sábado, 8 de junio de 2013

CAPITULO 27



― Bueno, Paula, no quiero parecer grosera pero tú no entiendes nada de esto. Yo siempre he estado con Pedro en sus cumpleaños, he tenido la oportunidad de celebrar quince de ellos― Victoria se recargo en el hombro de Pedro.
¿Por qué Pedro no la alejaba de él? Grite en mis adentros. Vamos Pedro suéltala, abrázame a mí, yo soy tu esposa, no ella. ¿Es que acaso eres ciego para no notar que esta provocándome?
No había duda, los celos estaban consumiéndome. Jamás en la vida había experimentado un sentimiento tan doloroso.
― Estoy consciente de ello, Victoria. Pero créeme tu familia es más importante que yo. Así que me gustaría que fueras con tus padres― Dijo Pedro sonriendo
 Victoria lo abrazo fuertemente
― Esta bien, iré con ellos― Suspiro ― Pero solo lo hago por ti
― Esa es mi chica― Dijo Pedro mientras le hacía cosquillas.
Yo desvié mi mirada, si seguía presenciando esa escena lo más seguro es que explotara de los celos que se estaban generando en mi estomago.
― Bueno iré a hablar con tus padres― Pedro salió del despacho.

Victoria y yo teníamos la mirada fija mutuamente.

― ¿Feliz? ― Victoria cruzo los brazos a la altura del pecho
― ¿Disculpa? ― Fruncí el ceño
― Tranquila, Pedro ya se encuentra en el comedor así que deja de fingir― Camino hacia mi― Se honesta y dime porque te casaste con Pedro
― Victoria, creo que eso no es de tu incumbencia― Trate de mantener la calma― Pero veo que tu estas muy interesada en Pedro
― Si, lo estoy― Dijo con tono de ironía― A diferencia de ti, claro esta
― ¿Qué insinúas? ― Dije poniéndome muy cerca de ella
― Que tu, Paula no amas a Pedro―

Golpe bajo, sin duda alguna.

― Tú no puedes saber eso. Nadie puede, salvo yo que conozco mis emociones y sentimientos― Conteste irritada―
― Es más que obvio que no lo amas, querida. Así que porque no nos haces un favor a ambas y dejas a Pedro en libertad, para que se dé cuenta de que se ha casado con la mujer equivocada― Elevo una ceja― Después de todo saldrías ganando con el divorcio. Obtendrías una buena cantidad de dinero más tu libertad.
― Escúchame bien Victoria― Dije entre dientes― Si crees que…
― Paula, cariño, es hora de despedirnos― Dora y Jose iban entrando al despacho
Yo fingí relajarme y los mire.
― ¿Ya se van? ― Dije caminando hacia ellos
― Si― Dora sonrió― El avión sale en dos horas. ¡Dame un abrazo! ―
Abrace a Dora y después abrace a Jose. Intercambiamos unas cuantas palabras más y después los tres salieron del despacho, pero claro está que Victoria no podría marcharse sin antes dedicarme una mirada llena de coraje. Yo le dedique una igual y después burlándose salió del despacho, dejándome sola.

<<Eres una mujer muy fuerte,Paula, y esa es una cualidad muy valiosa. Por fortuna heredaste el carácter de tu papá y no el mío>> Esas palabras habían salido de la boca de mi mamá, cuando yo había alcanzado la mayoría de edad.
― Estamos muy orgullosos de ti, Paula. Jamás te doblegas ante la adversidad y siempre logras ser fuerte y no les permites a los demás verte llorar o explotar de coraje― Esas habían sido las palabras de mi papá, después de un día desastroso en mi vida.
¿Se sentirían orgullosos de mí en este momento? Claro que no, pues en cuanto me había quedado sola en el despacho yo rompí en llanto. Gracias al cielo que Pedro no estaba presente, gracias al cielo.

No podía controlarme, las lagrimas brotaban aceleradamente, trataba de detenerlas pero no podía, por fortuna era un llanto silencioso, solo un par de veces se había escuchado el retumbar de mi llanto entre las cuatro paredes. Me deje caer sobre el suelo alfombrado y sentándome me abrace para controlar la manera en que mi cuerpo temblaba.
Jamás pensé que mi vida se complicara tanto debido a las mujeres. Primero Martina, luego Victoria y ahora Verónica. ¿Quién más? Muchas más, me auto respondí. Solo que el resto disimulaba.
― Yo ni siquiera lo elegí como esposo― Dije susurrando mientras las lagrimas cesaban momentáneamente― El me eligió y yo solo acepte para no decepcionar a mi familia.
Mi espalda se reunió con la alfombra y contemple el techo. Después de algunos minutos cerré los ojos y por mi mente pasaron infinidad de cosas.

Te amo Pedro Alfonso, dije mientras sentía como las lágrimas volvían a mojar mi cara.

― Paula― Se escuchaba la voz de Pedro a lo lejos― ¿Dónde estás, Paula? ― Repetía una y otra vez.
Me tape la boca para evitar que el escuchara mis sollozos y apreté los ojos lo más fuerte que pude, pero pronto sentí como mi cuerpo se  separaba del suelo.

― Paula, ¿qué tienes? ― Preguntó Pedro preocupado― Amor, contéstame. ¿Te duele algo? ¿Quieres que llame al doctor? ― Pedro me apretó contra su pecho mientras se sentaba en una de las sillas que había en el despacho.
― No tengo nada― Dije en apenas un susurro― Solo ha sido un momento de debilidad― Apenas y podía distinguir su cara a causa de las lagrimas que aun salían de mis ojos.

El se apresuró a secar mis lágrimas con su dedo pulgar y me beso en la frente.


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3/4

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