.
Pedro también se acercó y acarició su cabello al tiempo que sonreía.
― Hasta mañana pirata Benja― Sonrió―
Suspiré y me levanté de la cama. Miré por última vez a Nuestro hijo y apague las luces, Pedro y yo salimos de la habitación.
― A Peter Pan y Wendy les funcionó así que ¿por qué no vuelas conmigo? ― Preguntó Pedro.
― Con gusto― Respondí con una sonrisa.

Tome su mano y caminamos a lo largo del pasillo, bajamos las escaleras y llegamos al jardín. El cielo estaba lleno de estrellas titilantes. Caminé unos pasos y levanté mis manos.

― Ven a mis brazos― Dijo Pedro―
Me giré con una sonrisa y lo abracé. Él colocó sus manos en mi cintura.
― ¿Bailamos? ― Susurró en mi oído―
― Por supuesto― Contesté con una sonrisa― Será un honor.
Comenzó a tararear una canción, la canción que bailamos en nuestra boda cuatro años atrás. Nos movíamos lentamente mientras el frío viento de diciembre jugaba con nuestro cabello. Recargué mi mejilla en su hombro y sentí como él apoyaba su mentón sobre mi cabeza. Suspire.
― ¿Qué pasa? ― Preguntó con un tierno tono de voz.
― Siempre haces cada momento especial. Por más sencillo que sea, tú lo conviertes en algo mágico.
― Solo cuando estoy contigo― Me separó de él― Lo mereces.
― ¿Seguiremos juntos hasta el final de nuestras vidas, cierto? ― Lo miré a los ojos―
Pedro acercó sus labios a los míos y depositó un efímero beso.

― Hasta el final de nuestras vidas me parece poco― Sonrió― Seguiremos juntos por siempre.

Me puse de puntitas y lo besé. Él correspondió el beso mientras con sus manos acariciaba mis mejillas, cerré los ojos y eché los brazos alrededor de su cuello.
― ¿Quién necesita al paraíso? Si te tengo a ti― Dije― Mío, completamente mío.
― Te amo Paula― Beso mi frente y después mi mejilla― Mi dulce y amada Paula.
― Te amo Pepe― Abrí mis ojos― Y nunca dejaré de hacerlo.
Con delicadeza Pedro me acercó lo más que pudo a su cuerpo. Roció mi cara con suaves besos y susurraba palabras de amor. Jugó un momento con nuestros labios y finalmente apresó mi boca con la suya. Sus labios recorrían los míos y los hacían sentirse vivos.
― Sé todo sobre ti, sabes todo sobre mi― Dijo Pedro― Las dificultades han quedado muy atrás y me alegro de eso.
― Yo igual― Tome su cara entre mis manos― En un principio apenas y cruzábamos palabra y ahora…― Suspire― Nuestra relación es perfecta.
― Y te prometo que así seguirá siendo, hasta el fin de los tiempos.
― Hasta el último respirar― Sonreí― Juntos tu y yo.

Pedro entrelazó nuestras manos, acercó su cara a la mía y centro su vista en mi boca. Luego, sus ojos tan claros como la miel se hundieron en lo más profundo de los míos y sus cálidos labios aterrizaron en el puente de mi nariz. Ambos reímos y comenzamos a rozar nuestros labios, como si solo quisiéramos dar suaves y dulces toques.

― Siempre te amaré― Su aliento chocó en mi boca― Siempre.

Tomó mi cara entre sus manos y sus labios se posaron sobre los míos. Un beso inigualable, simplemente hermoso y único, como todos los que él me daba. Nos separamos durante algunos segundos para mirarnos y después cerré el espacio entre nosotros. Besé sus labios, embriagándome de su sabor tan especial.

Solo amor puro, genuino y sincero existía en nuestra vida. El amor oculto se había esfumado años atrás y jamás volvería.


~FIN


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Hola! Acá tiene el final de la nove!
Mil gracias por todos sus comentarios ya sea acá o en mi twitter,  me alegro que les haya gustado, es una nove muy linda que la quería compartir con ustedes y me pone contenta que les haya pasado lo mismo que a mi cuando la leí....

de nuevo gracias y capas en una de esas vuelvo con otra adaptación! ;)

@jesicaleiva1




CAPITULO 73 1ª PARTE




Es curioso. Si, el mundo en el que vivimos es bastante curioso. Pareciera que todos formamos parte de una simple ilusión y nada más…
Hay ocasiones en que lo ordinario queda atrás y lo extraordinario comienza a formar parte de nuestra vida. Así sucedió con Pedro y conmigo.
En un principio él no era nadie especial para mí, tan solo  un individuo más en mi vida, un nuevo acompañante de rutas por recorrer, sueños que alcanzar, pero eso era antes porque ahora pedro es mi vida.

Aprendí lo que sentirse amada significa, desde hace años no he parado de sentir las mariposas revolotear en mi estómago. Una corriente eléctrica sigue recorriendo mi cuerpo cada vez que él me besa, toma mi mano, me abraza. Mis ojos ya no saben lo que llorar de tristeza significa, ahora solo conocen las gotas saladas provocadas por la felicidad. Mi mente jamás se aparta de él. No hay día en que no desee tenerlo a mi lado, repetirle una y otra vez cuanto lo amo. Mi corazón está acostumbrado al palpitar melodioso que las miradas de pedro generan.
Fue divertido ser Paula Chaves, realmente lo fue, pero eso quedo atrás… muy atrás. Aunque al comienzo me negué rotundamente a enamorarme de Pepe, con el paso de los minutos, horas y días, descubrí que era imposible, pues él había ganado mi corazón desde el momento en que tomó mi mano por primera vez. Aproximadamente cuatro años atrás, desconocía por completo el amor verdadero pero cuando sentí los suaves labios de Pedro, escuché sus tiernas palabras de amor, cambié de perspectiva y Chaves se esfumó, quedando solo paula Alfonso.
Me cuesta trabajo imaginar mi vida sin Pedro. Sin embargo, estoy consciente que algún día tendremos que separarnos. momentáneamente. Lo que nadie sabe es que mi amor por él es aún más lejano que el infinito… y por eso jamás dejaré de amarlo, mi mente seguirá pensando en él por el resto de la eternidad, mis labios preservarán el dulce sabor de los suyos, mi alma seguirá atada a él. Dentro de muchos, muchos años mi corazón dejará de latir ante la vista de todos, pero lo que ellos ignorarán es que mi amor por pedro jamás se extinguirá, hasta el último instante se mantendrá vivo…y por lo tanto mi corazón seguirá latiendo, latiendo por él, Pedro Alfonso.

