viernes, 14 de junio de 2013

CAPITULO 39



Le pedí a Gonzalo que me llevara a casa de mis padres, mientras ellos regresaban de Londres yo viviría ahí. Por suerte aun conservaba las llaves. Cuando llegamos baje del automóvil y me di cuenta de que había olvidado la maleta ¡Diablos! Pero bueno, confiaba en que mi madre no hubiese regalado toda mi ropa… de ser así al día siguiente tendría que ir de compras. Gonzalo se despidió de mí diciendo que estaría a mi cuidado y que si cambiaba de opinión y quería volver a casa con Pedro, solo debía llamarlo y él me llevaría. Claro está que eso no figuraba en mis planes.
En cuanto Gonzalo se fue yo me recosté en el sillón con mi vista fija en la nada. No quería llorar, no más; pero era inevitable cada vez que pensaba en Pedro. Cerré mis ojos para tratar de dormir un poco pero alguien llamo a la puerta, seguramente Gonzalo se había olvidado de decirme algo.
Me levante del sillón y camine hasta la puerta. Puse mi mano sobre el pomo y la abrí. Pedro apareció ante mí.

― ¿Cómo sabias que me encontrarías aquí? ― Pregunte sorprendida
― No lo sabía. Sin embargo fue el primer lugar que vino a mi mente. Si no te hubiera encontrado aquí, ya estaría recorriendo todos los hoteles de la ciudad.
Yo simplemente me recargue en la puerta mientras contemplaba a Pedro.
― Después de que te fuiste note que junto al sillón dejaste una maleta. Te la he traído― Con un jalón Pedro tomo la maleta que estaba a un lado y la puso junto a mis pies― Supuse que te haría falta
― Gracias― Dije sinceramente
― Supongo que no te hace feliz el que yo esté aquí, pero quiero preguntarte algo― Suspiro― Paula, ¿Dudas del amor que siento hacia ti? ¿No crees que te amo?.
Por más extraño que pareciera, aun creía en Pedro, aun confiaba en que el me amaba, sin embargo, en mis entrañas algo me recordaba que no tenía razones para estar tan segura.
― Me siento como una ilusa pero… no dudo que tú me quieras― Hice una mueca― Creo que si al menos no me amas… me has tomado cariño.
― No solo te tengo cariño, te amo― Levanto su mano para acariciar mi mejilla pero se detuvo y la cerro en forma de puño, luego la dejo caer sobre su costado― No estaré tranquilo sabiendo que estarás sola en casa…cuando las personas noten que tu y yo estamos separados…
― Estaré bien, prometo que me cuidare― Lo interrumpí― No hay de qué preocuparse
― Confío en que este tiempo separados será muy corto. Solo un par de días, tal vez
― No estoy segura, Pedro― No estaba mintiendo, la verdad es que no estaba segura
― Bueno me retiro― Metió las manos en los bolsillos de su pantalón― Estaré al pendiente de ti… si necesitas algo no dudes en buscarme por favor
Yo solo asentí y el giro sobre sus talones para ir directo a su coche.

A la mañana siguiente me levante muy temprano e hice una llamada que con un poco de suerte, me sacaría de mi apuro financiero, porque claro está que no pensaba recibir dinero de Pedro, por supuesto que no. Desde el momento en que decidí abandonar la casa, estuve consciente de que tendría que ganar mi propio dinero y cuidar de mi misma.
Eran las 8:46 am cuando alguien llamo a la puerta.
― Hola Gonza― Dije invitándolo a pasar.
― Hola Pau― Me escaneo rápidamente debido a que llevaba un traje sastre color negro, a juego con una blusa blanca, unos tacones de la altura que normalmente usaba, maquillaje natural y llevaba mi cabello ondulado― ¿Vas a algún lado?
― Si― Respondí mientras caminaba a la cocina para beber un poco de agua― ¿Acaso creías que me quedaría en la cama llorando todo el día? ― Sonreí levemente
― Si te soy honesto… sí, eso pensaba― Frunció el ceño― ¿A dónde vas?
― Hace unos momentos llame a Tom, mi antiguo jefe. Le pregunte si de casualidad había una vacante en la empresa y… parece que la suerte esta de mi lado, pues al parecer nadie ha podido ocupar el puesto que yo solía tener.
― No me sorprende que Tom no haya contratado a alguien después de tu salida― Me miro con una sonrisa― Lo dejaste muy mal acostumbrado. Tú realizabas todas las tareas que él te asignaba, incluso te encargabas de responsabilidades de otros.
― Pues como sea― Le devolví la sonrisa― Tomaré el empleo, lo necesito
― ¿Por dos días? ― Gonzalo se burlo
― Tal vez para el resto de mi vida― Suspire― Cometí un error al pedirle a Pedro un poco de tiempo
― ¿Cuál error? ―Gonzalo apoyo los codos sobre la mesa
― El es pedro Alfonso, uno de los hombres más codiciados. Si él quiere hoy mismo se consigue una nueva esposa― Me encogí de hombros― Creo que no lo tome en cuenta.
― Y creo que tampoco estas tomando en cuenta el hecho de que el te ama. No me agrada, lo sabes… pero al menos reconozco que él te quiere― Me guiño el ojo― Ahora vamos, seré un buen hermano y te llevare a tu nuevo trabajo.

