― Estas comportándote como un tonto
― Es en lo que me has convertido, cariño― Dio tres pasos hacia mí y terminé acorralada― Eres única y por lo mismo sé que será muy difícil enamorarte― Besó la punta de mi nariz.
― No te será tan difícil enamorarme aun más― Recalqué la palabra más.
― Eres tan hermosa aun cuando mientes― Sonrió y con sus labios acarició los míos.
Puse una mano en su pecho y lo alejé de mí.
― ¿Qué pasa? ― Pregunto mirando mi mano― ¿Ya no tengo derecho a besarte?
― No juegues conmigo Pedro― Baje la mirada― Haces que me sienta como una tonta, pensé que te agradaría el hecho de que volviéramos a dormir en la misma habitación, en lugar de eso, aprovechas la situación para hacerme sentir como una ¡completa tonta!
― ¿Tanto te afecta el no dormir en la misma habitación?― Tomo mi mano y la beso con extrema dulzura.
― Eso es paralelo. Lo que en realidad me molesta es que tu no me quieres cerca de ti― Dije sin pensar― ¡Ya ni siquiera puedo abrazarte, besarte o decirte lo mucho que te amo sin que desconfíes de mi! ― Mi voz se quebró al final.
Pedro puso una mano en mi mejilla y con su dedo pulgar evitó que la lágrima que colgaba de mi parpado inferior, cayera. Recargué mi frente en su pecho y sentí sus manos en mi espalda.
Comencé a sollozar y me di cuenta de lo débil e insegura que debía lucir en ese momento así que con brusquedad le propicié un empujón y sacándolo del camino subí a mi habitación. Al entrar me tiré bocabajo sobre la cama con mis brazos extendidos y mi cabello tapándome la cara. Mi cuerpo comenzó a brincar debido al llanto.
Tantas lágrimas inundando mis ojos me incitaban a dormir. La noche era fría, por lo que con mis últimas fuerzas giré en la cama y me hundí bajo las sabanas y cobijas. Cerré mis ojos y con una imagen de Pedro en mi cabeza, me sumergí en un profundo sueño.
Entre sueños sentí como si mi cuerpo chocara contra una pared cálida. Siempre había querido volar y ahora me encontraba flotando, disfrutando de un paseo. Mi espalda descansó sobre algo suave y con una protesta me giré. De pronto sentí como algo caminaba sobre mis labios. Sobresaltada entreabrí los ojos y lancé un golpe como reflejo natural. Mi mano me dolió horriblemente, por lo que mis ojos se abrieron de par en par. Con mi vista nublada miré alrededor y luego a un costado. Pedro tenía una tierna sonrisa en sus labios.
― ¿Pedro? ― Dije con voz adormilada y me senté― ¿Cómo llegué a tu cama?
― Me tomé la libertad de traerte― Tomándome por los hombros me hizo recostarme a su lado― Media hora después de nuestra discusión, subí a buscarte para pedirte que durmieras conmigo pero estabas dormida, así que se me hizo fácil traerte.
― Eso explica las sensaciones de mi sueño― Dije en un susurro. Él escuchó―
― ¿Sentiste algo en tus labios? Porque te bese― Sonrió y acarició mis labios con su dedo índice― Pero me diste un golpe en el brazo.
― ¿Por qué me has traído a tu recamara, qué te ha hecho cambiar de opinión?
― Te lastime con todo lo que dije abajo, me siento como un…― Suspiro― Tu sabes a lo que me refiero. Pero tienes razón, estamos casados y por lo tanto tienes el mismo derecho que yo de ocupar esta habitación.
Su dedo índice bajo de mis labios a mi cuello.
Pensé en gritarle infinidad de cosas pero eso solo nos conduciría a una pelea. Así que callé.
― Gracias― Fue todo lo que dije.
Pedro me tomo por los brazos y me acomodo de tal manera que mi cabeza descansaba sobre su pecho y mis manos alrededor de su cintura. Pronto su calor corporal comenzó a arrullarme y mis ojos se cerraron levemente.
― No te duermas, no aun― Susurró Pedro en mi oído. Levante mi cabeza para mirarlo― Haremos algo antes.
Tenía demasiado sueño e ignore sus palabras, retomando la postura anterior. Pronto sentí como la mano de Pedro se movía por lugares que no debía. Abrí mis ojos y clavé la mirada en él.
― Pedro― Mi corazón latió con mayor intensidad.
