jueves, 13 de junio de 2013

CAPITULO 37



― Se cuanto te molesta que las personas te oculten las cosas. ¿Sabías que papá está desempleado?
¿Qué tenía que ver esa pregunta con Pedro?
― No, no lo sabía. Pero lo dudo, según se, mamá y él están en Londres, disfrutando de unas vacaciones― Dije con indiferencia
― Efectivamente. Bueno, ahí es donde intervine Pedro― De nuevo su voz reflejaba enojo― Papá me ordeno que revisará los depósitos, retiros y toda esa infinidad de cosas de su cuenta bancaria. Pedro le deposita una cantidad generosa de dinero quincenalmente.
Yo gire la cabeza hacia Gonzalo y abrí mis ojos como dos platos. No podía creerlo y mucho menos lo creí cuando me dijo la cantidad.
― ¿Desde cuándo lo hace?
― Desde hace tres meses ― Gonzalo vació su copa de brandy― Papá me dijo que ha sido un acuerdo entre Pedro y él. Pero también me dijo que cuando lo establecieron, tu marido dejo claro que tú estabas enterada y de acuerdo con ello.

¡Maldición! ¿Es que acaso todos estos meses había estado conviviendo con un hombre que no sabía hacer otra cosa más que mentir?

― Con que a Pedro no solo le basto regalarle propiedades y lujos a la familia después de pedirme que me casara con él; sino que ahora le da dinero a mis padres…― Sentí como el aire escapaba de mis pulmones.
― ¿Cuál crees que sea su propósito? ― Gonzalo frunció el ceño
― Es obvio. Quiere ganárselos. Eso evitara que yo pida el divorcio… Pedro sabe cuánto respeto a mis padres y que la mayoría de las veces tomo en cuenta la opinión de mi madre. Si ella me dice que el divorció no es la mejor opción, yo le creeré.
― Yo dudo que esa sea su intención― Dijo Gonzalo
― Yo no― Me encogí de hombros― Al parecer Pedro tiene la capacidad de cometer infinidad de bajezas. Una más no le haría daño…
Gonzalo y yo seguimos hablando durante algunos minutos más. Me había proporcionado un par de noticias más sobre Pedro pero no  tenían mucha relevancia. Después de pedirle un favor me despedí de él y subí al coche.
Mis manos iban apretadas al volante y mi mirada fija en el frente. Tenía claro lo que debía hacer. No había marcha atrás, era lo mejor y en realidad… la única opción.

― Paula― Me llamo Dora cuando entre a la casa― Te esperaba más tarde cariño, no has estado fuera más que como por una hora.
― Lo sé. Mi amiga tenía más planes por hacer― Dije seria
― Ya veo. ¿Ya has comido? Acabamos de terminar de comer, la comida aun está caliente.
― Gracias Dora, pero no tengo apetito. Quiero… dormir un poco.
Subí con paso acelerado hasta la habitación y lo primero que hice fue abrir el closet, de la parte superior baje una maleta y comencé a descolgar algunas prendas, las doblé y las fui metiendo una a una en la maleta. Minutos más tarde, cuando estaba por acabar, sentí la presencia de alguien más en la habitación. Con cuidado levante la vista para ver la hora en el reloj… eran las 6:20. Por lo tanto no se podía tratar de Pedro.

