martes, 11 de junio de 2013

CAPITULO 33




Las siguientes horas fueron estresantes debido a que Verónica solo se la pasaba criticando mis ideas e insultándome. Sin embargo yo logre conservar la calma e ignorarla. Cuando eran las 2:00 de la tarde Verónica se fue, ¡Gracias al cielo! Yo en cambio entre corriendo a la casa, necesitaba volver a tomar un baño y cambiarme, iba tan concentrada en llegar a la habitación que di un tremendo grito cuando sentí unas manos tomándome por la cintura justo cuando subía el primer escalón.

― Tranquila cariño― Susurró Pedro en mi oído
― Me has dado un gran susto, no lo vuelvas hacer, por favor― Dije totalmente agitada debido a la distancia que corrí.
― Lo prometo. Pero dime, ¿A dónde vas con tanta prisa? ― Me tomo por detrás de las rodillas, quedando suspendida en el aire
― Necesito tomar un baño y ponerme linda para tu fiesta― Sonreí mientras él me llevaba en brazos hasta la habitación
― Linda ya estas― Me beso― Y en cuanto al baño, bueno si tu insistes
Fruncí el ceño, no había entendido a que se refería exactamente.
― Haremos nuestra buena acción ayudando al mundo. Yo también necesito tomar un baño así que ahorraremos agua, nos bañaremos juntos― Sus labios chocaron contra mi mejilla y se movieron lentamente hasta llegar a mi boca. Yo me paralice por completo.
―Yo, emm, Pedro. Considero…creo que…que bueno no es tan...idea buena, digo tan…tan buena idea― Comencé a balbucear torpemente.
― Yo pienso que es una excelente idea― Dijo mientras entrabamos al cuarto de baño― Ahorraremos agua― Sonrió pícaramente
Yo me sonroje inmediatamente al sentir como mis pies se ponía en contacto con el suelo y él me tomaba por la cintura mientras abría la llave de agua.
Me desconocí por completo cuando descubrí que para nada me desagradaba la idea. Me ponía nerviosa sí, pero al mismo tiempo despertaba mi curiosidad. ¿Pero qué estaba pasando conmigo? Al parecer la noche anterior había cambiado mi forma de pensar. Había descubierto una nueva faceta, Pedro la había descubierto. Sin más, trate de relajarme y deje que Pedro me tomara en brazos para ponerme bajo el chorro de agua tibia.

La fiesta iba de maravilla, la señora Ana tenía una gran sonrisa al saber que después de un arduo trabajo de organización que llevo toda una semana, todo salía a la perfección. Pedro parecía completamente complacido, feliz y emocionado. Supuse que era debido a que toda la familia Alfonso estaba presente, al igual que algunos de sus amigos más cercanos, como Carlos Rutherford, que había venido desde Hawái.
Nada podía estar mejor, bueno sí… la fiesta sería perfecta al cien por ciento si Verónica no estuviera entre los invitados. ¡Vaya que fui ingenua al pensar que no volvería pisar esta casa! Cuando se había ido en la tarde jamás había mencionado que volvería, pero al parecer ese era el plan. Sorprenderme y claro esta fastidiarme.
La única familia que no había asistido era la mía, mis padres estaban en Londres, disfrutando de unas vacaciones; sin embargo tuvieron la decencia de llamar a Pedro para felicitarlo, al menos eso era algo.

― ¿En qué tanto piensas cariño? ― Preguntó Pedro tomando mi mano
― En nada. Solo verificaba que todo estuviera en perfecto orden― Una media sonrisa se curvo en mis labios
― Me ocultas algo― Beso mi mejilla― ¿Qué es?
― Es solo que… esperaba que mamá y papá vinieran― Suspire― La última vez que los vi fue en nuestra boda
― Les he hecho prometer que en cuanto regresen de su viaje nos avisen, para que podamos visitarlos― Pedro comenzó a sonreír, trataba de ser amable.
― Gracias― Dije sinceramente― Siempre buscando como hacerme feliz, eres increíble.
― Tu felicidad es lo que más me importa en este mundo,Paula. Jamás lo olvides―
Le dirigí una mirada llena de ternura y él se inclinó hacia mí, rozo mis labios y luego se hecho a andar en dirección de Carlos, quien nos miraba con una gran sonrisa.
― Me da gusto que ya se lleven bien― Grito Carlos, aun consciente de que había muchas personas a nuestro alrededor, yo explote en risas.

Dirigí mi vista al portón de la entrada y observe como los encargados hablaban con una persona. Posiblemente alguien estaba teniendo dificultades para entrar. Fui hasta ahí. Mi boca se abrió debido a la sorpresa cuando vi quien estaba frente a mí. Era nada más y nada menos que Gonzalo. Mi hermano.