El fuerte viento sopló con la misma intensidad de años atrás, cuando pasé a formar parte de la familia Alfonso. Con una mano aparte un mechón de mi mejilla y decidí dejar el pasado para otro momento y regresar al maravilloso presente.
Miré a mi alrededor y descubrí de donde provenían las risas, los murmullos, los gritos de emoción y el delicioso aroma a dulce que hacia agua mi boca. Las nubes se abrieron y dejaron al sol brillar. Era un día precioso, había colores por doquier. Con una sonrisa contemplé a los presentes y agradecí al cielo la vida que me había tocado.
De pronto, la sonrisa más pura y genuina apareció en mi cara cuando vi a mi pequeño saltando en el brincolín. Camine hacia él y al verme hizo un gesto de sorpresa.
― ¡Mami! ― Después de un par de pequeños saltos aterrizó en mis brazos.
― Mi pequeño Benja― Lo abracé y besé su mejilla.
― ¿Has visto lo alto que brinco?
― Si, lo he visto.
― Es porque ya soy un niño grande― Elevó sus brazos, como ejerciendo fuerza.
― ¡Bastante grande! ― Sonreí
Pedro benjamin, el nombre de mi pequeño. En Esta ocasión celebrábamos su cumpleaños número tres, el tiempo ha pasado tan rápido…
Cuando nació, Pedro y yo fuimos las dos personas más felices en el mundo entero, aun recuerdo su pequeña carita, la manera en que nos miró.
― ¿En qué piensas, mami? ― Preguntó Benja tomando mi mano.
― Pensaba en… ¡hacerte cosquillas! ― Dije con voz graciosa.

Benjamín gritó e intentó huir pero lo atrapé. Comencé a mover mis manos alrededor de su pequeña pancita y lo llenaba de besos.

― Con que aprovechándote de los más pequeños― Dijo pedro a mis espaldas. Miré por encima del hombro y me topé con una encantadora sonrisa― ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño?
― ¡Papi ayúdame! ― Logró decir Benja entre risas.
Pedro rodeó mi cintura y me atrajo hacia su cuerpo.
― Listo campeón― Dijo pedro apoyando su cabeza en mi hombro― ¡Ahora contra mami!
― ¡Sí!
Benja comenzó a brincar y estiró sus brazos para que lo cargara, cuando lo hice Pedro nos levantó del suelo y dio un par de giros. Los tres juntos caímos en el inflable. Benja se levanto con una rapidez impresionante y se aventó sobre Pepe.
― ¡Ríndete capitán Pepe! ― Dijo haciéndole cosquillas.
― ¡Jamás pirata Pepe Junior! ― Exclamó Pedro mientras hacía gestos graciosos. Yo reí
― Los Pepes al ataque― Dije mientras intentaba levantarme pero no me lo permitieron.
― Serás nuestra prisionera. Tu castigo serán tres besos― La voz de Benja era divertida
Comenzó a depositar los tres besos sonoros en mis mejillas. Luego miró a Pedro y sonrió
― Ahora es turno de papá.
― No, no por favor― Tape mi cara y reí― Lo que sea menos ese castigo, pirata Benjamin.
― Eres la prisionera, debes recibir tu castigo― Benja sonrió y luego se colocó entre Pepe y yo― Vamos papi…quiero decir capitán Pepe
Pedro me miró con ternura y acarició mi mejilla.
― ¡Benja! ― Gritaron unas pequeñas voces.
Nuestro pequeño se puso de pie y agitó sus manos.
― Mamá, papá, ¡mis primos han llegado! ― De un salto bajo del brincolín, saliendo disparado cual cohete.

Pedro y yo nos sentamos, lo miramos reunirse con sus primos; los mellizos Fran y Delfi  por parte de matias, Milagros por parte de Fede y la pequeña Juli por parte de Manu.
― La familia va creciendo― Dije en un suspiro
― Si, es verdad.
Giré mi cabeza para mirar a Pedro y automáticamente sonreí.
― ¿Pasa algo?
Él no contesto, se limitó a posicionar su mano alrededor de mi cintura y con un leve empujón, quede recostada de nuevo, el también se recostó y quedamos muy juntos
― Que bella luce hoy, señora Alfonso― Choco su frente con la mía.
― Usted luce muy guapo, señor Alfonso― Sonreí ampliamente.
― Mi bella Paula― Acarició mi mejilla― Siempre tan dulce.
Rozó su boca con la mía y comenzó a mover sus suaves labios, cerré mi mano alrededor de su brazo y correspondí el beso. Mientras sus labios recorrían los míos con suaves toques, sentí su mano bajar y entrelazarse con la mía, la apretó suavemente. Se separo un poco y me miro con sus resplandecientes ojos color café claro.
― Te amo― Le di un pequeño beso―
― Yo te amo más― Contesto sonriendo―

Acortó el espacio entre nosotros y sus labios buscaron los míos, al encontrarse sentí como él conducía nuestras manos entrelazadas a mi estómago. Nos miramos directo a los ojos.

― ¡Hey! Esta es una fiesta infantil y los niños quieren subir al brincolín.

pedro y yo comenzamos a reír
― Mati, siempre tan ocurrente― Dijo Pedro al tiempo que se levantaba.
― ¿Y qué esperabas? Es lo que me caracteriza, eso y…lo guapo que soy.
― No más que yo― Contesto Pedro con una sonrisa.
Matias caminó hacia nosotros y tomó mi mano, entre él y Pedro me pusieron de pie.
― Hola Pau― Matias besó mi mejilla.
― Hola Mati― Sonreí― ¿Y Alice?
― Si no me equivoco, ella y Lore están en una de las mesas platicando.
― Oh, ya veo…
Mi voz se vio interrumpida por unas vocecitas que gritaban y venían en dirección nuestra. Los pequeños eran perseguidos por su tío Fede, quien corría y sonreía ampliamente. Cuando estuvo junto a nosotros se detuvo y tomo aire.
― Niños, vayan a jugar con su tío Manuel― Dijo agitado.

Todos dieron media vuelta y agitando sus brazos corrieron hacia las mesas.


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Lean el siguiente....




jueves, 27 de junio de 2013

CAPITULO 72




El clima era frío y por lo tanto decidí pasar un tiempo en la biblioteca leyendo una de mis obras favoritas: Orgullo y prejuicio. Con forme las hojas pasaban, el calor irradiado por la leña en la chimenea se extendía por la habitación y hacía más cómoda la lectura. El día de ayer Pedro y yo tuvimos un día increíble; logramos que todas nuestras dudas se esfumaran…para siempre.

“No podría decirte qué momento, qué lugar, qué mirada o qué palabra sirvieron de base. Hace ya demasiado tiempo. Lo que sí sé decirte es que para cuando me di cuenta ya estaba metido hasta el cuello”

Suspiré ante aquella frase y Pedro vino a mi mente. Exactamente eso había sucedido conmigo. No supe en qué momento o que gesto, pero de pronto ya estaba profundamente enamorada de él, o como diría el señor Darcy, ya estaba metida hasta el cuello. Como si hubiese invocado a pedro, apareció en la puerta.

