viernes, 21 de junio de 2013

CAPITULO 55



Una lágrima rodó por mi mejilla y de inmediato la seque. No debía llorar, tenía que permanecer fuerte, no dejaría que Verónica se diera cuenta del daño que estaba ocasionándome.
Me tendí en la cama y lentamente mis ojos se fueron cerrando, estaba rendida, por esta ocasión el sueño me había ganado.

Era cerca de la media noche cuando alguien llamo a la puerta del apartamento de Gonzalo.
― Pedro, ¿qué haces aquí? ― Gonzalo forzaba sus ojos a mantenerse abiertos.
― Paula no está en casa. No la he encontrado desde que se fue de aquí.
― ¿Pero qué dices? ― Grito.
― Lo que escuchas. No he encontrado a Paula― Pedro apretaba los labios y sus manos estaban en forma de puños.
― ¡Maldición! ― Paso una mano por su cabello― Permíteme cambiarme de ropa y juntos iremos a dar parte a la policía.
― No quiero que la policía se meta en esto.
― ¿Estás loco? Pepe, amigo, lo más seguro es que mi hermana haya sido…secuestrada. Creo que lo mejor que podemos hacer es dar parte a las autoridades
― Puede parecer la mejor opción, pero no lo es, créeme. Si Paula no ha sido secuestrada y la policía divulga esa noticia… entonces si, alguien podría aprovechar y secuestrarla.
― Después de todo tener tanto dinero a veces es perjudicial― Comento Gonzalo con recelo hacia Pedro.
― Yo no soy culpable de la desaparición de Paula― Rechino los dientes― Ahórrate tus comentarios.
― Pedro ¡mi hermana y mi sobrino o sobrina pueden estar en peligro! Y todo porque muchos quieren tu estúpido dinero…
― No olvides que también son mi esposa y mi hijo― Al decirlo pedro sintió como el aire escapaba de sus pulmones, por primera vez después de un largo tiempo sentía miedo― Si algo llega a pasarles, jamás me lo perdonaré.
Gonzalo miró fríamente a Pedro.
― Si algo les pasa, soy capaz de matarte― Dijo Gonzalo con un evidente coraje.
― Créeme que eso no será necesario―Pedro puso una amarga sonrisa en sus labios― Ahora andando.

Cada hora, cada minuto, inclusive cada segundo parecía una eternidad para Pedro sin Paula a su lado. Prácticamente Gonzalo y él ya habían recorrido toda la ciudad y no había rastro alguno de ella. Se mantenían atentos a sus teléfonos celulares en caso de recibir una llamada pidiendo alguna recompensa o inclusive una llamada de la misma Paula solicitando ayuda, pero era en vano puesto que los teléfonos permanecían en silencio total.

― Pedro, no me dejes, no por favor no―
Repetía una y otra vez Paula mientras giraba en la cama.
― Pedro― Pronunciaba entre sollozos que comenzaban a surgir de su garganta.
De pronto a través de sus parpados sintió el resplandor de una luz incandescente. Apretó sus ojos mientras veía a Pedro marcharse, alejarse de ella. Con un fuerte zangoloteo abrió los ojos y noto que estaba bañada en sudor.
Juan estaba inclinado sobre mí con mirada atenta y su ceño fruncido.
― ¿Te encuentras bien? ― Pregunto moviendo su mano frente a mis ojos.
― ¿Qué ha pasado? ¿En dónde estoy? ― Dije incorporándome en la cama.
― Es evidente que has tenido una pesadilla― Me tendió una toalla húmeda― Ponla sobre tu frente, te ayudara.
Yo hice caso y pronto recordé todo. La desastrosa tarde que había tenido y como mi vida se había complicado gracias a un mareo.
― ¿Cómo supiste que tenía una pesadilla?
― Lanzaste un grito y Verónica se levanto furiosa. Llamo a mi puerta y me pidió que viniera a callarte…ya que interrumpías su sueño.

¿Por qué Juan estaba contestando mis preguntas? Más aún, ¿por qué hablaba tan abiertamente sobre Verónica conmigo? Tal vez, solo tal vez no era tan malo…

― Gracias por levantarme, de otra manera creo que pude haber entrado en shock o sufrir un desmayo― Dije en un susurro― ¿Qué hora es?.
― Son las 4:00 am ― Guardo silencio por un momento― ¿Cuántos meses tienes de embarazo?.
― Apenas cumpliré un mes― Dije con temor, calculando la situación― Hoy, bueno ayer Pedro y yo nos enteramos― Enfoque la vista en mi vientre, Juan hizo lo mismo.
― ¿Qué tiene de especial Pedro Alfonso? ― Se movió en la silla―
Yo preferí no contestar y retire la toalla húmeda de mi frente. El la tomo y se puso de pie, comenzó a caminar hacia la salida pero se freno en seco.
― Si yo fuera tu, dejaría que Verónica se quedara con tu esposo― Entrecerró sus ojos― A veces ella no mide las consecuencias de sus actos.


Juan salió y cerró la puerta tras él. Yo por mi parte salte de la cama y comencé a caminar desesperada por toda la habitación, las palabras de Juan solo había logrado ponerme más nerviosa y querer llorar sin control…debido a la impotencia.

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Lean el siguiente....


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