¡Se sentía tan raro el camino a la oficina de Tom! Y más porque conforme caminaba entre los cubículos de los empleados todos me miraban y luego se miraban entre ellos. Seguramente se preguntaban el porqué de mi regreso… me refiero a que… ¿Qué mujer que se casa con un millonario decide retomar su antiguo puesto de trabajo?
― ¡Paula! ― Exclamó Tom cuando me vio en su puerta
― Buenos días señor― Sonreí
― Hace meses eras mi mano derecha y te permití llamarme Tom. Estas de regreso así que olvídate del señor
― De acuerdo― Asentí― Te agradezco inmensamente el que me dejes trabajar para tu empresa
― No tienes nada que agradecer, pero por favor toma asiento― Señalo una silla. Me senté― Solo hay algo que me inquieta…
― Supongo que quieres saber porque tengo la necesidad de trabajar después de haber contraído matrimonio con Pedro Alfonso.
― Así es― Dijo sonriendo. A pesar de que Tom ya estaba cerca de los cincuenta años de edad, aun seguía manteniendo esa chispa de juventud en su sonrisa. Era un hombre muy educado y trabajador, siempre aspirando a lo mejor.
― Hemos tenido un conflicto. Nada alarmante―
― Ya veo. Escucha, como sabes Pedro es amigo mío. Por lo que tengo que informarle que estarás trabajando aquí.
― Yo entiendo, Tom. Pero preferiría que no lo hicieras― Dije con voz baja
―No puedo traicionar la lealtad y confianza que nos une. Nuestra amistad lleva más de cinco años. Además estamos hablando de pedro Alfonso… si no se lo digo yo, estoy seguro de que se enterara gracias a todos los contactos que tiene, y lo sabes Paula.
Era cierto. Pedro sería capaz de todo con tal de saber en donde pasaba los días. Por otro lado, tampoco era correcto que Tom defraudará la amistad entre ellos.
― Esta bien, entiendo― Me levante― ¿Cuál es mi primera tarea por cumplir?
Tom sonrió y tomo un poco de hojas.

Gracias al cielo que las cosas no habían cambiado en la empresa. La hora de salida seguía siendo a las 6:00 pm en punto. Tome mi bolso y un par de carpetas que llevaría a casa para adelantar el trabajo… y así mantener mi mente ocupada y lejos de Pedro.
A la salida me detuve en la puerta para mirar a ambos lados antes de cruzar la calle. En ese momento un coche negro se estaciono justo enfrente de mí. Pedro bajo. Estaba atendiendo una llamada.
Yo aproveche eso y comencé a caminar para cruzar la calle pero sentí la mano de Pedro tomándome con cuidado por el brazo. Me detuve.
― Perdona, era una llamada de negocios― Dijo guardando el celular en su bolsillo―
― ¿Qué haces aquí, Pedro? ― Elevé mi vista al cielo
― Vengo por ti, te llevare a casa de tus padres, claro está― Abrió la puerta del copiloto. Pero yo no entre
― El camino a casa es corto, antes solía recorrerlo todos los días, así que no te preocupes no tienes como obligación venir por mí― Suspire― Pensé que Tom tardaría más tiempo en decirte que trabajaría aquí
― De hecho si tardo. Me lo ha dicho hace apenas media hora, tuve que salir corriendo de la empresa y saltarme unos cuantos semáforos en luz roja― Sonrió
― Pues has arriesgado tu vida en vano. Me iré caminando― Comencé a caminar y después mire por encima del hombro― Por cierto, ¿qué ha pasado con la propuesta de Verónica? ¿Has aceptado? Me interesa porque de ser así, supongo tendré que prepararme para el divorcio― Pase saliva.
― De manera que Gonzalo también te dijo que mi plazo para tomar una decisión acababa hoy en la tarde. No, no acepte. No sé como se te ocurre pensar que pude haber aceptado.
― Eres un hombre lleno de misterios, Pedro. Nunca se sabe cuál será tu próximo movimiento. Ya ves, jamás se me ocurrió pensar que vendrías por mi― Seguí caminando.
Pedro no intento ir tras de ella, sabía que si quería arreglar las cosas lo más conveniente era esperar y darle su espacio. Sin importar que para el fuese todo un esfuerzo. Tan solo la noche anterior no había dormido más de dos horas y para empeorar las cosas, cuando se levanto y vio el lugar de Paula vacío  se dio cuenta de que para nada se trataba de una pesadilla.
Ahora Pedro iba concentrado en llegar a casa y tomar un buen whisky. Después de que una vez en su juventud había terminado la relación con una de sus novias, prometió nunca más hundirse en el alcohol por una mujer, sin embargo, en este instante la idea de consumir una botella entera para así olvidarse de Paula por un momento era bastante tentador....

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