jueves, 27 de junio de 2013

CAPITULO 72




El clima era frío y por lo tanto decidí pasar un tiempo en la biblioteca leyendo una de mis obras favoritas: Orgullo y prejuicio. Con forme las hojas pasaban, el calor irradiado por la leña en la chimenea se extendía por la habitación y hacía más cómoda la lectura. El día de ayer Pedro y yo tuvimos un día increíble; logramos que todas nuestras dudas se esfumaran…para siempre.

“No podría decirte qué momento, qué lugar, qué mirada o qué palabra sirvieron de base. Hace ya demasiado tiempo. Lo que sí sé decirte es que para cuando me di cuenta ya estaba metido hasta el cuello”

Suspiré ante aquella frase y Pedro vino a mi mente. Exactamente eso había sucedido conmigo. No supe en qué momento o que gesto, pero de pronto ya estaba profundamente enamorada de él, o como diría el señor Darcy, ya estaba metida hasta el cuello. Como si hubiese invocado a pedro, apareció en la puerta.

― ¿Interrumpo tu lectura, amor? ― Preguntó con una tierna sonrisa.
Amor… jamás me cansaría de escuchar esa palabra, y menos si provenía de su boca.
― Si― Hice una pausa y él levantó una ceja― Como sueles hacerlo. Pero no fue en el momento que apareciste de pie en la puerta, fueron segundos antes. Siempre invadiendo mis pensamientos Pedro Alfonso jamás te cansas.
Una inmensa sonrisa se dibujo en los labios de mi amado, camino hasta mí e inclinándose sobre el sillón me besó dulcemente.
― Te amo― Dije colocando mi mano en su cuello― ¿Lo sabes?
― Si― Acarició mi mejilla― ¿Sabes que yo también te amo?
― Si, lo sé― Sonreí―
― Lo que no sabes es que te amo más que a mi propia vida― Las caricias pasaron de la mejilla a mis labios― ¿O sí?
― Claro que lo sé, me lo has dicho en varias ocasiones y me lo demuestras a diario.
Suspire y él apretó los labios mientras desviaba su mirada. Conocía ese gesto suyo, estaba pensando en algo, ideando algún plan. De pronto su vista volvió a centrarse en mí. Inconscientemente me estremecí.
― Has resultado ser una sabionda― Rio por lo bajo. Abrí la boca para objetar pero el continuó hablando― Sin embargo hay algo que no sabes, y es que te besaré.
Apenas termino de pronunciar la última sílaba cuando oprimió mi boca con la suya. Cerré los ojos y comencé a corresponder el beso. Pedro me besaba con extremada delicadeza; con cada movimiento me hacía desear más y más. Sentí como sus labios temblaban, estaba riendo.
― ¿De qué te ríes? ― Pregunté aun con sus labios en los míos. Sólo conseguí que riera más― ¿Qué pasa? ― Insistí mientras comenzaba a reír.
― Sabes que soy bastante competitivo y por lo  tanto tenía que pensar en algo que no supieras― Negó con la cabeza― Pero esta vez exageré, me olvide del motivo por el cual vine a buscarte.
― ¿Y cuál es? ― Recargué mi cabeza en el respaldo del sillón y Pedro se enderezó―
― Tenemos visita― Tomó mi mano y la entrelazó con la suya.
― ¿Visita? Ni siquiera escuché el timbre― Fruncí el entrecejo y mire hacia la ventana.
―Debiste estar muy concentrada con ― Miró el libro en mis manos― Con el tonto señor Darcy.
― ¡Hey no es ningún tonto! No puedo creer que sigas con tus celos Pedro― Reí
― Tú me das motivos…
― El señor Darcy no es competencia para ti. El es noventa y nueve por ciento perfecto, mientras que tú eres cien por ciento perfecto… si no es que más, amor.
Llevó mi mano hasta su boca y depositó un sonoro beso en ella.
― Pero dime, ¿quién ha venido a visitarnos? ― Pregunté alegre.
― En realidad la visita es para ti, es…― Entrecerró los ojos― He olvidado su nombre, será mejor que la haga pasar.
¿La haga? ¿Era una mujer?
Pedro se levantó y antes de retirarse de la habitación me besó en la frente. Sonreí y lo seguí con la mirada hasta que salió de la biblioteca y giró a la derecha.

Un par de segundos después me puse de pie y fui a dejar el libro en su lugar. Cuando lo acomodé, leí los otros títulos, ¡había cientos! Todos ellos eran de pedro, míos solo eran cuatro. Hubo uno que llamo mi atención, era gordo y el lomo color tinto. Hice presión con mis dedos alrededor de el para tomarlo.
― ¡Paula! ― Se escuchó una voz a mis espaldas.
Di un saltito y me quede paralizada. Había escuchado esa voz en algún lugar, pero ¿quién era? Giré sobre mis talones y me llevé una verdadera sorpresa.
Mi boca se abrió y antes de manotear reprimí un gritito. Obligué a mis piernas moverse y en menos de dos segundos ya estaba frente a mi fiel amiga, Zaira.
La abracé fuertemente y ella a mí. Miré la mueca de Pedro que en realidad era una sonrisa y me separé de Zaira. Mis ojos estaban vidriosos.
― Pensé que jamás te volvería a ver― Comencé a decir.
― Te dije que volvería en un par de años― Dijo Zaira marcando cada palabra con su dedo―
― Pero no fue un par…fueron ocho― Contraataqué ―
― Ocho y seis meses, en realidad― Rió―
Pedro asintió y comenzó a caminar en reversa. Lo detuve.
― ¡Espera Pepe! ― Tomé su mano y miré a Zai ― Amiga, supongo que ya lo has conocido, sin embargo no como es debido. Te presento a mi esposo, pedro Alfonso, el amor de mi vida.
Zaira nos miro con un tierno gesto y nos abrazó al mismo tiempo.
― Sé que ya casi tienen un año de casados pero aun así, felicidades.
― Gracias― Dijimos al unisono.
― Bueno, las dejo a solas para qué platiquen― Pedro besó mi mejilla y abandonó la biblioteca.