― ¿Interrumpo tu lectura, amor? ― Preguntó con una tierna sonrisa.
Amor… jamás me cansaría de escuchar esa palabra, y menos si provenía de su boca.
― Si― Hice una pausa y él levantó una ceja― Como sueles hacerlo. Pero no fue en el momento que apareciste de pie en la puerta, fueron segundos antes. Siempre invadiendo mis pensamientos Pedro Alfonso jamás te cansas.
Una inmensa sonrisa se dibujo en los labios de mi amado, camino hasta mí e inclinándose sobre el sillón me besó dulcemente.
― Te amo― Dije colocando mi mano en su cuello― ¿Lo sabes?
― Si― Acarició mi mejilla― ¿Sabes que yo también te amo?
― Si, lo sé― Sonreí―
― Lo que no sabes es que te amo más que a mi propia vida― Las caricias pasaron de la mejilla a mis labios― ¿O sí?
― Claro que lo sé, me lo has dicho en varias ocasiones y me lo demuestras a diario.
Suspire y él apretó los labios mientras desviaba su mirada. Conocía ese gesto suyo, estaba pensando en algo, ideando algún plan. De pronto su vista volvió a centrarse en mí. Inconscientemente me estremecí.
― Has resultado ser una sabionda― Rio por lo bajo. Abrí la boca para objetar pero el continuó hablando― Sin embargo hay algo que no sabes, y es que te besaré.
Apenas termino de pronunciar la última sílaba cuando oprimió mi boca con la suya. Cerré los ojos y comencé a corresponder el beso. Pedro me besaba con extremada delicadeza; con cada movimiento me hacía desear más y más. Sentí como sus labios temblaban, estaba riendo.
― ¿De qué te ríes? ― Pregunté aun con sus labios en los míos. Sólo conseguí que riera más― ¿Qué pasa? ― Insistí mientras comenzaba a reír.
― Sabes que soy bastante competitivo y por lo  tanto tenía que pensar en algo que no supieras― Negó con la cabeza― Pero esta vez exageré, me olvide del motivo por el cual vine a buscarte.
― ¿Y cuál es? ― Recargué mi cabeza en el respaldo del sillón y Pedro se enderezó―
― Tenemos visita― Tomó mi mano y la entrelazó con la suya.
― ¿Visita? Ni siquiera escuché el timbre― Fruncí el entrecejo y mire hacia la ventana.
―Debiste estar muy concentrada con ― Miró el libro en mis manos― Con el tonto señor Darcy.
― ¡Hey no es ningún tonto! No puedo creer que sigas con tus celos Pedro― Reí
― Tú me das motivos…
― El señor Darcy no es competencia para ti. El es noventa y nueve por ciento perfecto, mientras que tú eres cien por ciento perfecto… si no es que más, amor.
Llevó mi mano hasta su boca y depositó un sonoro beso en ella.
― Pero dime, ¿quién ha venido a visitarnos? ― Pregunté alegre.
― En realidad la visita es para ti, es…― Entrecerró los ojos― He olvidado su nombre, será mejor que la haga pasar.
¿La haga? ¿Era una mujer?
Pedro se levantó y antes de retirarse de la habitación me besó en la frente. Sonreí y lo seguí con la mirada hasta que salió de la biblioteca y giró a la derecha.

Un par de segundos después me puse de pie y fui a dejar el libro en su lugar. Cuando lo acomodé, leí los otros títulos, ¡había cientos! Todos ellos eran de pedro, míos solo eran cuatro. Hubo uno que llamo mi atención, era gordo y el lomo color tinto. Hice presión con mis dedos alrededor de el para tomarlo.
― ¡Paula! ― Se escuchó una voz a mis espaldas.
Di un saltito y me quede paralizada. Había escuchado esa voz en algún lugar, pero ¿quién era? Giré sobre mis talones y me llevé una verdadera sorpresa.
Mi boca se abrió y antes de manotear reprimí un gritito. Obligué a mis piernas moverse y en menos de dos segundos ya estaba frente a mi fiel amiga, Zaira.
La abracé fuertemente y ella a mí. Miré la mueca de Pedro que en realidad era una sonrisa y me separé de Zaira. Mis ojos estaban vidriosos.
― Pensé que jamás te volvería a ver― Comencé a decir.
― Te dije que volvería en un par de años― Dijo Zaira marcando cada palabra con su dedo―
― Pero no fue un par…fueron ocho― Contraataqué ―
― Ocho y seis meses, en realidad― Rió―
Pedro asintió y comenzó a caminar en reversa. Lo detuve.
― ¡Espera Pepe! ― Tomé su mano y miré a Zai ― Amiga, supongo que ya lo has conocido, sin embargo no como es debido. Te presento a mi esposo, pedro Alfonso, el amor de mi vida.
Zaira nos miro con un tierno gesto y nos abrazó al mismo tiempo.
― Sé que ya casi tienen un año de casados pero aun así, felicidades.
― Gracias― Dijimos al unisono.
― Bueno, las dejo a solas para qué platiquen― Pedro besó mi mejilla y abandonó la biblioteca.

Zaira y yo nos sentamos frente a la chimenea, como cuando teníamos dieciséis años. Nos miramos y comenzamos a reír. Apenas consideraba la idea de iniciar una conversación cuando Zaira lanzó su primer comentario.

― Regreso a Nueva York y lo primero que hago es ir a tu casa. Me dijeron que te habías casado y yo simplemente no lo pude creer. ¡paula Chaves casada!
― Lo sé. Al principio yo tampoco lo podía creer― Suspiré― ¡Vaya tonta!
― ¿Dónde lo conociste? ― Zaira se recostó, aprovechando la alfombra. La imité.
― En la tienda de relojes de mamá. Llegó y me invito a salir― Sonreí al recordar aquel día.
― ¿Tan espontaneo? Qué extraño― Colocó las manos bajo la barbilla― Conociéndote tu pensaste lo mismo.
― Si― Reí― Lo rechacé en tres ocasiones y cuando al fin acepté salir con él, lo hacía sin razón alguna.
― ¿No lo querías? O mínimo ¿no te gustaba? ― Sus ojos se abrieron como platos.
Negué con la cabeza y dirigí mi vista al fuego, apreciando como la leña se consumía lentamente.
― Me casé sin amor. Los primeros tres meses no sentí nada especial por él― Mi voz fue bajando de tono conforme las palabras salían de mi boca― Pero ahora… no puedo imaginar mi vida sin pedro a mi lado.

Zaira dejó escapar un gran awww que llenó la habitación.

