― Hola Gonza― Dije con media sonrisa― Lo lamento no me dio tiempo, llevo aquí tres días, pero el primero estuve…inconsciente, por así decirlo.
― Lo sé, Tom me lo contó cuando esta mañana fui a buscarte a su empresa― Suspiro― ¿El tarado de mi cuñado esta cuidándote bien?.
― No es ningún tarado― Dije molesta y lancé una mirada fugaz a Pedro― Pero sí, estoy bien el no se ha separado de mi.
― Bueno al menos cumple con su función de marido― Rió con amargura― ¿Ya se arreglaron las cosas entre ustedes?.
― Si― Recordé todo lo que Pedro me había contado― Necesito hablar contigo Gonzalo.
― Supuse que dirías eso― Suspiro― ¿Cuándo?
― Hoy mismo de ser posible. ¿Tienes tiempo libre?
― Para ti siempre tengo tiempo libre hermanita― Lo dijo con voz suave― Ya lo sabes, no te puedo negar nada, aun cuando este enojado por el hecho de que Pedro haya ido por ti a la empresa de Tom y te haya llevado a su casa aprovechando que tú estabas inconsciente.
― No tienes por qué estar enojado, Gonza― Sonreí levemente― Nos vemos en una hora.
― Esta bien, salúdame a mi querido cuñado― Se burlo― Dile que espero que su empresa fracase.
― Gonzalo― Dije con desaprobación pero luego reí― No digas eso, adiós.
― Adiós Paula― Dijo entre risas.
Cuando colgué el teléfono y volví a sentarme en el sillón no me atrevía a mirar a Pedro. Sabía que el había escuchado la conversación debido a que Gonzalo hablaba fuerte y además Pedro estaba muy cerca de mí y por lo tanto del teléfono.
― Supongo que después de recoger los resultados te llevaré a casa de tu hermano― Dijo Pedro con voz tranquila.
― No tienes que, puedo ir sola, así te ahorras la molestia― Dije jugando con mis manos y la vista baja.
El puso su mano en mi mentón y me hizo mirarlo a los ojos
― No es ninguna molestia. Lo haré con gusto, siempre he tenido claro lo mucho que quieres a Gonzalo y lo mucho que él te quiere.
― Es mi único hermano y aun después de que te golpeo y de que te ha insultado infinidad de veces― Hice una mueca― Sigo queriéndolo
― Y no te culpo, Paula. Gonzalo es un buen hombre, solo está resentido conmigo por una estúpida confusión― Pedro me acercó a él.
― Gracias― Me recargue en su pecho― Tu, Gonzalo y mi padre son los tres hombres que ocupan mi corazón.
― Pero yo más que ellos, ¿verdad? ― Me sacudió un poco y yo reí.
― Tu sólito ocupas más de la mitad― Dije ― No lo dudes.
― Siempre sabes que decir― Beso mi frente― Bueno es hora de irnos― Se levanto del sillón y luego me ayudo― Es la hora de la verdad.
Al llegar al hospital esperamos unos minutos antes de entrar al consultorio del doctor. Una vez dentro Pedro tomo mi mano y dio un fuerte apretón que yo apenas sentí a causa de los nervios.
― Bien, veamos que indican los resultados― Dijo el doctor mientras abría el sobre―
Contuve la respiración y esta vez fui yo quien apretó la mano de Pedro.
― Felicidades señores Alfonso, dentro de ocho meses serán padres― El doctor tenía una amplia sonrisa y ponía los resultados ante nosotros― Tiene casi un mes de embarazo, todo va en orden.
Yo abrí la boca debido a la noticia, luego la tape con mi mano y comencé a sonreír. Pedro seguía sosteniendo mi mano pero sin apretarla, ahora la acariciaba.
― ¿Hay alguna precaución que debamos tomar? ― Pregunto Pedro mientras se inclinaba hacia el escritorio.
― Su esposa está muy saludable, así que no. En todo caso tendrá que consentirla pues los mareos y nauseas vendrán más fuertes… sin mencionar los antojos― El doctor sonrió con lo último.
― ¿Aun más fuertes? ― Dije con decepción― Bueno supongo que me terminaré acostumbrando.
― Esperemos que sí. Solo será durante un periodo no muy largo, ya después otras reacciones los sustituirán. Una vez más felicidades.
― Gracias― Respondimos Pedro y yo al mismo tiempo.
El doctor metió los resultados en el sobre y nos los entrego. Cuando abandonamos el hospital y estábamos en el estacionamiento Pedro me abrazo y me beso tiernamente.
― Vamos a ser papás― Dijo con una sonrisa.
― Lo sé, estoy muy feliz― Acaricie su mejilla― Nuestro primer hijo o hija.
― No tengo preferencias pero creo que… un niño es lo que deseo― Me beso― Aunque lo reitero, no tengo preferencias.
― Yo…también me gustaría que fuera un niño y que saliera igual de guapo que su papá― Sonreí ampliamente― Aunque también tendrá mis genes… ¡será increíblemente guapo!
Pedro comenzó a reír y me ayudo a entrar en el coche. Le indique el camino a casa de gonzalo y me percate de cómo su cara seguía reflejando alegría aun cuando en pocos minutos estaría frente a frente con el que un día fue uno de sus dos mejores amigos.
Pedro aparcó fuera del edificio.
― Tomate tu tiempo, aquí estaré esperándote― Dijo abriendo mi puerta y ayudándome a bajar.
― ¿Qué? ― Pregunte confundida.
― Como comprenderás no puedo estar en el mismo espacio que tu hermano.
― ¡Oh no señor, nada de eso!― Dije con una nota de histeria en la voz― Tu vendrás conmigo, prometiste cuidarme.
― ¡No te pasará nada de aquí al departamento de Gonzalo! ― Manoteo.
― ¿Cómo lo sabes? ¿Qué tal si resbalo en las escaleras o el ascensor queda atascado?
― Amor, en estos momentos solo estas exagerando―Pedro sonrió― Por favor, sabes que Gonzalo es capaz de sacarme a patadas de su departamento.
― ¡Yo no voy a permitírselo! ― Entrelace mi mano con la de Pedro― Si yo le pido que te respete lo hará, el no puede resistirse a complacer mis caprichos― Sonreí.
― Lo sé. No en vano una vez lo acompañe a buscar una mochila que tanto querías… niña caprichosa.
― Eso fue en el pasado, ahora soy una mujer madura que solo quiere que su hermano y esposo se lleven bien, como solían hacerlo― Me acerque a sus labios― ¿Lo harías por mi?.
― ¡Maldición! No solo Gonzalo no te puede negar nada, yo tampoco puedo― Suspiro― Vamos Paula.
― Gracias― Lo bese― Muchas gracias cariño― Volví a besarlo
― De nada― Apretó mi mano y puso alarma al coche― Andando.
Caminamos juntos y yo trataba de estar calmada, de que Pedro no se diera cuenta de lo nerviosa que estaba al imaginar la reacción de mi hermano. Cuando estuvimos frente a la puerta aclare mi garganta y con mi mano libre di tres golpecitos. Cinco segundos después Gonzalo abrió la puerta. Me miro con una sonrisa pero al ver aPedro sus facciones se endurecieron y bajo la vista, enfocándola en nuestras manos entrelazadas. Murmuró algo que no logre comprender y de nuevo alzó la cabeza.
― Paula…― Dijo serio, con voz fuerte― ¿Qué hace el estúpido de tu marido aquí?
----------------------------------------------------------
Lean el siguiente...
No hay comentarios:
Publicar un comentario