lunes, 24 de junio de 2013

CAPITULO 61




― Sera un placer― Dije con una pequeña sonrisa.

Seguramente sería el último beso, por lo tanto debía ser especial…
Acerqué mi cuerpo lo más que pude al de él y con delicadeza tome su cara entre mis manos. Con un movimiento rápido atrape sus labios, Pedro parecía sorprendido pues ni siquiera correspondía el beso. Cerré mis ojos y simplemente me deje llevar por mis emociones. Sentí como él comenzaba a dar pequeños mordiscos a mi labio inferior y sus labios se movían a un ritmo constante. Me separe un poco de su boca y comencé a besarlo en la mejilla, para luego regresar sus labios. Minutos, si, minutos después me separe de él y me sumergí en su mirada color miel.
Mis labios se sentían raros así que prendí la lámpara que descansaba en mi mueble y me mire en un espejo. ¡Oh por Dios! Jamás había visto mis labios tan rojos. Los de Pedro estaban igual.
Lo mire apenada y el sonrió.
― El mejor beso de nuestras vidas, sin lugar a dudas― Me tomo de la mano― Ahora si, a dormir.

Sorpresivamente logre conciliar el sueño y todo gracias al brazo de Pedro rodeando mi cintura y a su arrulladora respiración en mi oído.

A pesar de que había vivido situaciones difíciles, jamás había experimentado algo como esto. Cuando me case con Pedro lo hice creyendo que él no me quería ni me amaba un poco. Con el pasar de los días descubrí que estaba completamente equivocada. Tiempo después las cosas cambiaron y yo me enamore perdidamente. No hay día en que no me levante sonriendo al sentir a Pedro a mi lado, no hay día en el que no me enamore más y más de él, tan simple como eso.
Pero esta tarde todo cambiaría. Muy temprano Verónica me envió un mensaje en el cual me informaba que vendría a casa y que tenía un plan en mente.

― Paula, casi no has comido, ¿te encuentras bien? ―
La voz de Dora me saco de mis pensamientos.
― Si Dora, no te preocupes, es solo que no tengo mucho apetito― Fingí una sonrisa.
― Debes comer amor, si no te sentirás muy débil debido al embarazo― Dijo  Pedro mientras tomaba una taza de café entre sus manos.
―Tranquilo. Estoy consciente de mi embarazo y para nada dejare de comer bien.
Mire mi plato que se encontraba intacto y tome una porción de comida. Una mirada taladrante me hizo levantar la vista. Victoria me miraba impaciente.
― ¿Pasa algo? ― Pregunte con el ceño fruncido.
― Es lo mismo que yo me pregunto― Se puso de pie y recogió su plato.
Un silencio incomodo se hizo en el comedor y yo trate de evitar las miradas de Pedro y Dora.
Al terminar el desayuno, decidimos ver una película ya que era domingo y por lo tanto nos gustaba quedarnos en casa, además de que Pedro aun no podía salir. Justo cuando íbamos a la mitad de la escalera, sonó el timbre.

― Yo voy, mientras tu sube y escoge una buena película― Sonreí.
― Esta bien pero no te tardes linda― Pedro siguió subiendo.
Termine de bajar los últimos escalones y camine hasta la puerta. Con determinación gire la perilla y en ese mismo instante desee no haberlo hecho.
― ¿Qué ha pasado? ¿Cuándo se divorcian? ― Pregunto Verónica al tiempo que entraba a la casa.
― Baja la voz, aun no le he dicho nada― Dije en un susurro.
― Entonces ¿Qué has hecho durante todo este mes? ― Levanto una ceja― Te recuerdo que Pedro ya no te pertenece, ahora es mío.
― No es ningún objeto como para que te expreses así― Conteste irritada― Vamos al despacho, así podremos hablar sin que él se entere.
Le indique el camino con la mano y ella comenzó a caminar, pero justo cuando íbamos pasando junto a la escalera se detuvo.
― ¿Dónde esta él? ― Pregunto mirando por todos lados.
― ¿Para qué quieres saberlo? ―Entrecerré los ojos― Eso no es de tu incumbencia así que camina, por favor.
Se escucho como se abría y después se cerraba una puerta en la planta alta. Verónica me miro divertida y yo apreté la mandíbula.
― ¿Ya le has pedido el divorcio? ― Grito Verónica.
La mire sorprendida y camine hasta ella pero continuó alzando la voz.
― ¿Cómo puedes seguir con él cuando amas a Juan? ― Dibujo una sonrisa en sus labios― No tienes vergüenza.
De pronto todo se complico. Las cosas pasaron demasiado rápido, pues en un abrir y cerrar de ojos Pedro ya se encontraba de pie junto a la escalera.