― Créeme no es tan agradable como parece. A veces me siento mal por no haber correspondido a su amor desde un principio.
― Pero ahora lo correspondes de la mejor manera posible, ¿no es así? ― Hizo un ademán con su mano para llamar mi atención.
― Si― Sonreí― Prueba de ello es que… si no lo has notado, estoy embarazada.
Zaira gateó y tocó mi estómago. Tenía la boca abierta y hacia expresiones de sorpresa…de pronto lanzó una palabra indebida.
― Vas a matarme, pero si te soy honesta… pensé que habías aumentado unos kilos, ya ves, muchos dicen que con el matrimonio las personas suben de peso― Retrocedió a manera de defensa.
Solté una fuerte carcajada y ella igual.
― No te preocupes, se a lo que te refieres pero no subí de peso por comer y comer. Estoy embarazada― Lleve mis manos hasta el vientre.
― ¡Estoy muy feliz Pau! ¡Seré su tía! ― Exclamó Zaira con inmensa felicidad.
― Así es. Ser mi mejor amiga prácticamente te convierte en mi hermana y por lo tanto en su tía.
― No, Pau yo no lo digo por eso, yo lo digo por…
De pronto cerró la boca, dejando la frase inconclusa.
― ¿Entonces por qué lo dices? ― Fruncí el entrecejo.
― Paula, siempre has sido muy buena para atar cabos, así que no necesitas que te explique.
Comencé a darle vueltas al asunto pero no encontré la respuesta.
― No entiendo, dime.
― Hace tres semanas regresé a Nueva York
― ¡¿Tres semanas y apenas vienes a visitarme!? ― Elevé la voz
― Si pero…

Entonces lo comprendí todo, todo…todo.

― Gonzalo― La señalé con el dedo― ¿No es así?
Las mejillas de Zaira se tiñeron rojo escarlata, aplaudí. Me levante y ella también. Le di un fuerte abrazo.
― Te dije que eras buena adivinando.
― ¿Pero cómo has convencido a mi hermano de iniciar una relación… en tres semanas?
― Tu sabes que tu hermano siempre me gusto, desde que éramos muy jóvenes. Hace tres semanas que llegue, él y yo comenzamos a salir y una vez le confesé que me gustaba… me besó.
― Gonzalo tenía que ser― Rodé los ojos― Pero me da gusto, es un excelente hombre.
― Si todo marcha bien, espero algún día casarme con él, formar una familia, amarnos tanto como Pedro y tú― Suspiró― En fin, alcanzar la máxima felicidad.
Cerré los ojos y sonreí. Al abrirlos me tope con una mirada curiosa de Zaira.
― Eso es imposible amiga.
― ¿Por qué?
― Nunca nadie en el mundo entero…en el universo entero, llegará a amarse tanto como Pedro y yo. Simplemente es imposible.

Zaira negó con la cabeza al tiempo que reía. Yo por mi parte fijé la vista en una foto que descansaba en la mesa de noche, Pedro y yo estábamos abrazados y sonriendo a la cámara; ambos lucíamos bien, el de negro y yo de blanco. Esa fotografía fue tomada el día de nuestra boda. Esa fotografía marcaba el comienzo de mi felicidad al lado del hombre al que amo y amaré hasta el último día de mi vida…y más allá.


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Hola! acá dos capítulos!! 
espero que les guste! mañana esta nove termina!! 
gracias por todos sus comentarios y buena onda!!

@jesicaleiva1




CAPITULO 71




Mi corazón se congeló. ¿Escuche bien? ¿Pedro…Pedro ya no me amaría igual, era eso lo que intentaba decir?

Abrí mi boca para preguntárselo pero el colocó su dedo índice sobre mis labios. Durante algunos segundos solo nos miramos directo a los ojos. Los suyos tenían un brillo especial, el color café que veía a diario había desaparecido, ahora sus ojos lucían del color de la miel.

― Este amor, que se alberga en mi pecho, ahora es mayor, es más intenso― Con su dedo recorrió mi labio superior― Cada día te quiero más y más…pero después de esto… ese amor ha pasado a ser desmesurado, ni siquiera yo te puedo decir cuánto te amo, Paula.
El aire escapo de mis pulmones, fue como si alguien me hubiese pateado fuertemente en el estómago, pero en lugar de sentir dolor, sentía las pulsaciones de mi corazón anunciando que si no me sostenía de él, terminaría en el suelo. Como si Pedro hubiese leído mi mente, rodeo mi cintura con sus manos y después me tomo en brazos, colocándome sobre el escritorio.
― Fuiste muy valiente― Comenzó a susurrar en mi oído― Jamás creí que alguien llegaría a hacer algo así por mi… arriesgaste nuestro matrimonio y todo por evitar que algo me pasara.
― Fue porque― Comencé a decir pero mi voz se desvaneció a causa de la emoción. Volví a intentar hablar pero fue inútil… mi garganta se había cerrado.
Pedro dibujó una tierna sonrisa en su rostro y colocó detrás de mi oreja un mechón de cabello.
― Ahora entiendo porqué te comportabas de manera tan extraña, y también porque se te ocurrió la idea tan descabellada del divorcio, mis preocupaciones han desaparecido.
― Bueno, en realidad la idea fue de Verónica― Aclaré mi garganta― Si no la obedecía te perdería…y eso jamás lo habría soportado.
― ¿Tanto me amas? ― Preguntó tomándome por los hombros―
― No tienes idea― Alargué mi mano y la puse en su mejilla― Aun cuando hubo días en los que me lastimaste con tus comentarios, mi amor por ti crecía más y más.
― No fue mi intención lastimarte, amor.
― Yo sé que no― Me encogí de hombros― Además, yo también te lastimé.
― Tuviste tus razones, pero lo mío no se justifica, así que dime― Chocó su frente con la mía― ¿Hay alguna manera de reparar el daño?

Mordí mi labio inferior y me levanté del escritorio.

― Si que la hay― Sonreí― Debes hacerme una promesa.
― La que quieras― Con su mano derecha me acercó a su cuerpo. Rodee su cuello con mis brazos― Estoy dispuesto a todo con tal de enmendar mis errores y verte sonreír.
Sus palabras lograron dibujar una sonrisa en mi boca.
― Necesito que me prometas que jamás dejarás de amarme, y si algún día tu amor por mi se apaga, me lo dirás― Él frunció el ceño― Así te dejaré en libertad para que seas feliz al lado de alguien más.
― Por lo primero no hay problema. Cada día te amaré más profundamente― Quitó mis brazos de alrededor de su cuello y entrelazó sus manos con las mías― En cuanto a lo demás, dudo mucho que lo cumpla. Dejarte de amar, sería como si dejara de respirar.
Sonreí ampliamente y sentí como las manos de Pedro hacían un recorrido por mi cuerpo y se detenían en mi vientre. Mi sonrisa creció aun más y el acerco su boca lo más que pudo a la mía.
― Con cada día que pase, te demostraré lo mucho que te amo. Cada vez que veas a nuestro hijo o hija corriendo por la casa, recordarás este día. El día en que arreglamos nuestros problemas y gritamos a los cuatro vientos nuestro amor.
Suspiré y un par de lágrimas brotaron de mis ojos,Pedro las limpió con sus pulgares y cubrió mi boca con la suya. Lentamente correspondí su beso y mi corazón se desbocó. Con un suave movimiento junto nuestros cuerpos mientras sus manos descansaban en mi espalda. Detuvo el beso por un efímero instante.
― Te amo― Dijo sin separar sus labios de los míos― Te amo.
Estuve a punto de contestar pero sus labios devoraron los míos como si no hubiese un mañana. Como si el mundo hubiera parado de girar, y nada más existiera, solo nosotros… y el amor almacenado en nuestros corazones latiendo con intensidad en busca de liberación.
Con sutileza Pedro culminó el beso y me levanto del piso.
― ¿Adónde vamos? ― Pregunté curiosa.
― Ya lo verás― Fue todo lo que dijo.
Cerré mis ojos y me recargué en su hombro mientras sentía como mi cuerpo flotaba. De repente nos detuvimos y cuando abría mis ojos… su mano tapo mi visibilidad.