― Dime que no lo deseas― Beso mis labios― Y entonces ambos dormiremos.
No pude decir nada, solo deje que sus labios devoraran los míos y rodeara mi cuerpo con sus brazos.
― No deberíamos, no cuando tenemos un mar de problemas ― Dije separándome de él
― Paula, toda esta situación es agotadora, extraño tenerte cerca.
― ¿Es la única razón por la cual quieres que pasemos la noche juntos?
Si su respuesta era afirmativa, mi corazón se partiría en mil pedazos…
― No, la verdadera razón es porque te amo― Se sentó, dándome la espalda― Pero entiendo tus razones, debo hacerte sentir utilizada…lo lamento. Es solo que en el último mes todo ha cambiado, nuestra relación era casi perfecta y ahora…
― No sigas― Lo silencié― Eso puede cambiar.
― ¿Cómo?
― Solo debemos dejar los problemas atrás y concentrarnos en el amor que sentimos el uno por el otro.
Pedro me miro por encima de su hombro y luego miro al suelo.
― Perdona lo de hace un momento. Pero realmente quería…olvídalo. Dormiré en otra habitación.
Justo cuando Pedro apoyo las manos en la cama para impulsarse y levantarse, gatee y lo abracé por la cintura,
apoyando mi cabeza en su hombro y dándole un beso en la mejilla
― No te vayas, quédate conmigo, por favor― Dije en su oído.
Pedro giro su cabeza y nuestros labios se encontraron. Tome su cara entre mis manos y lo mire directo a los ojos.
― ¿Segura? ― Dijo con voz soñadora.
Asentí y puse mis manos en el primer botón de su camisa. El las aparto con un tierno gesto.
― No estás obligada a hacerlo solo porque yo quiero.
― Yo también quiero― Dije nerviosa y desvié la mirada―
Pedro me miró con ternura y con su mano derecha cerro mis ojos. Comenzó a regar una lluvia de efímeros besos sobre mis mejillas, solté una risita.
― ¿Qué pasa amor? ― Su voz tenía un tono divertido.
― Me haces cosquillas― Apreté los ojos.
― Eres tan tierna― Rió― No abras tus ojos, mantenlos cerrados ¿quieres?
― ¿Por qué? ― Pregunte confundida e inclinando la cabeza.
― Luces aun más hermosa y adorable― Posó sus labios en los míos y al sentir mi movimiento, se detuvo― Sigue mi ritmo.
― No puedo― Reí― Eres demasiado bueno, yo soy una novata.
Pedro se unió a mi risa y sentí sus manos sobre las mías.
― Una novata encantadora, sin lugar a dudas― Dijo en mi oído― Pero bueno, yo seré tu maestro así que sígueme.
Respire profundo y me incline hacia delante en busca de sus labios, pero en lugar de eso, Pedro me dio un empujoncito y me hizo quedar recostada.
― Te amo paula― Rozo mis labios con su aliento.
Lentamente sentí como sus labios se ponían en contacto con los míos y se movían de extremo a extremo con un toque sutil, sin besarlos por completo. La sensación era indescriptible, incluso contuve el aliento. Entonces sentí su boca abarcar la mía, un beso sonoro se escucho en la habitación. Pero de pronto ya no sentí ni su respiración, ni mucho menos sus labios.
― Pepe― Dije en un susurro
― Abre tus ojos―
Los abrí y me tope con su mirada del color de la miel. Sonreí y el también.
Se tumbó a un lado de mí y paso su brazo por mis hombros.
― Tu turno― Dijo acariciando mi mejilla. Fruncí el ceño― Quiero que tú me beses, esta vez tu me dirigirás.
Abrí mis ojos como dos platos y el rió.
― Vamos, cariño no es cosa de otro mundo.
Fijé la vista en su boca, la cual tenía una sonrisa que pronto cubrí con la mía, y comencé a dar pequeños besos a sus labios. Después de algunos más, me uní en un profundo beso y sumergí mis manos bajo su espalda. pedro ahogo un sonido en su garganta y con un movimiento rápido me hizo quedar bajo él.
― Dulce paula, me has dejado sorprendido― Levanto una ceja― Pero ahora voy yo.
Pedro comenzó a besarme mientras descifraba como deshacerse de nuestras prendas…que solo estorbaban.
-----------------------------------------------
lean el siguiente....
lean el siguiente....
No hay comentarios:
Publicar un comentario