― ¡Gonzalo! ― Exclame con euforia y corrí hasta el.
El miro en todas direcciones sobresaltado, hasta que fijo su vista en mí y sonrió ampliamente.
― Paula, mi pequeña hermanita― Dijo estrechándome en sus brazos
― Tu pequeña hermanita de 24 años― Reí― ¡Que sorpresa verte, Gonza!
― Ya lo creo. Escucha lamento haber venido así, es solo que hacía meses que no te veía, sin embargo nunca pensé que tu y… tu esposo estarían dando una fiesta― Metió sus manos en los bolsillos del pantalón y miro al suelo.
Mentía, Gonzalo estaba mintiendo. Lo conocía perfectamente como para saber que en su tono de voz y detrás de todas esas palabras ocultaba algo.
― Mientes, sabías que había una fiesta― Dije entornando los ojos― Así que pasa, a Pedro le dará gusto verte, después de todo eres mi hermano y su cuñado. Ya es hora de que se lleven bien.

Pedro y Gonzalo para nada se agradaban. Antes de casarme,Gonzalo me había insistido en que no lo hiciera. En aquellos días yo consideraba que era la única persona cuerda en mi familia, debido a que el también pensaba que no era buena idea casarse con alguien a quien no se ama. ¿Pero en estos momentos? ¡carajos! Si volviera a decirme algo como eso yo simplemente reiría y le explicaría que todo ha cambiado, que me he hecho a la idea de que ya no soy más Paula Chaves, sino Alfonso.

― Eso es imposible, sabes que no me agrada― Resoplo― Aun no entiendo porque no aceptaste mi ayuda cuando te dije que tenía la solución para evitar que te casaras con él.
― No quería defraudar a papá y mamá, lo sabes. Pero bueno, Pedro y yo ya tenemos cuatro meses de casados y las cosas han cambiado― Con empujones lo conduje hacia el jardín, donde estaban todos.
― No creo que a él le agrade tenerme de invitado en su cumpleaños― Dijo frenándose
― ¡Tonterías! ― Bufe y analice sus palabras― Jamás te dije que hoy era el cumpleaños de Pedro, ¿cómo lo has sabido? ― Puse mi dedo índice en su hombro, tenía esa costumbre desde que era una niña
El pareció perder color, sus ojos se encontraban abiertos como dos platos y me miraba con nerviosismo
― Hable con nuestros padres anoche― Asintió― Me lo han contado
― Ya veo― Dije no muy convencida― Quiero presentarte a unas cuantas mujeres, ya es hora de que dejes de ser un libertino y sientes cabeza. Hay buenos partidos por aquí…
El me dio un leve empujón mientras soltaba una carcajada. Yo perdí levemente el equilibrio y el tiro de mi brazo para evitar que cayera
― Lo siento Paula, he olvidado que usas tacones y ropa de marca― Elevo sus ojos al cielo. Luego miro a todas partes como si estuviese estudiando a las personas
― Aquella de allá es Nicole, está soltera, tiene 26 años y es inteligente, sin duda alguna― Sonreí mientras miraba a Gonza
― ¿Ahora eres casamentera? ― Dijo él burlándose― No gracias, me gusta disfrutar de la libertad.

Gonzalo es un buen hombre, todo un caballero, y no lo digo solo porque es mi hermano, sino porque verdaderamente lo es. Lo único malo es que es alérgico a la palabra matrimonio. Aun consciente de que ya tiene 28 años de edad, la suficiente para casarse. Suspire y entonces lo jale de la chaqueta, quería llevarlo a donde estaba Pedro, tal vez era un buen momento para comenzar desde cero. Pero pronto sentí como anclaba los pies al suelo y era imposible seguir moviéndolo
― ¿Qué pasa Gonzalo? ― Pregunte mirándolo
― ¿Quién es esa mujer? ― Tenía los ojos entrecerrados y con su cabeza señalaba hacia adelante. Me giré y pronto descubrí de quien hablaba…
― ¿Te refieres a Verónica Sheppard? ― Me queje― Por favor no me digas que ha llamado tu atención porque…
― Lo sabía― Masculló apretando la quijada― ¿Qué demonios hace ella aquí?
― ¿La conoces? ― Casi lo grite, debido a la sorpresa. Mantuve mi mirada en Verónica
― Si― Contesto de manera cortante y con frialdad
Me giré para ver a Gonzalo y pude notar como su postura había cambiado. Se encontraba completamente firme, con sus hombros rectos y la mandíbula apretada. Sus ojos ardían con furia y todo él estaba tenso. Tan tieso como una estatua. Una estatua que estaba a punto de derrumbarse debido al coraje que corría por sus venas en ese momento.

― ¿Dónde está el idiota de tu marido? ― Apretó los puños― ¡Paula, te exijo que en este preciso momento me digas donde esta Pedro! ― Me miro con furia.


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les dejo el capitulo de hoy!! gracias!!
@jesicaleiva1


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