― Quiero que te olvides de todo y tan solo disfrutes de los sonidos.
Asentí y suspiré profundamente.
El clima era agradable, por la sensación en la suela de mis zapatos, estaba segura de que nos encontrábamos en el jardín. Unos pajarillos comenzaron a cantar. Inconscientemente sonreí.
― ¿Escuchas eso? ― Preguntó al tiempo que sus labios se posicionaban sobre mi mejilla izquierda― Así de armonioso es el amor que siento por ti.
Sonreí y ese ademán se vio interrumpido por mi cabello invadiendo mi cara. El aire estaba un poco frío y soplaba ruidosamente.
― El viento demuestra la fuerza con la que mi amor por ti crece día a día. Cada corriente de aire representa el número de caricias y besos que deseo darte a diario.
En mi cuello comencé a sentir un suave recorrido de una textura inigualable que se detuvo bajo mi mentón.
― Eres tan hermosa y delicada como una flor― Sentí sus labios chocar con los míos― La flor más extraordinaria del mundo entero.
Por un momento las palabras se perdieron en el tiempo y solo me percataba de la respiración de Pedro y el soplar del viento.
― Quería demostrarte de una manera diferente lo mucho que te amo, ¿he sido claro? ― Tomó mi cara entre sus manos―
― Bastante claro, diría yo― Abrí los ojos― No sabes cómo agradezco haberte conocido.

Pedro sonrió y me besó una vez más. Después se sentó sobre el pasto verde y con su cabeza hizo un ademán para que yo lo imitara. Me recargue en su pecho y con mi mano dibujaba pequeños círculos en su brazo.
― ¡En pocos meses seremos padres! ― La emoción era notoria en mi tono de voz― Estoy un poco nerviosa.
― Serás una excelente mamá… no hay duda de eso, así que deja los nervios a un lado.
― Es imposible no sentirme nerviosa. Por suerte nuestro hijo tendrá un papá consentidor― Levanté mi cabeza y fije mi vista en su cara.
El me miró con una sonrisita traviesa y se inclinó a besar mi frente.
― Si, ahora consentiré a dos, y no solo a ti.
Ambos reímos. Rodee su cintura con mis manos y suspire.
― ¿Qué pasa?
― Tengo sueño― Dije con voz adormilada.
― Duérmete. Disfruta de la naturaleza, yo me quedaré contigo.
― ¿Por siempre?
― Por siempre. Toda la vida, en la eternidad futura, en los mundos por inventar, en cada partícula del espacio… no importa lo que pase, siempre estaré contigo, cuidándote, protegiéndote y amándote Pau.

Fue lo último que escuché antes de cerrar mis ojos por completo y Pedro, como de costumbre, se adueñara de mis sueños.



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miércoles, 26 de junio de 2013

CAPITULO 70




Allí estaba ella, con una sonrisa descarada.

―Verónica― Dije con aspereza.
― ¡Que gusto verte de nuevo Paula! ― Unió sus manos en un aplauso.
― ¿Qué quieres?
― Ya sabes que quiero, te quiero lejos de Pedro.
― El no quiere darme el divorcio, pensé que ya te había quedado claro.
― ¡Pretextos! ― Exclamó dando un paso hacia mi―
―Pedro está arriba, si no quieres que nos escuche baja la voz― Atropellé las palabras.
Verónica camino hacia el despacho. La seguí mientras contenía el enojo que comenzaba a correr por mis venas.
― ¿Sabes algo? ¡Estoy harta de todo esto! Basta de tus chantajes, jamás me divorciaré de Pedro.
― Ahora resulta que lo amas― Elevó una ceja― Por si no lo sabes hay más hombres millonarios y atractivos, él no es el único.

Solo me orilló a odiarla aún más. Verónica es una interesada. Lo que menos me importa de Pedro es su dinero y atractivo. Si lo amo es porque es uno de los seres más maravillosos en este mundo…

― ¡No eres más que una hueca! ― Espeté con desprecio.
― ¿Cómo te atreves a llamarme así? ― Levantó la voz― No somos de la misma clase social.
Apreté los labios para contener mis palabras.
― Al menos tengo mejor educación. Es obvio que tu solo quieres estar con Pedro por su dinero… lo cual es tonto pues tu familia tiene de sobra.
― No es solo eso― Arrastró las vocales― El jamás debió dejarme, y menos para irse contigo.
― A mi me conoció tiempo después. Además, fue tu culpa, solo buscabas deshacerte de tu ex novio― Entrecerré los ojos― Ambas sabemos que te gusta jugar con los hombres, ¡mi hermano por ejemplo!
― Tu hermano era un idiota que buscaba amor― Se burló― A mi lo único que me interesaba… me interesa, son los lujos y tu familia no tiene muchos que digamos. Por eso te casaron con Pedro.
― Eres una…― Callé― Si me casé con él fue porque descubrí que era un buen hombre.
― Pero no lo querías, mucho menos amabas…lo que te convierte en una interesada.
― Piensa lo que quieras. Podemos pasar la tarde discutiendo e insultándonos, pero no llegaremos a nada. Ya te lo dije, Pedro no me dará el divorcio y por otro lado, no pienso pedírselo, no cometeré el mismo error dos veces.
― Olvidas que “accidentalmente” Pedro puede terminar en el hospital― Una sonrisita malévola se dibujó en sus labios― Recuerda lo que pasó hace unos meses.
Por un momento palidecí, pero esta vez no le permitiría verme débil. Nunca jamás.
― Lamento arruinar tus planes, pero hay alguien que nos cuida a diario― pensé en David― Intenta algo e irás a prisión.
Esta vez la sorprendida fue ella.
― Eso no es impedimento…
― Vete, por favor― La interrumpí― Creo que he tenido suficiente de ti por hoy.
― No sin antes asegurarme que tu y Pedro se divorciaran.
― Pierdes tu tiempo Verónica― Me senté― Por qué mejor no me cuentas cuando inició tu capricho.
― ¿Qué capricho? ― Repitió.
― Estas encaprichada con Pedro, y quiero saber por qué.
Me lanzó una mirada fugaz y apretó los labios.
― Pedro jamás debió conocerte. Eres muy poco para él― comenzó a decir― No sé que vio en ti, ¡eres tan ordinaria! Ni siquiera perteneces a una alta clase social― chilló― Lo peor es que te ama.

Ahora lo entendía. Verónica estaba enojada consigo misma, era una persona llena de complejos.

