Yo me acerque aun más a la puerta, Pedro tenía razón, ¿qué tenía yo que ver en todo esto?
― Claro que estoy consciente de que mi esposa tiene un título que le permite ejercer, y claro que también se que tiene un potencial increíble y por eso solía trabajar en la empresa de Tom. ― Pedro atropellaba las palabras― Aun así no veo tu punto― Contesto mientras maldecía en voz baja― ¡No, claro que no le pediré a Paula que tome el lugar de Ángela! No me importa si es temporal, Paula es mi esposa y no trabajará para mi, Víctor. Creo que estoy perdiendo el control, y no es justo que me desquite contigo, discúlpame― Pedro relajo su tono de voz― Si, hablamos el Lunes, hasta pronto― Finalizó la llamada.
Me quede un momento analizando la conversación y cuando reuní fuerzas para lo que pensaba hacer, llame a la puerta
― Adelante― Contesto Pedro.
Entre y analice sus facciones, el estaba con una mano sobre su cara y había desabotonado dos botones de su camisa blanca. Estaba recostado en la silla y movía los pies con impaciencia.
― Dora te manda este té― Lo puse frente a el
El quito la mano de su cara y me miro fijamente. Sentí como una corriente helada recorría mi cuerpo, pero no pensaba dar marcha atrás.
― Se que está mal escuchar conversaciones ajenas― Agache la mirada― Pero no pude evitarlo.
El soltó una carcajada y me miro con mayor intensidad.
― ¿Qué has escuchado exactamente? ― Le dio un sorbo a su té
― Me gustaría obtener ese puesto vacante como tu secretaria― Trate de ignorar el nudo que se había hecho en mi garganta.
― No. De ninguna manera― Su tono fue cortante.
― Al menos, ¿podrías darme una explicación? ― Pregunte sentándome en la silla que estaba de frente a él.
― Eres mi esposa― Dijo el esquivando mi mirada.
― No veo el porqué el hecho de ser tu esposa, sea un impedimento para trabajar en tu empresa― Conteste seria
― No sería justo que trabajases para mí como mi secretaria, cuando yo soy el dueño y jefe de la empresa y además tu marido― Aun mantenía su vista alejada de la mía.
― ¿Sugieres que yo tendría que trabajar en un puesto más alto? ― Dije en tono molesto
― Algo así. A pesar de que no me guió mucho por el que dirán, no quiero que piensen que soy un patán que te tiene trabajando en ese puesto cuando es bien sabido que tu, Paula Alfonso eres mi esposa y mereces que yo te otorgue algo mucho mejor. Como quedarte en casa y disfrutar de lo que te ofrezco.
― Eso es para mujeres mantenidas, frívolas e interesadas― Fruncí el ceño debido al coraje― Y lo creas o no, yo no soy así. Estoy lejos de serlo.
― Lo sé. Sin embargo yo prefiero consentirte…
― Eso me ha quedado claro― Suspire― Pero Pedro, lo único que te pido es que me dejes trabajar, no quiero pasarme los días en casa esperando a que tú llegues y me cuentes lo maravilloso que estuvo tu día en el trabajo. Quiero estar presente cuando hagas un buen movimiento, cuando logres firmar un contrato con alguna empresa o cosas por el estilo.
Pedro no había pensado en eso. ¡Qué tonto! Se dijo así mismo. Si ella trabajaba para él, prácticamente pasarían todos los días juntos. Vaya que con esa razón bastaba y sobraba para que él le diera el empleo. Pero no. Algo dentro de él no quería hacerlo.
― Pedro, tu sabes que tengo la preparación necesaria para hacerlo, además trabaje para la empresa de Tom, y tu sabes que también es una buena empresa― Mi voz se apago― Lo único que te pido es que confíes en mí, no te defraudare―
Esas palabras habían hecho que pedro la mirara fijamente. ¿Confiar en ella? ¡Pero si él tenía confianza ciega en ella! En parte por todo el amor que sentía hacia Paula y por otro lado a que sabía que ella era una mujer muy bien preparada, fuerte y responsable.
Le costó mucho abrir la boca, y más le costó dejar salir las palabras que estaban en la punta de su lengua.
― Esta bien, a partir del Lunes trabajarás en Interworld Business, como mi secretaria― Lo dijo no muy contento, pero resignado.
Yo estaba totalmente sorprendida y emocionada.
― Gracias Pepe― Dije con una inmensa sonrisa― De verdad, muchas gracias, prometo no defraudarte― Me levante de la silla y rodee el escritorio para llegar a la suya― Vamos jefe levántate y dame un abrazo― Bromee un poco―
El me miró y puso una media sonrisa en sus labios.
―Paula, tienes mucho poder sobre mi― Me abrazo fuertemente― Solía ser un hombre que si decía no a la primera, era no.
― Lo lamento. No sabía que mis encantos me hicieran tan irresistible― Solté una risita―
― No tienes idea― Dijo susurrándome al oído, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo―
― Bueno, prometo ser menos encantadora, sino terminaras siendo otro Pedro― Nuevamente volví a reír
― Tanto así no, pero conseguirás descubrir un lado―Dudo por un momento― Un lado que he intentado reprimir por años
― Mmm― Dije separándome levemente de él para mirarlo de frente― No cabe duda que cada día me convenzo más de que eres un hombre lleno de misterios.
El me tomo por la cintura y me acercó a su cuerpo. Con delicadeza hiso que yo le rodeara el cuello con mis manos y cuando lo hice el oprimió mis labios con los suyos y comenzó a besarme de una manera muy tierna. Después me miro con sus ojos color miel y coloco un pequeño beso en mi mejilla.
― Tus labios me hacen querer perder la cordura y quedarme unido a ellos durante la eternidad― Rozo mis labios con los suyos de una manera lenta.
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