Zaira y yo nos sentamos frente a la chimenea, como cuando teníamos dieciséis años. Nos miramos y comenzamos a reír. Apenas consideraba la idea de iniciar una conversación cuando Zaira lanzó su primer comentario.

― Regreso a Nueva York y lo primero que hago es ir a tu casa. Me dijeron que te habías casado y yo simplemente no lo pude creer. ¡paula Chaves casada!
― Lo sé. Al principio yo tampoco lo podía creer― Suspiré― ¡Vaya tonta!
― ¿Dónde lo conociste? ― Zaira se recostó, aprovechando la alfombra. La imité.
― En la tienda de relojes de mamá. Llegó y me invito a salir― Sonreí al recordar aquel día.
― ¿Tan espontaneo? Qué extraño― Colocó las manos bajo la barbilla― Conociéndote tu pensaste lo mismo.
― Si― Reí― Lo rechacé en tres ocasiones y cuando al fin acepté salir con él, lo hacía sin razón alguna.
― ¿No lo querías? O mínimo ¿no te gustaba? ― Sus ojos se abrieron como platos.
Negué con la cabeza y dirigí mi vista al fuego, apreciando como la leña se consumía lentamente.
― Me casé sin amor. Los primeros tres meses no sentí nada especial por él― Mi voz fue bajando de tono conforme las palabras salían de mi boca― Pero ahora… no puedo imaginar mi vida sin pedro a mi lado.

Zaira dejó escapar un gran awww que llenó la habitación.

― Créeme no es tan agradable como parece. A veces me siento mal por no haber correspondido a su amor desde un principio.
― Pero ahora lo correspondes de la mejor manera posible, ¿no es así? ― Hizo un ademán con su mano para llamar mi atención.
― Si― Sonreí― Prueba de ello es que… si no lo has notado, estoy embarazada.
Zaira gateó y tocó mi estómago. Tenía la boca abierta y hacia expresiones de sorpresa…de pronto lanzó una palabra indebida.
― Vas a matarme, pero si te soy honesta… pensé que habías aumentado unos kilos, ya ves, muchos dicen que con el matrimonio las personas suben de peso― Retrocedió a manera de defensa.
Solté una fuerte carcajada y ella igual.
― No te preocupes, se a lo que te refieres pero no subí de peso por comer y comer. Estoy embarazada― Lleve mis manos hasta el vientre.
― ¡Estoy muy feliz Pau! ¡Seré su tía! ― Exclamó Zaira con inmensa felicidad.
― Así es. Ser mi mejor amiga prácticamente te convierte en mi hermana y por lo tanto en su tía.
― No, Pau yo no lo digo por eso, yo lo digo por…
De pronto cerró la boca, dejando la frase inconclusa.
― ¿Entonces por qué lo dices? ― Fruncí el entrecejo.
― Paula, siempre has sido muy buena para atar cabos, así que no necesitas que te explique.
Comencé a darle vueltas al asunto pero no encontré la respuesta.
― No entiendo, dime.
― Hace tres semanas regresé a Nueva York
― ¡¿Tres semanas y apenas vienes a visitarme!? ― Elevé la voz
― Si pero…

Entonces lo comprendí todo, todo…todo.

― Gonzalo― La señalé con el dedo― ¿No es así?
Las mejillas de Zaira se tiñeron rojo escarlata, aplaudí. Me levante y ella también. Le di un fuerte abrazo.
― Te dije que eras buena adivinando.
― ¿Pero cómo has convencido a mi hermano de iniciar una relación… en tres semanas?
― Tu sabes que tu hermano siempre me gusto, desde que éramos muy jóvenes. Hace tres semanas que llegue, él y yo comenzamos a salir y una vez le confesé que me gustaba… me besó.
― Gonzalo tenía que ser― Rodé los ojos― Pero me da gusto, es un excelente hombre.
― Si todo marcha bien, espero algún día casarme con él, formar una familia, amarnos tanto como Pedro y tú― Suspiró― En fin, alcanzar la máxima felicidad.
Cerré los ojos y sonreí. Al abrirlos me tope con una mirada curiosa de Zaira.
― Eso es imposible amiga.
― ¿Por qué?
― Nunca nadie en el mundo entero…en el universo entero, llegará a amarse tanto como Pedro y yo. Simplemente es imposible.

Zaira negó con la cabeza al tiempo que reía. Yo por mi parte fijé la vista en una foto que descansaba en la mesa de noche, Pedro y yo estábamos abrazados y sonriendo a la cámara; ambos lucíamos bien, el de negro y yo de blanco. Esa fotografía fue tomada el día de nuestra boda. Esa fotografía marcaba el comienzo de mi felicidad al lado del hombre al que amo y amaré hasta el último día de mi vida…y más allá.


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Hola! acá dos capítulos!! 
espero que les guste! mañana esta nove termina!! 
gracias por todos sus comentarios y buena onda!!

@jesicaleiva1




6 comentarios:

  1. Noooooooo! No quiero que termine!! :(

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  2. Wowwwwwww!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Simplemente geniales los 2 caps!!!!!!!!!!! Q pasó con Verónica???? Espero leerla en la cárcel!!!!!

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  3. awwwwww no quiero que termineeee

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  4. que no termine me encanta esta novela

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  5. me encanto,que lástima que ya termina...

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  6. Hermosa.... me entahta como se desarrollo la historia. Hermoso...

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