― Fue una decisión que él tomó― Me encogí de hombros― Me considero afortunada.
― No somos amigas como para estar charlando sobre esto― El cómo te sientes me importa en lo más mínimo.
― ¿Entonces de que quieres hablar? ― Pregunté divertida.
― Tú firmaste un contrato en el cuál prometiste divorciarte de Pedro.
¡El contrato! Maldición el contrato era legal, si ella quería podía disponer de las clausulas en este preciso instante.
― Haré lo que quieras, menos divorciarme de Pedro.
― Entonces, haremos lo siguiente: te irás de esta casa, no importa si él no quiere darte el divorcio, te irás.
― ¿Y después?
― Yo me quedaré con él y no podrás volver a verlo… mucho menos hablarle a tu hija o hijo sobre Pedro.
― ¡Vaya tontería! No pienso hacer eso… ¿qué te hace pensar que Pedro aceptará?
― Tú lo convencerás. He notado que te ama lo suficiente como para hacer lo que le pidas.
― No pienso aprovecharme de él, Verónica. ¡Desvarías!
― No desvarío. Es solo que mis planes se han agotado, no me dejas otra alternativa que esa.
― Pues no lo haré― Me levanté de la silla― Te acompaño a la salida.
― ¿Cuándo le dirás a Pedro que no lo amas?
Ignoré sus palabras y seguí caminando. De pronto sentí como su mano se cerraba entorno a mi muñeca.
― No puedes hablar de amor cuando nunca lo has experimentado― Dije con brusquedad.
― Una relación se basa en la confianza… algo que no conoces. Estoy segura que Pedro no sabe sobre todo esto… eres una cobarde.
― No necesito decírselo puesto que no me divorciaré de él.
― ¡Claro que lo harás! ― Me sacudió con un poco de fuerza―
― No lo hará― Espetó una voz a nuestras espaldas.

Ambas miramos por encima del hombro y contemplamos a Pedro. ¡Mi salvador!
Con un movimiento rápido me zafé del agarre de Verónica y me posicione junto a él. Ella nos miraba con los ojos abiertos como platos y la boca entreabierta.

― No me equivoque al decir que no conoces la palabra límite.
― ¿Qué tanto has escuchado? ― Se apresuró a preguntar Verónica.
― Lo suficiente como para demandarte y refundirte en la cárcel. El chantaje e intento de homicidio no son muy bien vistos.
Verónica concentró su vista en mí. Sentí como una corriente helada recorría mi cuerpo. Pedro noto mi postura tensa y con su brazo rodeo mi cintura.
― Te doy treinta segundos para que abandones esta casa, si no quieres que llame a la policía― Dijo Pedro completamente serio.
Ella hizo una rabieta y al pasar junto a mi choco su hombro con el mío. Escuchamos como la puerta de entrada se cerraba con fuerza y desprecio.
Pedro me abrazó y apoyé mi mejilla en su pecho. Una de sus manos se movió cálidamente por mi espalda.
― Gracias― Susurré.
― De nada― Tomó mi cara entre sus manos― Debiste decírmelo desde un principio, debiste confiar en mi.
― Lo sé, fui una tonta al no hacerlo― Al sentir su mano acariciando mi mejilla cerré los ojos― Perdóname.
― Después de esto, el amor que siento hacia ti no será el mismo Paula.


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Acá les dejo un capitulo más!!
Por fin Pedro sabe la verdad!! 
espero que les guste el capitulo! 
gracias!
@jesicaleiva1

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CAPITULO 69




Eran las 8:00 de la mañana y Pedro estaba de pie junto a la ventana de la habitación, solo llevaba ropa interior. Con una leve sonrisa contemplaba a su esposa que aun dormía. Jamás olvidaría la noche anterior, la cual había sido perfecta en compañía de Paula. Le gustaba capturar cada momento en su memoria, y recordar cada beso, cada caricia con la cual le demostraba a su querida esposa ¡cuánto la amaba! Ojala y ella pudiera notarlo…
Pedro frunció el ceño al pensar aquellas palabras. Por su mente comenzaron a desfilar momentos de la noche anterior.

― Te amo Pepe, te amo― lo besaba― Sin ti mi vida no tendría sentido, eres mi todo.

¿Cuántas veces le había dicho que lo amaba? ¿Siete… ocho? Pero en este momento lo que menos importaba era el número de veces que lo dijo, lo relevante era la felicidad que se generaba en el interior de pedro, disfrutaba recordar la manera en que lo decía. Parecía tan…sincera.
¿Y qué paso cuando él le pregunto si era feliz a su lado? Una leve sonrisa resplandeció en sus labios al recordar aquel momento.
― No podría ser más feliz, tu eres mi felicidad― Fueron las palabras de ella.

Como un instinto Pedro se perdió en la silueta bajo la sábana, paula no se había movido ni un poco, seguía profundamente dormida.
Con un suspiro que se extendió por toda la habitación, Pedro pasó una mano por su cabello despeinándolo, e hizo un recuento de los hechos. Había rechazado a su amada durante el último mes porque se sentía dolido, traicionado de que Paula se haya enamorado de alguien más… ¡Un momento! ¿Es posible que una persona se enamore de dos? Si, lo es… pero no en el caso de Paula.
La noche anterior ella se entregó por completo a él, estaba a su merced y eso le quedó claro a pedro desde el primer beso correspondido. Bien, eso solo significaba una cosa, Paula lo amaba. Con una gran sonrisa, Pedro caminó hasta la cama y se hincó a un costado de su linda Paula.
Le daría una oportunidad. Este día saldrían, se divertirían y se dirían lo mucho que se aman.

― Paula― la llamó en tres ocasiones, hasta que entreabrió sus ojos― Buenos días, hermosa.
Al escuchar la voz de Pedro, desperté. Se sentía tan bien contemplar su rostro. Tener su respiración tan cerca de la mía.
― Buenos días― dije con una sonrisa.
― ¿Cómo amaneciste? ― preguntó acariciando mi mejilla.
― Muy bien, gracias por preguntar― él sonreía― ¿Pasa algo?
― ¿Te gustaría salir conmigo? ― beso mis labios―
― Me encantaría― me apresuré a decir
― Bien― deposito un beso en mi frente y después entró al baño.

Dos horas después, bajaba las escaleras con la mirada de Pedro fija en mí. Al llegar al último escalón, tomó mi mano y llevándola hasta sus labios hizo que mi corazón volviera a latir con la misma intensidad de meses atrás.
Decidimos ir a nuestro restaurante favorito, después de ordenar lo que nos apetecía, clavé mi vista en una pareja que se encontraba al fondo del restaurante, él le había pedido matrimonio a ella, quién lloraba de felicidad.
― Deben estar muy enamorados― dijo pedro, sacándome del transe―
Giré mi cabeza hacia él y sonreí.
― Si, es lo más seguro.
Las mariposas comenzaron a revolotear en mi interior, estaba nerviosa. La mirada de pedro seguía en la mía, simplemente me sentía como si no fuera mi esposo…como si apenas estuviéramos conociéndonos.
― ¿Recuerdas mi cara cuando me propusiste matrimonio frente a tu familia y la mía? ―pregunté con voz temblorosa.
Pedro levantó las comisuras de su boca y se acomodó en su asiento.
― Palideciste y tus ojos se abrieron de par en par― cruzó sus manos bajo la barbilla―
― Si― Reí― No me lo esperaba, pero ha sido la mejor decisión que he tomado.
― ¿En serio?
― Si― agaché la cabeza y me concentre en observar los anillos que adornaban mi dedo anular izquierdo. De pronto la visibilidad fue obstruida por su mano sobre la mía. Levante la vista y me percate de su cálida mirada ― Soy muy feliz contigo, Pepe.
― Dime cariño, ¿por qué? ― comenzó a jugar con mis dedos.
― Por muchas razones. Reconozco que al principio todo esto del matrimonio fue muy difícil para mí, pero después todo cambio. Cuando me enamore de ti, conocí un nuevo mundo de ilusiones, experimenté lo que es necesitar a una persona, sentirte miserable si no está a tu lado― mis ojos se nublaron levemente― Debo sonar como una tonta pero…es la verdad.