― ¿Qué pasa aquí? ― Pregunto mientras bajaba el primer escalón.
― ¡Pepe! ― Verónica junto sus manos como si estuviese preocupada y camino hasta él con paso acelerado― ¿Cómo estás?.
― Bien, gracias― Dijo con indiferencia― Escuche gritos…
― Es un asunto entre Verónica y yo, no te preocupes lo resolveremos en el despacho― Trate de que el temblor en mi voz no fuera tan evidente.
― ¿Por qué no se lo dices de una vez? ― Pregunto ella mientras miraba a Pedro.
― Lo hare cuando tu no estés aquí. Son asuntos de pareja.
― ¿De qué hablan? ― Pedro tenía el entrecejo fruncido, estaba confundido.
― Si no se lo dices tú, yo se lo diré― Amenazo.
Fije mi mirada en ella y pronto sentí como en mi interior se generaba un odio del tamaño del mundo, y el hecho de que ella tuviera una sonrisa en sus labios me hacía odiarla más. Mire a pedro y sentí como si mi corazón dejara de latir. Había llegado el momento…

― Pedro, quiero que nos divorciemos― Dije sosteniendo mi mirada en la suya, para hacerlo creíble.

No paso ni un segundo antes de que comenzara a sentirme arrepentida. pedro había cambiado su expresión por completo, su rostro lucía tenso.
― Desde hace algunas semanas había querido decírtelo pero no encontraba el momento correcto― Mi voz se había hecho pesada― Se que debemos hablar de esto en privado, por lo tanto esperare a que Verónica se vaya.
― No me iré. Eres capaz de mentirle a Pedro― Espeto ella. Yo la fulmine con la mirada.
― ¿Mentirle? ― Repetí.
― Si, mentirle con respecto a las razones del por qué quieres el divorcio― Verónica enfoco su vista en pedro― Si Paula esta pidiéndote el divorcio es porque se ha enamorado de alguien más, su nombre es Juan.
Abrí la boca para gritarle un par de insultos pero pronto la cerré.
― Calla― Dije en tono alto.
― Si yo fuera tú, le daría el divorcio cuanto antes posible― Se recargo en el hombro de Pedro― Ve tú a saber si ese hijo que espera es tuyo.
― ¡Verónica! ― Grite furiosa― ¿Cómo te atreves a decir semejante barbaridad?
Mi ritmo cardiaco se había acelerado debido al enojo y miedo.
― Se que tal vez no me crees Pedro, pero ella misma te ha pedido el divorcio. Es una descarada.
Hasta el momento Pedro no había dicho nada, solo se dedicaba a escuchar las palabras punzantes de Verónica y en mirarme directo a los ojos.
― Di algo― Pedro se dirigió a mi

Por un momento pensé en decir toda la verdad pero sabía que sería inútil.

― Es verdad, me he enamorado de alguien más y quiero que me des el divorcio para poder ser feliz a su lado― Las lagrimas comenzaba a querer escapar de mis ojos―
Pedro apretó sus labios y miro al techo.
― Gracias por la información Verónica, realmente aprecio el hecho de que me hayas dicho todo esto― Pedro comenzó a subir las escaleras.
― No tienes porque agradecer. Después de todo yo solo quiero tu felicidad y está más que claro que no la encontraras al lado de Paula.
Pedro ni siquiera se molesto en contestar a esa afirmación. Solo siguió subiendo y una vez que hubo entrado a la habitación se escucho como la puerta se cerraba.
― ¿Cómo pudiste? ― Convertí mis manos en dos puños.
― Ya me había cansado de esperar― Paso junto a mí y se burlo. Abrió la puerta y me miro con una sonrisa― Espero que el proceso de divorcio no dure demasiado… es más, yo que tu iba ahora mismo a hablar con Pedro sobre eso.
Verónica abandono la casa y yo me quede inmóvil, mientras miraba hacia la planta alta. Pedro…

Necesite armarme de mucho valor para subir al segundo piso. Pero más trabajo me costó el abrir la puerta y pararme enfrente de Pedro.

― Necesitamos hablar― Dije en un susurro.
― No hay nada que hablar― Dijo mirando la televisión.
― ¿A qué te refieres? Acabo de decirte que me he enamorado de alguien más y…
― No te daré el divorcio― Me interrumpió― Jamás en la vida me divorciare de ti.


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3/4


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