Mire por encima del hombro y pude ver de quien se trataba. Era Victoria.
― Hola― Me gire hacia ella
― Hola, lamento interrumpir― Fijo su vista en la maleta― ¿Pedro y tu saldrán de viaje? ―
― Si, así es― Asentí con la cabeza mientras mis piernas temblaban debido a los nervios
― Que extraño, Pedro no ha mencionado nada
Yo abrí mi boca pero luego la cerré. No se me ocurría algo coherente para contestar.
― Escucha Paula, tengo que hablar contigo―Se sentó en la cama― Desde mi regreso había estado buscando la mejor oportunidad y creo que es esta, debido a que Pedro no está en casa. Conocí a alguien en las vacaciones familiares, es un chico encantador
― Me da gusto por ti― Dije sin entender muy bien a qué se refería
― Lo que trato de decir es que… me he dado cuenta de que Pedro no es para mí. Al fin he comprendido que está casado contigo y que te ama
¿Qué me ama? ¡Si claro, como no!
― ¿Estas tratando de decirme que dejarás de interferir en nuestra relación? ― Pregunte perpleja
― Así es. El chico que conocí me hiso ver muchas cosas. Y bueno creo que he comenzado a enamorarme de él y por tanto he comprendido que Pedro… solo puede ser mi amigo
― Me da gusto que abras los ojos― Cerré la maleta
― A mi igual. Y quiero que sepas que me gustaría ser tu amiga y… se que muchas quieren estar cerca de Pedro, no te preocupes te ayudare a mantenerlas lejos― Comenzó a reír.
― Gracias― Fingí una sonrisa― Te deseo suerte con tu… futuro novio, supongo
― ¡Sospecho que hoy mismo me lo pedirá! ― Dijo Victoria con gran emoción― Estoy muy feliz, Paula… de hecho tu y mamá son las únicas que lo saben.
― Gracias por tomarme en consideración― Esta vez una sonrisa sincera se dibujo en mis labios― Espero que lo hagas muy feliz y que él te haga muy feliz también.
― Estoy segura que así será. No quiero abusar de ti, pero… ¿de casualidad tienes un lindo collar que me prestes? ― Pregunto con una sonrisa
― Sí, creo que tengo el perfecto para esta ocasión― Camine hacia el alhajero y busqué el diamante y cadena que Pedro me había dado en Hawái. Ya no lo necesitaría… no más― Toma― Se lo puse en sus manos
― ¡Oh no, Paula no puedes prestarme este! ― Me miro con los ojos abiertos de par en par― Es muy hermoso… pero valioso. ¿Te lo ha dado Pedro, no es así?
¿Cómo lo sabía?
― No, no es así. Ese lo compre yo cuando era soltera― Mentí― Así que no solo te lo presto… te lo regalo.
― No puedo aceptarlo― Dijo Victoria con un brillo de tristeza en sus ojos
― Claro que puedes y lo harás― Sonreí― A mi me hiso feliz… durante algún tiempo. Ahora te toca disfrutarlo.
― Esta bien― Victoria sonrió― Muchas gracias
― De nada, solo cuídalo― Mire fijamente el diamante
Victoria salió de la habitación no sin antes darle un último vistazo a la maleta. Luego me quede sola, unas cuantas lágrimas resbalaron por mis mejillas y sentí como mi cuerpo era un manojo de nervios y dolor.

Mire mis manos… y con tristeza libere mi dedo anular izquierdo del anillo de matrimonio y del de compromiso. Luego de mi anular derecho retire el anillo que decía: Para el amor de mi vida Paula Alfonso. Puse los tres anillos en el mueble de Pedro.
Espere impaciente a que los minutos pasarán, y poco antes de las siete se escucho el motor del coche de Pedro. Al fin había llegado.
Tome la maleta y baje con ella hasta la sala, cuidándome de que nadie me viera, la puse detrás de un sillón. Camine con paso lento hacia la escalera y me aferre del barandal, me sentía terriblemente débil.
― Paula, cariño, Pedro al fin ha llegado por lo que Jose y yo nos retiramos― Anunció Dora con una sonrisa― Victoria ya se ha ido a su cita
― Espero que la disfrute― Sonreí― Y gracias por quedarse en casa mientras Pedro llegaba, en serio gracias
― De nada pequeña― Dora me miro cuidadosamente― ¿Te sientes mal? ¡Estás muy pálida!
― Tranquila, me siento bien. Debe ser la emoción de saber que Pedro ha llegado― Apreté mis manos al barandal debido a que por un momento vi nubloso.
― Confiare en que es verdad― Asintió― Nos vemos mañana, cariño

Dora dio media vuelta y salió de la casa… escuche como cruzaba unas cuantas palabras con Pedro.


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Gracias!!



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