Un calor se expandió por mis mejillas y reí. Me había sonrojado.

― No suenas como una tonta, suenas como alguien que solía estar enamorada― dio un ligero apretón a mi mano― ¿O aun lo estás?
Asentí frenéticamente y suspiré.
― Estoy muy enamorada de un hombre llamado pedro Alfonso― sonreí― Solo que él duda de mí, lo que no sabe es que todo esto es un malentendido, cuando se ama a una persona, se es capaz de todo por evitar que algo malo le pase.
pedro frunció el ceño y justo cuando abría su boca para dar su opinión, el mesero llegó con sus órdenes. Segundos después se retiró. A medida que desayunábamos, la plática fluía.
― Esto esta delicioso― Llevé una porción a mi boca.
― ¿Quién lo dice, el bebé o tú? ― sonrió y sus ojos resplandecieron―
― Ambos, aunque al parecer, el bebé detesta la manzana… siento nauseas cada vez que la veo.
― Tendrá que comerla si quiere nacer saludable― acercó un trozo de manzana a mi boca y arrugue la nariz― Vamos, cómela
Le hice caso y la comí. En seguida me ofreció un poco de jugo de naranja y acepté.
― Otra de las razones por las cuales te amo, siempre me consientes― Reí―
― Es mi obligación― Contestó con una sonrisa― Y dime, ¿ya has pensado en algún nombre para el bebé?
Esa pregunta verdaderamente me tomó por sorpresa y quedé boquiabierta.
― ¿Debo tomar eso como un no? ― Levantó una de sus cejas.
― Yo, bueno…de ser hombre me gustaría llamarlo Pedro benjamin― puse la mano en mi vientre y luego miré a Pedro.
― Me parece perfecto, suena agradable…pero… ¿y si es niña?
― En eso no he pensado― Hice una mueca― Pero seguramente se nos ocurrirá uno bueno.
― Seguramente será igual de hermosa que su mamá, así que debería llevar tu nombre
Me incliné y lo besé en la mejilla.

Al terminar el desayuno caminamos hasta Central Park, pues no estaba tan lejos del restaurante. Nos sentamos bajo un árbol y veíamos la gente pasar.

― Hace tiempo que no vemos a tu familia― dije recostándome en sus piernas―
― Si quieres podemos ir ahora mismo― acarició mi mejilla―
― No, quiero pasar el mayor tiempo contigo, quiero que me beses, me digas que me quieres y me beses…me beses ¿ya te dije que quiero que me beses? ― dije entre risas a lo que él contesto con un beso― Te amo.
pedro me recostó en el pasto y luego se tumbó a mi lado.
― Entonces nunca te alejes de mi― Susurro en mi oído.
― Jamás― me recosté en su pecho― Después de anoche… ― dude en seguir.
― ¿Qué?
― Bueno, es que hoy estas actuando de manera distinta ¿qué pasa?
― Pasa que te amo demasiado y aun si intentara vivir sin ti, no lo conseguiría.
― Pero sigues dudando de mi, ¿no es así? ― Pasé saliva.
Pedro no contestó, sus labios descansaron sobre los míos y me abrazo fuertemente.
― En un principio tu dudabas de mi amor hacia ti.
― Si, pero era porque… estaba ciega, me resultaba ilógico que me quisieras, que te enamoraras de mi en tan poco tiempo.
― Me enamoré de ti desde el primer minuto en que te vi. Eres todo lo que siempre soñé.
― Quiero que las cosas entre tu y yo vuelvan a la normalidad. Así que comenzaré por decirte la verdad.
― ¿Qué verdad?
― ¿Recuerdas el día en que me “perdí”? ― Tome su mano.
― Si, lo recuerdo, ahora que lo mencionas, desde entonces has actuado muy raro.
― Si y es porque…
― ¿Qué te parece si hablamos de esto en casa? ― me interrumpió― creo que sería más cómodo.
Mordí mi labio inferior y asentí. Pedro me ayudo a levantarme y después caminamos hasta el coche.

Al llegar a casa él subió a cambiarse de ropa, yo estaba encendiendo la televisión cuando alguien llamó a la puerta. Fui a abrirla y me tope con alguien de quien me había olvidado temporalmente… Verónica.



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Hola! hoy subo temprano!
espero que les guste!!  capas más tarde suba uno más!!
muchas gracias!! 
@jesicaleiva1


CAPITULO 68




En ese momento me sentí adolorida, como si alguien me hubiese propiciado una buena patada en el estómago. Lo miré con recelo y retrocedí.

― Estas comportándote como un tonto
― Es en lo que me has convertido, cariño― Dio tres pasos hacia mí y terminé acorralada― Eres única y por lo mismo sé que será muy difícil enamorarte― Besó la punta de mi nariz.
― No te será tan difícil enamorarme aun más― Recalqué la palabra más.
― Eres tan hermosa aun cuando mientes― Sonrió y con sus labios acarició los míos.
Puse una mano en su pecho y lo alejé de mí.
― ¿Qué pasa? ― Pregunto mirando mi mano― ¿Ya no tengo derecho a besarte?
― No juegues conmigo Pedro― Baje la mirada― Haces que me sienta como una tonta, pensé que te agradaría el hecho de que volviéramos a dormir en la misma habitación, en lugar de eso, aprovechas la situación para hacerme sentir como una ¡completa tonta!
― ¿Tanto te afecta el no dormir en la misma habitación?― Tomo mi mano y la beso con extrema dulzura.
― Eso es paralelo. Lo que en realidad me molesta es que tu no me quieres cerca de ti― Dije sin pensar― ¡Ya ni siquiera puedo abrazarte, besarte o decirte lo mucho que te amo sin que desconfíes de mi! ― Mi voz se quebró al final.
Pedro puso una mano en mi mejilla y con su dedo pulgar evitó que la lágrima que colgaba de mi parpado inferior, cayera. Recargué mi frente en su pecho y sentí sus manos en mi espalda.
Comencé a sollozar y me di cuenta de lo débil e insegura que debía lucir en ese momento así que con brusquedad le propicié un empujón y sacándolo del camino subí a mi habitación. Al entrar me tiré bocabajo sobre la cama con mis brazos extendidos y mi cabello tapándome la cara. Mi cuerpo comenzó a brincar debido al llanto.
Tantas lágrimas inundando mis ojos me incitaban a dormir. La noche era fría, por lo que con mis últimas fuerzas giré en la cama y me hundí bajo las sabanas y cobijas. Cerré mis ojos y con una imagen de Pedro en mi cabeza, me sumergí en un profundo sueño.

Entre sueños sentí como si mi cuerpo chocara contra una pared cálida. Siempre había querido volar y ahora me encontraba flotando, disfrutando de un paseo. Mi espalda descansó sobre algo suave y con una protesta me giré. De pronto sentí como algo caminaba sobre mis labios. Sobresaltada entreabrí los ojos y lancé un golpe como reflejo natural. Mi mano me dolió horriblemente, por lo que mis ojos se abrieron de par en par. Con mi vista nublada miré alrededor y luego a un costado. Pedro tenía una tierna sonrisa en sus labios.

― ¿Pedro? ― Dije con voz adormilada y me senté― ¿Cómo llegué a tu cama?
― Me tomé la libertad de traerte― Tomándome por los hombros me hizo recostarme a su lado― Media hora después de nuestra discusión, subí a buscarte para pedirte que durmieras conmigo pero estabas dormida, así que se me hizo fácil traerte.
― Eso explica las sensaciones de mi sueño― Dije en un susurro. Él escuchó―
― ¿Sentiste algo en tus labios? Porque te bese― Sonrió y acarició mis labios con su dedo índice― Pero me diste un golpe en el brazo.
― ¿Por qué me has traído a tu recamara, qué te ha hecho cambiar de opinión?
― Te lastime con todo lo que dije abajo, me siento como un…― Suspiro― Tu sabes a lo que me refiero. Pero tienes razón, estamos casados y por lo tanto tienes el mismo derecho que yo de ocupar esta habitación.
Su dedo índice bajo de mis labios a mi cuello.
Pensé en gritarle infinidad de cosas pero eso solo nos conduciría a una pelea. Así que callé.
― Gracias― Fue todo lo que dije.
Pedro me tomo por los brazos y me acomodo de tal manera que mi cabeza descansaba sobre su pecho y mis manos alrededor de su cintura. Pronto su calor corporal comenzó a arrullarme y mis ojos se cerraron levemente.
― No te duermas, no aun― Susurró Pedro en mi oído. Levante mi cabeza para mirarlo― Haremos algo antes.
Tenía demasiado sueño e ignore sus palabras, retomando la postura anterior. Pronto sentí como la mano de Pedro se movía por lugares que no debía. Abrí mis ojos y clavé la mirada en él.
― Pedro― Mi corazón latió con mayor intensidad.
― Dime que no lo deseas― Beso mis labios― Y entonces ambos dormiremos.

No pude decir nada, solo deje que sus labios devoraran los míos y rodeara mi cuerpo con sus brazos.

― No deberíamos, no cuando tenemos un mar de problemas ― Dije separándome de él
― Paula, toda esta situación es agotadora, extraño tenerte cerca.
― ¿Es la única razón por la cual quieres que pasemos la noche juntos?
Si su respuesta era afirmativa, mi corazón se partiría en mil pedazos…
― No, la verdadera razón es porque te amo― Se sentó, dándome la espalda― Pero entiendo tus razones, debo hacerte sentir utilizada…lo lamento. Es solo que en el último mes todo ha cambiado, nuestra relación era casi perfecta y ahora…
― No sigas― Lo silencié― Eso puede cambiar.
― ¿Cómo?
― Solo debemos dejar los problemas atrás y concentrarnos en el amor que sentimos el uno por el otro.
Pedro me miro por encima de su hombro y luego miro al suelo.
― Perdona lo de hace un momento. Pero realmente quería…olvídalo. Dormiré en otra habitación.

Justo cuando Pedro apoyo las manos en la cama para impulsarse y levantarse, gatee y lo abracé por la cintura,
apoyando mi cabeza en su hombro y dándole un beso en la mejilla

― No te vayas, quédate conmigo, por favor― Dije en su oído.
Pedro giro su cabeza y nuestros labios se encontraron. Tome su cara entre mis manos y lo mire directo a los ojos.
― ¿Segura? ― Dijo con voz soñadora.
Asentí y puse mis manos en el primer botón de su camisa. El las aparto con un tierno gesto.
― No estás obligada a hacerlo solo porque yo quiero.
― Yo también quiero― Dije nerviosa y desvié la mirada―
Pedro me miró con ternura y con su mano derecha cerro mis ojos. Comenzó a regar una lluvia de efímeros besos sobre mis mejillas, solté una risita.
― ¿Qué pasa amor? ― Su voz tenía un tono divertido.
― Me haces cosquillas― Apreté los ojos.
― Eres tan tierna― Rió― No abras tus ojos, mantenlos cerrados ¿quieres?
― ¿Por qué? ― Pregunte confundida e inclinando la cabeza.
― Luces aun más hermosa y adorable― Posó sus labios en los míos y al sentir mi movimiento, se detuvo― Sigue mi ritmo.
― No puedo― Reí― Eres demasiado bueno, yo soy una novata.
Pedro se unió a mi risa y sentí sus manos sobre las mías.
― Una novata encantadora, sin lugar a dudas― Dijo en mi oído― Pero bueno, yo seré tu maestro así que sígueme.
Respire profundo y me incline hacia delante en busca de sus labios, pero en lugar de eso, Pedro me dio un empujoncito y me hizo quedar recostada.

― Te amo paula― Rozo mis labios con su aliento.

Lentamente sentí como sus labios se ponían en contacto con los míos y se movían de extremo a extremo con un toque sutil, sin besarlos por completo. La sensación era indescriptible, incluso contuve el aliento. Entonces sentí su boca abarcar la mía, un beso sonoro se escucho en la habitación. Pero de pronto ya no sentí ni su respiración, ni mucho menos sus labios.
― Pepe― Dije en un susurro
― Abre tus ojos―
Los abrí y me tope con su mirada del color de la miel. Sonreí y el también.
Se tumbó a un lado de mí y paso su brazo por mis hombros.
― Tu turno― Dijo acariciando mi mejilla. Fruncí el ceño― Quiero que tú me beses, esta vez tu me dirigirás.
Abrí mis ojos como dos platos y el rió.
― Vamos, cariño no es cosa de otro mundo.
Fijé la vista en su boca, la cual tenía una sonrisa que pronto cubrí con la mía, y comencé a dar pequeños besos a sus labios. Después de algunos más, me uní en un profundo beso y sumergí mis manos bajo su espalda. pedro ahogo un sonido en su garganta y con un movimiento rápido me hizo quedar bajo él.
― Dulce paula, me has dejado sorprendido― Levanto una ceja― Pero ahora voy yo.

Pedro comenzó a besarme mientras descifraba como deshacerse de nuestras prendas…que solo estorbaban.


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